Más recientemente, a partir de la primera década del 2000, durante los gobiernos progresistas de Lula y Kirchner, la idea de reflotar esa estrategia se retomaba a contramano de los países nuclearizados, quienes enfrentan hasta hoy, grandes encrucijadas tecnológicas y financieras para desmantelar sus reactores y encontrar otra solución al problema de la basura que no sean la cabeza de los misiles nucleares o enterrarlos en un país del tercer mundo. Bajo la bandera de la emancipación soberana anti yanqui, Lula intentó ser el principal protagonista de la industria militar en la región y con el visto bueno de los gobiernos aliados del resto de Latinoamérica emprendió una cruzada al mando del nuevo lobby militar. Pero paradójicamente la continuidad de dicho proyecto hoy cae peligrosamente servido en la mano de su adversario político, Bolsonaro, quien hereda de aquella etapa, un submarino nuclear que levantó todas las alarmas de los organismos internacionales de control sobre lo que estaba allí ocurriendo.

Pero mientras en Brasil esto es posible gracias a la protección de la alianza estratégica con EEUU e Israel, en Argentina las cosas son muy distintas. Luego de la múltiple crisis producida por el gobierno de Macri, Argentina negocia atada de manos una salida financiera, que en el caso de China queda condicionada con el elemento extorsivo de implementar un reactor de tecnología desconocida. En la Argentina no hay lugar a la racionalidad para definirla mejor política energética, aun cuando en plena crisis posea los mejores vientos del mundo para desarrollar sus necesidades a mitad de precio. Lo que está en juego es la necesidad de sobrevivir a un naufragio financiero y ante la posibilidad de quebrar, Argentina está dispuesta a cualquier cosa como un homeless sin destino, que es cooptado por la industria farmacéutica para testear los efectos secundarios de una nueva droga antes de salir al mercado.

La resistencia antinuclear Argentina se llama MARA

Más allá de las diferencias políticas e incluso ideológicas existe un fuerte movimiento antinuclear en Argentina (MARA) conformado por diferentes organizaciones de vecinos auto convocadas que intentan frenar el avance del plan nuclear, que se da en toda la enorme extensión del territorio. Hablamos con Pablo Lada que es un referente histórico y que desde la Patagonia siempre estuvo presente en las sucesivas batallas que se continúan librando hasta el día de hoy. La más reciente justamente tiene que ver, con el intento de instalación del Hualong One en la provincia de Rio Negro en el año 2017. La gran movilización masiva y simultánea en las diferentes ciudades de la Patagonia, fue la que permitió sacar la ley provincial que prohíbe la implementación del reactor que luego fue a parar a Zárate, provincia de Bs As.

“Tenemos que empezar a ver el plan nuclear como algo que viene sufriendo Argentina, un mal llamado plan pacifico, cuyo recorrido empieza con la última dictadura en la época del general Castro Madero se pensó en 6 centrales nucleares de potencia y de manejar todo el ciclo. Y que luego siguió avanzando a través de los diferentes gobiernos en democracia. El sueño de la dictadura era detonar una bomba atómica, no lo expusieron abiertamente, pero llegaron a decir “simpáticamente” que iban a generar una detonación “pacifica”. Luego pudieron avanzar en diferentes estructuras gubernamentales y tecnológicas durante la democracia, que hoy perduran en la Argentina y que van desde la extracción del uranio y el enriquecimiento, hasta las centrales nucleares que poseemos y las que se están proyectando. Ese es el marco de la lucha que estamos dando en cada una de las diferentes etapas… Luego viene toda la interna que hoy está muy fuerte. Existe una casta nuclear en Argentina que tiene un poder importante y que con el cambio de gobierno vuelven a ver una oportunidad, pero al mismo tiempo quedan desplazadas del negocio cuando proponen traer un reactor desde China y se instala el conflicto hacia dentro porque los dejan de lado”, puntualizó Lada.

El reactor de experimentación fue uno de los ejes fundamentales del debate en la lucha que terminó rechazando la instalación del reactor Chino en Rio Negro.

En este sentido Pablo Lada afirmó: “Cuando se intentó instalar en Rio Negro, en los debates que mantuvimos sobre el Hualog One, decíamos que es un reactor experimental, que así hay que llamarlo porque no hay otros en funcionamiento en el mundo. Hoy lo medios lo están descubriendo, cuando al debate lo venimos dando desde el 2017 y conquistamos la ley a través de concientización que terminó en movilización masiva de la gente. Esa era la base de los debates porque nos mete en un problema mayor, porque a pesar de que no existe la energía nuclear segura, esto lo agravaba aún más. Sabemos que los Chinos se quieren poner a la vanguardia de este negocio, que en realidad no es un negocio porque las empresas privadas después de décadas están todas quebradas. China y Rusia saben claramente que está vinculado al poder que intentan desplegar en Sudamérica y que entrar en ese negocio alicaído les implica el control, a través de la dependencia tecnológica. El verdadero impulso que está detrás de todo esto son cuestiones geopolíticas”.

Bajo el gobierno de Macri se intentó construir el Hualong One, luego las negociaciones cruzadas con el FMI obstaculizaron los acuerdos con China. Después de la reunión del G20 a fines del 2018 en Buenos Aires y a pesar de una fuerte presión insistente de Trump sobre Argentina, se termina nuevamente reavivando el acuerdo.

“Son reactores que se intentan vender como la solución al estancamiento de la industria nuclear donde supuestamente vienen con un diseño más confiable, aunque no lo pudieron estandarizar. Y ahora China insiste con vendernos un reactor, es muy grave… seremos sus conejitos de india. Están construyendo otro en China pero todavía ni está en marcha. Ellos se fijaron en un país emergente como el nuestro. Cuando incluso Argentina estaba en cesación de pagos y no era confiable, China apostaba insistentemente a vendernos igual este tipo de reactores.”

El plan nuclear a largo plazo implica resolver los problemas históricos ya ocasionados por la minería de uranio (son 6 millones de tn de residuos sin remediar abandonados en diferentes puntos del país) y la basura radioactiva de Atucha 1 y 2 y Embalse en Córdoba. Pero también están pendientes y amenazantes los intentos del lobby nuclear de convertir la meseta patagónica en un basurero que aloje los residuos del primer mundo. En ese marco en el 2006 Argentina gana una licitación para la venta de un reactor experimental a Australia con la cláusula “única” de traer los residuos de vuelta. China (un país devastado ambientalmente) tiene 45 reactores en funcionamiento y otros 15 más en desarrollo en su territorio, muchos sospechan que hay negocio latente muy grande para hallar la solución a ese enorme volumen de residuos de alta radioactividad, sacrificando a unas tierras inhóspitas y muy lejanas de Latinoamérica.

“La disputa que se dio en la Patagonia fue muy fuerte como es posible que se quieran vender este tipo de reactores? Con el movimiento antinuclear de Chubuten los 80´ rechazamos un repositorio de desechos radioactivos de alta peligrosidad conocido como el basurero nuclear de Gastre. Se consiguieron legislaciones provinciales y normas nacionales, pero tenemos una gran batalla hoy contra la minería en general y la del uranio. Lamentablemente tenemos los yacimientos de uranio más importante de Sudamérica y hay muchas intenciones de tirar abajo las prohibiciones que conseguimos para poder extraerlo desde el año 2003. Hoy no cesan los intentos y con la presión de los rusos se firmó un memorándum incluso estando la minería a cielo abierto prohibida. El gobierno nacional firmó desde cancillería este acuerdo e intentaron decir que no es así porque en realidad son las provincias las que deciden. Y Salimos a las calles para reafirmar esta postura. La amenaza nuclear la tuvimos desde siempre por todos lados”.

La necesidad es la madre de todos los males. En Argentina están en juego definiciones políticas que tiene que ser impulsadas desde el pueblo hacia la política. Y no al revés. Una crisis tan profunda puede servir tanto para terminar de aplastar o emancipar la voluntad de la gente. En la Patagonia queda el antecedente de que es posible y el resto del país puede tomar ese ejemplo y actuar en consecuencia porque el momento de actuar es ahora.

El dragón Chino ruge un fuego de muerte radioactiva. Esperemos que Hualong One no pase a ser el nombre de una mitología futura, que le recordará a la población sobreviviente al colapso medioambiental, que alguna vez existió un lugar llamado Argentina.

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*Foto de portada: www.anred.org