Jueves 25 Abril 2024

nahuel2Por Jean Georges Almendras-28 de noviembre de 2017

 

No alcanzan las palabras para calificar la muerte del joven mapuche Rafael Nahuel. Y lo que es más: las explicaciones oficiales que se han dado al respecto, desde el Gobierno, resultan ser una burla (un atentado) a la inteligencia humana. Un duro golpe de un oficialismo obsecuente a los intereses económicos gubernamentales y privados.

Aquella tarde, del sábado 25 de noviembre, en una de las márgenes del Lago Mascardi, en Bariloche, la maquinaria represiva (de un Estado embanderado en la tarea de borrar del mapa argentino a las comunidades mapuches y otros pueblos originarios) se desplegó de tal forma que los resultados, una vez más, afectaron a los más desvalidos, a la vista de una sociedad obligada a ser cómplice, por el solo hecho de no haberlo podido impedir. Impedir un atropello dirigido a que queden todos los caminos despejados para concretarse negocios, para consolidarse emprendimientos inmobiliarios y para marcarse los territorios, o simplemente, para reafirmar la cultura del hombre blanco. Una cultura del hombre blanco: poderoso. Poderoso en su patrimonio. Poderoso en su forma de gobierno. Poderoso en su calidad de vida. Y poderoso en su metodología de puntillosa exclusión de los sectores de la sociedad más vulnerables y más desprotegidos, y más demonizados, por el aparato mediático de turno. Un aparato mediático y un Gobierno, sedientos de instaurar (de validar) un enemigo interior.

Un enemigo interior sobrado en criminalidad, cuando en realidad no son más que pueblos cargando sobre sus espaldas los dolores de la opresión y del saqueo. Un enemigo interior, fabricado ante los ojos mismos de una sociedad indiferente e insensible, para sembrar miedos, y el terror más indescriptible. Miedos y terrores que contribuirán al daño que se está haciendo a la democracia, desde las entrañas mismas de la democracia. Una democracia sobrada en criminalidad. Una criminalidad vestida de legalidad y protegida por las inevitables leyes y decretos que no sirven para otra cosa que para respaldar y promover enriquecimientos, corrupciones, negociados y muertes.

Aquella tarde, del sábado 25 de noviembre, una vez más, los esbirros del poder (esta vez los represores del grupo Albatros de la Prefectura) sacaron a relucir sus afiladas garras, arrasando con todo y con todos: hombres, mujeres y niños. Y sin contemplaciones, pisotearon los derechos de las personas y las tierras.

Aquella tarde, del sábado 25 de noviembre: la represión no pasó inadvertida, se inventaron resistencias y hasta armas de fuego. Armas que nunca existieron. Pero había que inventarlas, para justificar corridas, golpes, detenciones arbitrarias, torturas y la muerte de un joven.

Un joven, que antes de dejarnos, atinó a gritar buscando en vano aferrarse a la vida: “Me dieron, me dieron” “No puedo respirar, no puedo respirar”. Un joven cuya vida fue segada por un proyectil 9 mm. Un proyectil que le fue quitando la vida mientras era trasportado a un hospital. Un joven que no pudo defenderse. Un joven que fue baleado por la espalda. Un joven que estaba desarmado, como todos los que se encontraban allí, resistiendo con piedras, hondas y boleadoras. Un joven que no era un terrorista. Un joven que estaba acompañando por otros jóvenes, a dos de los cuales también les alcanzaron las balas. Un joven inocente. Otra víctima, de un sistema nefasto y perverso, que no cesa de aguijonear a las comunidades mapuches y a nosotros.

¿Atentar así, de esa manera, a seres humanos, solo porque tuvieron la osadía de reclamar tierras que les son propias?¡ ¡Vaya que han caído muy bajo los hombres del poder¡¡ .¡¡ Vaya que todos nosotros, también vamos cayendo muy bajo, solo por permitirlo¡¡

Conflictos de territorialidad, una muerte como la de Santiago Maldonado, una muerte como la de Rafael Nahuel, heridos e ilegalidades por doquier, presos como Facundo Jones Huala, encubrimientos, impunidades, intereses económicos, violaciones de los derechos humanos, mentiras a la opinión pública, comunicados de prensa oficiales cínicos, hombres y mujeres de gobierno orgullosos de sus atropellos, y una suma de situaciones que acarrean desilusiones. Y que van acumulando broncas, repudios e indignaciones. Una suma de situaciones desleales e inmorales, protagonizadas por uniformados, y por hombres y mujeres de la Justicia. Una suma de situaciones, que una y otra vez, de día y de noche, se dan de bruces con las valerosas denuncias de las organizaciones de derechos humanos más emblemáticas, como APDH, Madres de Plaza de Mayo Linea Fundadora y muchas más. Y con las resistencias de los principales atormentados: los mapuches.

Entonces, una ardua tarea tienen entre manos los argentinos. Y también nosotros.

La ardua tarea de revertir el mal democrático más vil y más repugnante de nuestros días: la criminalidad vestida de legalidad.


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*Foto de Portada: www.ambitofinanciero.com