yafuePor Jean Georges Almendras-18 de noviembre de 2017

 

Se llamaba Salvatore “Toto” Riina, y era un jefe máximo de Cosa Nostra. Murió, a los 87 años, el viernes 17 de noviembre en la cárcel, a la que ingresó después de que la justicia lo encontrara responsable de más de 150 asesinatos, siendo algunas de sus víctimas, Piersanti Mattarella, hermano del actual presidente italiano, y los jueces del pool antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borselllino.

Algún día tenía que morir. Y si bien era inevitable ese final, “Toto Riina”, el mafioso capturado en el año 1993, más conocido como “La Bestia”, no se destacó precisamente por su talla de buen ciudadano, sino por su talla de muy buen soldado y capo mafioso. Salvatore Riina “Il capo di tutti capi”, con su muerte, deja algunas puertas cerradas, de la trama mafiosa de los años 90. Con su muerte, muchos secretos seguirán siendo secretos. Y muchas preguntas seguirán siendo preguntas. Preguntas sin respuestas. O con respuestas a medias. Respuestas “pronunciadas” pero sin sabor a verdad, desde las filas del poder político de Italia, en comunión con las siniestras mentes de una Cosa Nostra del tercer milenio, que aparentan decir algo, pero que verdaderamente, no dicen absolutamente nada.

Complicidades y ramificaciones, con y dentro del Estado, formaron (y siguen formando) parte de la existencia de Cosa Nostra, y Salvatore “Toto” Riina, ha sido su actor protagónico, junto a un elenco selectísimo por su historial criminal. Un actor protagónico que deja su estela. Una estela con aureola de muerte, cinismo y corrupción.

Un historial criminal, el de “Toto” Riina, que inclusive este año hizo decir a Juan Pablo Escobar hijo, que su padre “se inspiró en Riina, en sus métodos violentos y el deseo de suplantar al Estado” en ocasión de la presentación de uno de sus libros en Roma. Una historial criminal que incluso, llegó a inspirar a Mario Puzo, para su novela “El Padrino” que luego se llevó al cine mundial, nada menos que de la mano de Francis Ford Coppola.

“Toto” Riina, ahora descansa, dudo mucho que sea en paz. Yace en un cajón. Y la sociedad comenta su muerte, como el comentaba sus crímenes; y el periodismo comenta su muerte, con la misma celeridad con la que apretaba el gatillo de su arma o daba las órdenes para las ejecuciones.

A “U’ Curtu” (El Petiso, en dialecto siciliano) le llegó el inexorable momento de su muerte, con la precisión inherente a una carrera criminal intensa, que le permitió obtener una fortuna de 125 millones de euros, invertida en bienes diversos.

Una muerte, en un momento crucial de una lucha antimafiosa, no menos intensa, en su tierra natal, y en el mundo. Una muerte que lo sorprendió sometido al duro régimen carcelario previsto para los mafiosos, conocido como 41 bis. Una muerte que lo liberó de las indagaciones judiciales, y que lo catapultó a ocupar el sitial de una celebridad criminal, detestable por donde se lo mire y desde donde se lo mire, ayer y hoy.

“Toto” Riina hoy ya no está, como no estará nunca en nuestra memoria, ni como ejemplo de vida, ni como ejemplo de ciudadano del mundo, en contrario de todas sus víctimas de toga, que están y estarán eternamente en nuestros pensamientos y en nuestras oraciones, por enfrentarlo, señalarlo y encarcelarlo, para hacerse justicia. Esa justicia de patas lentas, propia de una sociedad bañada de hipocresías y de múltiples intereses.

Los intereses de la mafia moderna, que ya no contará entre sus filas con él: “Toto” Riina, cuya desaparición física, llorada por los suyos, pero no por nosotros, lo pone al descubierto como uno de los personajes más dañinos, de una época mafiosa, que no ha terminado y que sigue siendo una amenaza.

Una verdadera amenaza para la democracia italiana, como si estuviéramos transitando por sobre los horrendos senderos de los años del terror de Palermo, en cuyo extremo, pero bastantes años después, están las investigaciones del Fiscal Nino Di Matteo, como si se tratase de los días de Giovanni Falcone y de Paolo Borsellino, trabajando denodadamente para sacar a la luz, las inmundicias de la tratativa entre el Estado y la Mafia.

Vivimos en los días del compromiso. Que siguen ahí, al alcance de nuestras manos, pero sin Riina, que hasta el segundo antes de expirar, seguía tejiendo los hilos de Cosa Nostra. Pero, ahora ya no.


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*Foto de Portada: www.lavanguardia.com