En marzo estalla la geografía impredecible de un futuro incierto, caligrafía en desconcierto y corrosivos sabores lacrimógenos alimentados por la fuerza policial. El mal gobierno ha invertido desde finales del año pasado una importante cantidad de recursos públicos en dispositivos y herramientas al servicio de la represión y el control, bajo el pretexto del orden público y la paz social. Sin embargo, es evidente que lo único que protegen es su sistema de generación de riquezas, y privilegios a costa de la explotación de todos y todas los que ellos asumen somos su fuerza de trabajo natural.

El gobierno empresarial de Piñera ha expresado su incapacidad y voluntad para sintonizar con la sinfonía multicolor de la protesta social y ciudadana, insistiendo una y otra vez en la tesis de la violencia y la guerra como si fuera la tautología de una pesadilla conocida por todos y todas, triste crónica de una tragedia anunciada.

Es frente al inminente escenario de una masacre que debemos fortalecer la movilización y las demandas sociales, así como también retomar la organización como estrategia de protección, así como de nuestros territorios de la represión que desatarán los poderosos atrincherados en la institucionalidad del orden contra nosotros; los todos.

Debemos continuar avanzando en la concreción de las demandas impulsadas desde el 18 de octubre pasado y sostenidas por un grupo importante de la población desde hace más de cinco meses, esto implica una articulación pluri-clasista, diversa y democrática, que logre entender que las dinámicas de poder y distribución de este son las que están en juego en la actual coyuntura nacional.

El partido del orden, la derecha reaccionaria y la institucionalidad al servicio de los intereses y privilegios del capital se disponen a la ofensiva, en este contexto debemos articular nuestras fuerzas, fortalecer las organizaciones, continuar con la presencia y la agitación en las calles y prepararnos para lo que viene.

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*Foto de Portada: www.prensalatina.cu