Jueves 28 Marzo 2024
Ya la han perdido, bajo los golpes del mercado financiero mundial, todos los demás estados Europeos. Y la pérdida de la soberanía está incluida en el pago de su deuda a la especulación financiera internacional.

Basta con decir que si la operación “funciona”, la deuda de Grecia pasará en los próximos tres años, del actual 115% del producto bruto interno al 150. Es decir, ya se puede prever matemáticamente que en el 2013 la situación de Grecia será peor que la de hoy, con un país en recesión, desocupación creciente, el consumo por el suelo.
Siempre que la rebelión popular, mientras tanto, no haya desembocado en la sangre y no obligue al gobierno “socialista” a disparar a la gente. Y luego veremos que le sucederá a los otros dos gobiernos “socialistas”, España y Portugal, los cuales están anticipando los pasos a dar para evitar encontrarse en la misma situación de Grecia. Pero las anticipan obedeciendo las directivas de la economía internacional, hechas propias por la Unión Europea. Lo cual significa que su situación de todos modos se agravará y el favor sobre la deuda, impuesto por los especuladores, se volverá cada vez más grave. ¿Por qué? Simplemente porque no se puede encontrar una solución dentro de la lógica que ha producido el desastre de la economía mundial, a cuyos inicios (inicio, no final) estamos asistiendo. Dirán los periódicos y las televisiones que es culpa de los griegos, de los españoles, de los portugueses, después de los italianos, que viven “por encima de sus posibilidades”. Y los ilusos lo creerán, ayudados en esto por los economistas de régimen (casi todos) que han magnificado la estafa, siendo ampliamente remunerados.

Naturalmente la historia verdadera es otra. Es la historia del Imperio de estos últimos 20 años. Que ha impuesto al mundo entero su globalización. ¿Y qué ha sido, sustancialmente, la globalización americana? Un truco inventado, por la elite financiera americana (protegida y fortalecida por el dólar como moneda mundial, impuesta por la fuerza) para obligar al mundo a pagar su deuda externa e interna. Dicho en términos más crudos, pero también más exactos, un pueblo, el americano (y el de las élites de los países ricos y de los países menos ricos) que a tal punto se ha convertido en consumidor compulsivo que a esta altura es incapaz de ahorrar. El millonario en oro se ha convertido en un deudor crónico incurable. En primer lugar la clase media americana.
Todo ha sido creado para tenerlo (para tenernos) enganchado con un desmedido nivel de consumo, es decir con un endeudamiento paroxístico. El ahorro interno americano desde hace tiempo tiene el signo negativo (consumo que supera las rentas) ¿Quién paga? Pagará el resto del mundo. ¿Cómo? A través de la desregulación, la más gigantesca y desprejuiciada maniobra de engaño violento jamás intentada en la historia humana, a excepción, quizás, de la construcción de las pirámides.
¿En qué ha consistido la maniobra? En entregar a los mercados (a Wall Streat, que es el mercado Nº1) los instrumentos para determinar, desde el exterior, las políticas económicas de los países individuales. ¿Y cómo se hace? Tomando posesión de los títulos de deuda de esos países, poniéndolos en venta y determinando las tasas de interés por sus servicios. Es así que todos los Estados se han convertido en deudores, quien más, quien menos. Y no sólo eso: los deudores a los cuales les es imposible pagar se ven

obligados a endeudarse nuevamente con los mismos usureros.
Pero para hacer ésto era necesario un truco preliminar: convertir a los Bancos Centrales totalmente independientes de sus respectivos gobiernos y privatizarlos. Los Bancos Centrales han trabajado a propósito de ello para obligar a los gobiernos bajo las Horcas Caudinas de los mercados financieros. Es decir un puñado de unos centenares de personas, que nadie jamás ha elegido, ha estrechado una miríada de cuerdas alrededor del cuello de los pueblos.

Cuando los mercados financieros se han derrumbado por cuenta propia, he aquí esta gran pandilla mundial al socorro de los bancos estafadores para salvarlos. ¿Con qué? Con préstamos públicos, pagados por los ciudadanos, a tasas casi nulas. Pero los bancos estafadores que han sido salvados de ésta forma, no han soltado el lazo con el cual tienen ahorcados a los Estados ex soberanos. Que ahora van a la bancarrota uno detrás del otro. Y para no ir a la bancarrota imponen medidas restrictivas drásticas sobre las rentas de la gente común y sobre los servicios vitales para la población. Es decir, para mantener con vida la salvaje especulación, que ha producido mundialmente en estas últimas décadas, una neta transferencia de riqueza de los pobres hacia los ricos, de alrededor del 20% del PBI mundial, se empobrecen aún más las clases más pobres de la población. El rigor no se le impone a los especuladores, sino a los ciudadanos.
Se rompe un pacto social creando las condiciones para una explosión de conflictos, de la cual ellos siempre tienen esperanzas de salir con soluciones autoritarias. Éste es el señoreaje al cubo. Hay una sola solución (pero no se oye que la propongan los sindicatos, o los partidos que tendrían que ser de izquierda, o que venga por parte de la oposición). Nacionalizar la deuda de los Estados y sustraerla a los mercados financieros. Japón lo ha hecho, también la Argentina: ambos lo han logrado muy bien. Renacionalizar los Bancos Centrales es la segunda movida indispensable. Rechazar la decisión europea de exacerbar los controles de los Estados por parte de los mercados financieros.
¿Es el final de Europa, del euro? Para nada. Es el final de la estafa. En todo caso quien agita a estos espantapájaros debería saber que este mecanismo ya está al borde del colapso y no lo salvará ni siquiera la suma de los sacrificios que se les piden a los pueblos que no son culpables y que han sido engatusados. Los griegos tienen razón cuando dicen: “no pagaremos”. Ésta es la respuesta que debe resonar en cada plaza de Europa.

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