"No quiero que los fragmentos de mi hermano sean restituidos por el Estado uno por uno", continuó Borsellino refiriéndose a las declaraciones de su hermano Paolo desclasificadas en los últimos días.

"Pretendo que alguien venga a Via d'Amelio y se arrodille al entregar esa agenda roja que nunca fue destruida", declaró Borsellino con fuerza.

"Incluso Ayala tendría que custodiar y proteger la agenda roja, pero ha dado diez versiones diferentes y no recuerda a quien la ha cedido. Creo que son los hombres los que deben buscar la verdad terrenal. Le hice preguntas y Ayala respondió que Salvatore Borsellino tiene problemas mentales. Ha sido condenado en primera instancia y ningún diario lo ha publicado", insistió Borsellino.

Borsellino luego habló de la escucha por parte de la Fiscalía de Palermo entre el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, y el ex ministro Nicola Mancino, la que fue posteriormente destruida.

"Sgarbi se preguntó si Salvatore Borsellino goza de inmunidad dado que el Presidente de la República no lo denunció", explicó el hermano del magistrado. "¿Saben por qué no me denunció? Porque cree que tengo una clave en el bolsillo y que puedo hacer que se escuchen todas las intercepciones que no se han escuchado. Por eso no me querella".

Borsellino concluyó luego, hablando sobre el Movimiento de las Agendas Rojas: "Desde hace diez años que nuestro movimiento ha buscado la forma de que las instituciones no vengan a Via d'Amelio. Tal vez tengan miedo de una agenda roja que se eleva hacia lo alto y que recuerda que un servidor del Estado fue asesinado para llevar a cabo una tratativa".

Siempre en referencia a las conmemoraciones de la masacre en via D'Amelio, Salvatore Borsellino continuó diciendo: "Hace diez años, en una carta, hablé sobre la tratativa y sobre el hecho de que Via d'Amelio representó una masacre de Estado. Pedimos que se elimine el secreto de Estado de todas las masacres, desde Portella della Ginestra hasta Capaci y Via d'Amelio, del Rápido 904, hasta la masacre de Bolonia, del ataque fallido de Addaura a la muerte de Antonino Agostino".

En conclusión, Borsellino dijo: "Sólo cuando tengamos la verdad sobre las masacres podremos tener paz, pero hasta ese momento pelearé y, cuando ya no pueda hacerlo, habrá otros jóvenes que continuarán esta lucha".