AGENCIAS - Manila - 23/08/2010
La policía filipina ha puesto fin por la fuerza al secuestro en Manila (capital de Filipinas) de un autobúscon 25 personas, la mayoría turistas de Hong Kong,tras casi 13 horas de negociaciones. El autor del secuestro,el ex capitán de la Policía Rolando Mendoza, expulsado del cuerpo por diversos delitos, ha muerto durante el tiroteo según informa AFP.Esta misma agencia de noticias afirma que cuatro turistas de esa nacionalidad han muerto durante el cautiverio.
El secuestrador, armado con un fusil M-16,había expuesto durante las negociaciones quequería ser readmitido en el cuerpo.El secuestro se produjo en Manila sobre las nueve de la mañana, hora local (dos de la madrugada, hora peninsular española). El hombre había amenazado con empezar "algo grande" a partir de las 15.00 (hora local) pero el plazo anunciado venció sin que se registrara ningún ind¡cidente. Sin embargo, según la agencia Reuters, el secuestrador dijo después, en una entrevista concedida a una radio local, que estaba viendo como los "equipos de asalto" rodeaban el autobús, que sabía que le iban a matar y que estaba "preparado para hacer lo mismo".
El ex policía liberó a nueve rehenes y otro -el conductor- logró escapar. Mendoza liberó primero a tres mujeres y tres niños. Una hora después, a un hombre de mediana edad que dijo ser diabético, y posteriormente a dos rehenes filipinos: el guía y el fotógrafo que acompañaban a los turistas.
Policía corrupto
El inspector Mendoza, con rango de capitán, fue expulsado definitivamente del cuerpo en enero, junto a otros cuatro agentes. Según la agencia Efe el ex policía extorsionó hace dos años a un ciudadano filipino al que exigió unos 350 euros por permitirle aparcar en un lugar prohibido, conducir sin licencia, y consumir drogas. Según un informe policial, Mendoza y otros tres agentes obligaron a ese ciudadano a tragarse un sobre con una droga alucinógena de extendido consumo en el sudeste asiástico.
Un hermano del secuestrador, Gregorio Mendoza, ha declarado que su hermano fue "expulsado injustamente, sin un juicio, y sin posibilidad de explicarse o disentir". El ex policía había pegado a una ventana del autobús un papel con la frase: "Un gran error para corregir una gran decisión equivocada"