Sábado 20 Abril 2024

condenadoPor Jean Georges Almendras-20 de diciembre de 2017

Una de las celdas de la Penitenciaria Nacional de Tacumbú alojará por 39 años al instigador del asesinato del periodista Pablo Medina y de su asistente Antonia Almada, en un atentado con armas de fuego de grueso calibre, cometido en un apartado camino rural de Villa Igatymi, en las primeras horas de la tarde del día 16 de octubre de 2014.

La celda en cuestión alojará al ex jefe comunal de la localidad de Ypejú: Vilmar “Neneco” Acosta. Político del partido colorado que fue reiteradamente denunciado, por el periodista Pablo Medina, corresponsal de ABC Color, como hombre fuerte del narcotráfico de la zona, y como hombre vinculado a otros hechos delictivos.

Mientras el hermano de Vilmar, un hombre de nombre Wilson, sindicado como autor material del doble crimen, permanece prófugo, su cómplice: Flavio Acosta, sobrino del ex intendente, permanece detenido en una prisión del Brasil. Seguramente, en breve, si las autoridades brasileñas activan las formalidades de rigor, será igualmente sometido a juicio en territorio brasileño, ya que su extradición al Paraguay no pudo ser concretada.

El juicio oral y público a Vilmar “Neneco” Acosta dio comienzo el pasado 23 de octubre, en el Palacio de Justicia y el mismo concluyó en la pasada jornada, 19 de diciembre, oportunidad en que el Tribunal de Sentencia dictó su condena.

Luciendo una camisa blanca y siempre sonriente, como si fuese la estrella de una telenovela, el acusado Acosta escuchó la resolución del Tribunal, acompañado por sus abogados defensores.

Considerado como autor moral del doble crimen fue condenado a 29 años de prisión, más diez años, por medidas de seguridad, totalizándose así una pena de 39 años de prisión.

En la sala se encontraban presentes periodistas y la familia en pleno del colega Pablo Medina, quien además era colaborador de nuestra redacción desde hace varios años. Su deceso, además de causar honda conmoción entre nuestros redactores y la familia periodística del Paraguay, causó impacto a nivel regional, tomando en cuenta que el crimen de Medina y de su asistente se sumó a la negra nómina de periodistas asesinados por el narcotráfico, desde el advenimiento de la democracia, siendo la primera de las víctimas el periodista Santiago Leguizamón.

A un mes del crimen de Pablo y Antonia, la redacción de Antimafia Dos Mil llevó adelante una movilización en la Plaza de la Democracia de Asunción. Allí, una extensa nómina de oradores encabezados por nuestro director y fundador Giorgio Bongiovanni, que reside en Italia, reclamaron airadamente justicia, subrayando que detrás del crimen se hallaba una red de narcotráfico estrechamente ligada al sistema político paraguayo.

Por aquellos días, los tres acusados claves del doble crimen, es decir Vilmar Acosta (ya sindicado como ideólogo) y los dos sicarios (Wilson y Flavio Acosta) que con sus armas segaron las vidas de Pablo y de Antonia, permanecían prófugos.

En medio del repudio generalizado, las fuerzas policiales y el Ministerio Público, en la persona de la Fiscal Sandra Quiñónes, dispusieron una serie de acciones para dar captura a los tres acusados, pero ni rastros de ellos. Con el correr de los días finalmente se pudo capturar al chofer del ex intendente, quien declaró que desconocía el paradero de “Neneco” pero dejó entrever que podría haber fugado al Brasil.

Evidentemente, Vilmar Acosta, en todo ese tiempo seguramente debe haber sido asistido logísticamente desde Asunción, se estima por poderosas amistades dentro de su círculo político. Una de las personas que se sindicó como colaboradora de Vilmar, fue la disputada Villalba, pero hasta el momento no fue probada esa sospecha. La cobertura de impunidad alrededor del ex intendente Acosta no pudo evitar su captura, en el Brasil, y más tarde su extradición al Paraguay. Y finalmente su juicio oral y público.

Pero debieron pasar tres años, hasta que se llegó a una conclusión: Vilmar Acosta fue hallado culpable, como autor intelectual. Y en un hecho sin precedentes en el Paraguay, ayer 19 de diciembre fue condenado a la pena máxima de 30 años. Sumándose a la pena unos diez años más por medidas de seguridad. Un hecho insólito, porque hasta el momento, en los crímenes de periodistas, en su gran mayoría permanecieron impunes. Solo el caso de Salvador Medina (hermano de Pablo) asesinado hace años atrás, fue detenido y penado el sicario que le quitó la vida, desconociéndose hasta la fecha, la identidad de quien ordenó el atentado. El sicario Melcíades Mailin, recuperó la libertad de este año y hoy se ignora su paradero. Nunca reveló a sus jefes. Los jefes que le ordenaron la muerte de Salvador.

En este caso, el crimen de Pablo Medina se aclaró y se pudo definir al ideólogo prácticamente a los pocos minutos del atentado, y además, se lo pudo ubicar y detener y finalmente condenar a una pena máxima de prisión.

La cara sonriente de Vilmar Acosta, igualmente, estará en nuestra memoria porque no hubo audiencia en la que ese rostro no se mostraba siempre irónico y burlón.

Según los defensores de “Neneco”, la condena será apelada. Según el Ministerio Público, hubo conformidad con las actuaciones y con los resultados.

Según la hija del periodista asesinado, Dyrsen Medina: “Fueron muchas jornadas de lucha. Pero finalmente hoy, después de tres años, tenemos un poco de justicia. ¡Falta derrotar definitivamente la narcopolítica y lograr justicia en Paraguay y en el mundo entero”.

Según el sentir popular, el castigo sobrevino, pero todavía restan algunos cabos sueltos: los dos asesinos. Uno aguardando la condena en el Brasil (Flavio) y el otro (Wilson) gozando de una impunidad indignante, libre y vaya uno a saber por dónde andará fondeado.

¿Ayudado por personas influyentes?¿Por integrantes del sistema político?

Al momento de redactarse estas líneas, Vilmar “Neneco” Acosta, se encuentra en su celda de la cárcel de Tacumbú. Irónico o no, de hecho el sacudón debe haberlo sentido. Comodidades en prisión de por medio, igualmente serán muchos años que estará recluido. Serán muchos años de ausencia de libertad. El castigo. El efecto de un mal irreparable. Merecido castigo por cierto.

Ahora bien: ¿Sus actividades al margen de la ley, con el narcotráfico, seguirán vigentes, aún desde la prisión? No lo creemos ¿O sí? ¿Sus vínculos con el sistema político, permanecen incólumes? ¿Qué pensará Vilmar de la condena asignada? ¿Hubo quienes le soltaron la mano al ex intendente para llevarlo tras las rejas por muchos años? ¿Vilmar habrá llegado a un extraño o secreto acuerdo interno con los vínculos de los tiempos de apogeo del clan Acosta? No podemos negar que nos causó sorpresa la decisión del Tribunal. Temíamos la impunidad ¿Podrá sobrevenir alguna sorpresa, algún imprevisto, una vez dictada la condena?. ¿La defensa podrá hallar algún camino alternativo que beneficie en corto plazo al ex intendente?

Un día, en una de las últimas audiencias del juicio oral y público, Vilmar se dirigió a la familia Medina y le pidió disculpas.

¿Desde cuándo un mafioso de su talla tiene como modalidad disculparse en público? Creemos que ese día algo aconteció en su vida, en su microcosmos de hombre ligado con el crimen. Creemos que nunca imaginó que sobre el caería una pesada carga de años de prisión.

Ayer confirmó en carne propia que su futuro sería entre rejas. Ayer escuchó la condena, pero no dejó de sonreírnos. Estamos seguros, que desde ese instante y hasta ahora (y creemos que por muchos días más) son muchos los pensamientos que lo deben estar atormentando, pero no necesariamente en términos de arrepentimiento. Diríamos más bien en términos de interpretación de la condena. De interpretación de los resultados del juicio oral y público. De su interpretación del valor justicia, en el Paraguay de hoy, dentro de los parámetros en los cuales se manejaba (¿y se sigue manejando?) , pero al margen de la ley.

Intra muros, de la penitenciaria de Tacumbú, su vida continuará: condenado y encerrado, con una rutina carcelaria, dentro de un establecimiento estatal

Extra muros, de la penitenciaría de Tacumbú, las vida de las familias Medina y Almada, y de la viuda de Pablo y de sus dos hijos adolescentes, y la nuestra como periodistas, continuarán su curso habitual, libres, y con la satisfacción de que ésta vez la impunidad no venció.

Pero todavía queda mucho por hacer, para poder decir que se hizo justicia.

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*Foto de Portada: Dardo Ramírez del diario Ultima Hora- Paraguay