Sábado 20 Abril 2024
De bien común a mercadería de extremo valor
 
Por Andrés Volpe 21 de enero de 2021

En Somalia (El cuerno, África), una mujer camina hasta seis horas al día para conseguir agua para su ganado y su familia. La frontera de México con EE.UU. se cobró dos vidas de campesinos en el último enfrentamiento con la guardia nacional mexicana por la represa del Rio Bravo. En Israel se corta la provisión del servicio hacia Palestina, una estrategia de “castigo” hacia el país vecino tristemente ejecutada. Todas estas realidades contemporáneas son un triste recordatorio de que la tesis de la falta de agua dulce en el planeta se está convirtiendo en una realidad en permanente crecimiento, incluso mucho antes de lo que se esperaba.

Para Alfredo Jalife, autor de “Las guerras globales del agua: privatización y fracking”, la guerra por al agua ya empezó y su comienzo se evidenciaría, por ejemplo, en la adopción por parte del Banco Mundial de una política de privatización del agua, en la que habría incluido corporaciones estadounidenses como Monsanto (hoy Bayer) y Bechtel, que buscarían monopolizar el abastecimiento del agua en el mundo.

El agua está llamada a ser el recurso primordial para la geopolítica del siglo XXI, lo que fue en su momento el petróleo para el siglo XX, por lo que se convertirá en un importante móvil para grandes conflictos, lo que llevó a que el exvicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, predijera ya en 1995 que “las guerras del próximo siglo serán por el agua”.

Hace tan solo cincuenta años ningúna investigación alertaba sobre los riesgos que hoy estamos corriendo. Hace veinte, los primeros datos inquietantes empezaron a surgir. Hoy, expertos aseguran que pronto entraremos en un punto irreversible que llevaría a tornar inhabitable el planeta para el año 2040, cifra que se va actualizando cada año a medida que los científicos se sorprenden con datos que escapan a la común ortodoxia catedrática.

El agua segun wall street

En Wall Street lo saben. Y están dispuestos a ponerle un precio a esa posibilidad.

En las Bolsas cotizan los productos que tienen una expectativa de suba de valor en un largo plazo. ¿Y cuándo algo sube su valor? Cuando la oferta no alcanza a cubrir la demanda.

Lo que hay que entender es lo que significa que nada menos que el agua empiece a cotizar en estos mercados. Significa que, por primera vez, el mercado percibe que existe una posibilidad de que el agua falte en un futuro cercano. Habla de una probabilidad que hasta hoy no era considerada.

El índice Nasdaq Veles California Water Index (NQH20) se lanzó en octubre de 2018, no obstante, el 7 de diciembre del nefasto 2020 se empezaron a cotizar oficialmente contratos futuros de aguas basado en el índice en la bolsa de valores de Nueva York.

Según algunos expertos “lo que este instrumento toma como producto es el derecho de agua que algunos usuarios han decidido vender o poner a disposición del mercado, lo que se cotiza en realidad es el 'precio' futuro del agua, no el agua misma”. De esta manera si el agua es cara tendrá incentivos para ahorrarla o no usarla. Pero cabe preguntarse si sucediera lo contrario, si el agua les resulta barata, ¿podrían generarse incentivos para contaminarla y subir precios para hacer más rentable el negocio? En ese caso su despilfarro o acaparamiento podría ser mas que rentable.

¿Cuándo y en qué magnitud faltará el agua? Esa es una pregunta que hoy no muchos parecen querer responder.

Si bien sabemos que el derecho humano al agua potable y al saneamiento fue reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2010, en estos momentos hay 2.200 millones de personas en el mundo que no tienen garantizado el acceso al agua potable. Esta lógica comercial sobre la cual se quieren apalancar las principales bolsas del mundo y los bancos mas importantes, se encuentra en las antípodas de la lógica del interés común.

El mercado solo entiende de negocios, no entiende de valores ambientales, de derechos sociales, eso no cotiza en bolsa. Por lo pronto las migraciones masivas debido a las sequias se siguen profundizando, las variables del cambio climático se siguen acentuando, ni siquiera la reciente reincoporación de EEUU al protocolo de Paris podrá parar la inercia en la cual estamos envueltos. Ya lo decía John F. Kennedy: “Quien fuere capaz de resolver los problemas del agua, será merecedor de dos premios Nóbel, uno por la paz y otro por la ciencia”.

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*Foto de portada: www.historias.wfp.com

*Foto 2: www.ecoosfera.com