Jueves 18 Abril 2024
ustedessabenPor Jean Georges Almendras-9 de marzo de 2018

Por una cuestión de moral. Por una cuestión de ética. Por una cuestión de respeto hacia la vida y hacia un reclamo y a una protesta legítima, estamos obligados a desdoblarnos y si acaso por un instante, ponernos del otro lado y pensar con la cabeza de un integrante de una comunidad mapuche de la región patagónica de la Argentina de hoy. Estamos obligados a pensar como un pueblo, ancestral y ancestralmente oprimido por el hombre blanco de ayer y de hoy, que sigue mirando esa opresión desde la vereda opuesta, a la que ni por asomo se atreve a llegar, porque es blanco, porque es un huinca. No vaya a ser que por hacerlo se lo confunda y se lo incluya, en la nómina de los excluidos de la elegante y civilizada sociedad moderna en la Argentina de hoy. Esa argentina que se siente agredida, ofendida y violentada por los pueblos originarios. Esos pueblos originarios que por serlo, aún sin mover una mano para defenderse o para hablar de sus reclamos y de sus requerimientos, ya son estigmatizados y calificados como terroristas, porque es más fácil y más cómodo demonizar que dialogar y comprender –desde el alma y desde la historia- las razones de una lucha que está ante nosotros y en medio de nosotros, y por culpa de nosotros: los huincas.

El lunes 5 de marzo pasado, cuando se le notificó al Lonko Facundo Jones Huala la sentencia de extradición a Chile, la parte “sana” de la sociedad moderna de San Carlos de Bariloche, según algunos, fue mancillada y ultrajada por una caterva de indios que después de dar alaridos, empuñando palos y cuernos (tutrucas) para hacer ruido atacaron a unos servidores del orden en las puertas del Juzgado Federal de la avenida San Martín para finalmente correr hacia el centro urbano huyendo de las balas de goma y de los gases lacrimógenos que les lanzaron los uniformados bien pertrechados y muy bien equipados para esas circunstancias. Los desaforados mapuches y sus simpatizantes huincas recorrieron calles rompiendo vidrieras y algunas cámaras de circuito cerrado de algunas empresas hasta que finalmente fueron rodeados por policías que los redujeron tirándolos al piso, maniatándolos con precintos como animales, sin importar ni sexo ni edad, para que luego sean llevados ante la autoridad que luego decidiría sobre su respectiva suerte.

El lunes 5 de marzo pasado así fue la represión que se desató sobre los mapuches que siguieron atentamente el curso de los acontecimientos, o mejor dicho las instancias finales del juicio al Lonko, quien a través de una video conferencia tuvo conocimiento - en la Unidad Penitenciaria de Esquel- que el Juez Gustavo Villanueva había hecho lugar a su extradición al vecino país, desde donde se lo reclamaba para juzgarlo tras acusarlo de varios hechos.

Haciendo cronología de ese lunes 5 de marzo, hay que consignar que en horas cercanas al mediodía, una vez conocida la noticia de su extradición, de boca misma del Lonko, cuya voz se difundió frente al Juzgado por altoparlantes de la Red De Medios Alternativos, la protesta de los integrantes de las comunidades mapuches de la Patagonia argentina presentes en la avenida, no se hizo esperar. El hierro caliente de un gobierno empecinado en dar a la sociedad argentina un nuevo mensaje de “justicia” relativo a los terroristas mapuches y un mensaje de “escarmiento” a esos terroristas , seguramente obedeciendo directivas del gobierno central, se dejó caer negligentemente sobre la ciudad , como si se tratase de una buena noticia.

La “buena noticia” que arranco del alma del Lonko Facundo Jones Huala, una airada arenga dirigida a su pueblo. Dirigida al alma y al corazón de su pueblo. Dirigida al huinca de buen corazón y con la conciencia muy clara sobre la lucha y sobre esa resistencia ancestral mapuche. Dirigida al argentino libre. Al argentino y al ciudadano del mundo que no se sienta encadenado por la perversidad del capitalismo y por el sistema de los hombres de la falsa democracia y del autoritarismo ejercido para complacer a los imperios. Al argentino y al ciudadano latinoamericano que no se sienta prisionero de los medios de comunicación lacayos de las multinacionales y de los intereses económicos de turno.

“Ustedes saben qué es lo que tienen que hacer. El huinca capitalista y su poder es nuestro enemigo. Al enemigo no se le discute. Al enemigo se lo destruye. Así que los jóvenes, los peñis, los lamien con la dignidad de nuestros antepasados hagan lo que ustedes consideren que haya que hacer. De mi parte y le voy a decir a mi gente a mi peñis, a mis lamien, a todos: no pienso dialogar más con estas basuras, asesinos, racistas, opresores, todos los que andan chupando las medias a los gringos, a las multinacionales, a la sociedad rural a esa manga de asesinos. No tengan miedo. Viva la RAM, viva la CAM. Viva la autodefensa y el sabotaje. Piedra y fuego a la opresión, vamos a responder con el mismo nivel de violencia para defender nuestros bienes. Defiéndase con lo que tengan a mano. Hasta la victoria. Hasta vencer o morir”

Fueron las firmes palabras del Lonko Facundo Jones Huala, desde la penitenciaria de Esquel

Maliciosamente para unos fue la señal para la violencia. Para otros fue el sinceramiento de un líder. De un líder, de un pueblo masacrado, criminalizado, perseguido y excluido. De un pueblo notoriamente cansado de tanto abuso, de tanto avasallamiento descarado e impune.

Por las calles de Bariloche los mapuches salieron en desbandada. Sobre sus espaldas las balas de goma, los gases. En su alma la rabia. La rabia por tanto descaro y tanta ilegalidad enmascarada.

Por las calles de Bariloche corrieron los mapuches dejando a sus espaldas la estela de la impotencia y de una furia ancestral.

¿Quiénes eran los violentos? Para el argentino pacato e insensible, los violentos fueron los mapuches. Ellos fueron los terroristas. Los terroristas dando alaridos y tirando piedras con manos y hondas. Los terroristas reclamando sus tierras como un ejercicio de expresión cargado de incoherencia. Una suerte de atentado a la sociedad, para decirlo de algún modo.

¿Acaso no cuenta la violencia del Estado, ejerciendo el autoritarismo a través de sus operadores de justicia, a través de sus encorbatados , bien trajeados y bien perfumados magistrados y fiscales? ¿Acaso no cuenta la violencia del Estado cuando promueve, fabrica, mediatiza y monta un juicio político, como si se montara un tinglado?¿Acaso no cuenta la violencia del Estado cuando contrariando toda formalidad (y aduciendo un tema de seguridad) lleva a cabo un juicio en un gimnasio alejado del centro urbano, como si la audiencia se tratase de un circo para el entretenimiento de un público ausente? ¿Acaso no cuenta la violencia del Estado cuando en ese circo judicial, sus operadores cínicamente se oponen a los sólidos argumentos de la abogada defensora del Lonko, Sonia Ivanof ? ¿Acaso no cuenta la violencia del Estado que significa restringir la presencia del periodismo y de allegados del Lonko en la audiencia?¿Acaso no cuenta la violencia del Estado, demonizar a los mapuches, incentivando el odio contra ellos, utilizando a los medios de comunicación allegados al poder, difundiendo mentiras y falsedades?¿Acaso no cuenta la violencia del Estado cuando el 1ero de agosto de 2017 la Gendarmería Nacional reprime ilegalmente en territorios de la Pu Lof Cushamen, cuando únicamente estaba autorizada (por la Justicia) a desalojar una carretera en la que se realizaba una protesta de mapuches reclamando precisamente la libertad del Lonko?¿Acaso no cuenta la violencia estatal cuando esa represión –con sabor a cacería- desencadenó la cobarde desaparición forzada seguida de muerte del joven Santiago Maldonado (un huinca que se adhirió convincentemente a la lucha de la causa mapuche)?¿Acaso no cuenta la violencia estatal cuando efectivos del grupo Albatros ,de la Prefectura Naval (¿siguiendo directivas de personal de rango del gobierno?) irrumpen ilegalmente y a balazo limpio en una comunidad mapuche de Villa Mascardi, de Bariloche, el 25 de noviembre de 2017, dando muerte por la espalda –con un proyectil 9 mm- al joven mapuche Rafael Nahuel?.

En los alrededores del Juzgado Federal de Bariloche, tras los incidentes en la Avenida San Martín, turistas y residentes no pudieron evitar ser testigos de la violencia del Estado, en el marco de una aparatosa cacería de los mapuches que venían de apedrear a los uniformados apostados en las puertas de la sede judicial.

Los policías desplegados por el centro de la ciudad con palos, escopetas y escudos antimotines no podían permitir más desórdenes. Ya bastante se habían descontrolado los mapuches y sus simpatizantes. Ya bastante violencia significaba protestar a pedradas un dictamen judicial cargado de trampas y de manipulaciones, como si todas esas burdas maniobras no fuesen actos de violencia. Esa violencia de privar de su libertad a un jefe mapuche que desde Chile es acusado de terrorista y desde Argentina le es facilitada su extradición, porque antes, unos meses antes, hubo una violencia que no por sutil fue menos maquiavélica. Una violencia de guante blanco, o mejor dicho de pacto político sucio: un diálogo extraño entre la presidenta de Chile Michele Bachelet y su par Mauricio Macri, en el que el tema del Lonko Facundo Jones Huala estuvo presente. Tan presente, que lapso después, los duendes de la justicia argentina, con sus esbirros policías, le dieron la voz de alto al Lonko, para someterlo luego a otro juicio de extradición, siendo que en uno primero había quedado absuelto por falta de pruebas.

Pero la mano negra de la mafia racista y anti mapuche, salida de las entrañas mismas de los gobiernos de Chile y de Argentina, ganó la batalla.

El Lonko Facundo Jones Huala fue encerrado. Fue vituperado, fue difamado por políticos y periodistas (recuérdese una ignominiosa entrevista televisiva que le hiciera en la prisión el periodista Jorge Lanata, con el claro objetivo de desprestigiarlo, tal su aporte a la demonización de los mapuches) y su protesta fue recurrentemente ensuciada y tergiversada.

Y ahora el Lonko será extraditado. Y aunque su abogada Ivanoff apelará la sentencia, los efectos de tan detestable e ilegal resolución seguirán formando parte de la cadena de desmanes que se sigue anotando el régimen macrista: aumento de la represión a las comunidades mapuches; resoluciones judiciales manipuladas por personajes de la Casa Rosada; maltratos y vejámenes constantes a los mapuches que son detenidos en incidentes como los que se vivieron en la ciudad de Bariloche, sin contemplar a menores y o a mujeres embarazadas.

Según lo informado por varios medios de prensa, entre ellos el sitio web “En Estos Días”: Uno de los detenidos tiene 14 años. Estuvo esposado durante varias horas. “Me estaba yendo al auto para irnos a Neuquén cuando apareció una camioneta y nos gritaron ‘tirate al piso’, un policía me apuntó en la cabeza con una escopeta. Soy fuerte pero me molieron a patadas, les decía que soy menor pero no les importó, me gritaban ‘indio maricón’”, relató. Un policía lo sujetaba con la cabeza entre sus piernas. Y le tapó la cara con un poncho. “No puedo respirar”, gritaba el joven tirado en el piso. Desafiante, el policía deletreaba su apellido y número de legajo ante los periodistas que reclamaban al menor que diga su nombre y DNI. “Me hizo una llave que me apretaba fuerte el cuello, después me llevaron. Me tenían contra el vidrio, todos le pedían que me sacara las esposas, pero se reían de mí”, relató el niño.

Los incidentes del día lunes 5 de marzo en Bariloche derivaron en una audiencia en el Juzgado local, a la que fueron conducidas en carácter de detenidas, unas quince personas a las cuales se les dejó en libertad iniciándoles una investigación y una causa. Todo por los desórdenes protagonizados en las puertas del Juzgado Federal y en las calles de Bariloche. Otro malón de “demonios mapuches” ha sido severamente castigado, dirán por ahí.

Los unos y los otros.

Los unos: que difaman y violentan a quienes no hacen otra cosa que reclamar sus tierras diciendo basta a la segregación y a la persecución de un pueblo que tiene más derecho a trabajar y vivir libremente esas tierras que todos los blancos que pretenden minimizar su legítimo reclamo, para preservar bienes, latifundios, mineras y otros negocios, obviamente negocios en acuerdo con el gobierno.

Los otros: que fortalecidos por sus antepasados no bajan los brazos y estrechan filas para que el huinca no violente más su bienes, ni su cultura, ni sus vidas.

Los unos y los otros.

Y entre los unos y los otros el tiempo sigue transcurriendo, y la historia de los pueblos originarios de esta rica (y doliente) América Latina, vestida de democracia (¿democracia?) sigue escribiéndose con sangre y sufrimientos de comunidades indígenas valerosas, que hoy por hoy, saben perfectamente qué hacer, porque saben perfectamente quién es el enemigo, con que ropajes se camufla y a quienes está sirviendo.


---------------

*Foto de Portada: www.mensajerodigital.com