Los Servicios Secretos afganos, absolutamente corruptos como toda la policía, han pedido y obtenido del gobierno italiano el usual millón de dólares que se dividieron con Karzai (no es una casualidad que la negociación se haya desbloqueado luego de que el presidente Quisling de Afganistán haya intervenido personalmente sobre los Servicios Secretos que en pocas horas transformaron las gravísimas acusaciones, como las de haber participado en un complot para asesinar al gobernador de Laskar Gah y de tener responsabilidades directas en el secuestro del periodista del diario “Reppublica” Daniele Mastrogiacomo y en el homicidio de su intérprete, en un veredicto de “no culpable”. Un giro de 360 grados.
En cuanto a los anglosajones, ellos han obtenido lo que querían: el cierre, al menos temporalmente, del hospital de Emergency de Lashkar Gah. De hecho la OTAN está por lanzar una gran ofensiva en contra de Kandahar, la histórica fortaleza de los talibanes. Kandahar no es un pueblo, es una gran ciudad y es de suponer que los bombarderos americanos hagan una mies de civiles más abundante de lo usual. Por el resto toda Kandahar – incluso aquellos que no combaten directamente – es talibana y no es fácil distinguir. Emergency habría sido un testigo terriblemente incómodo y por lo tanto era necesario sacarla del medio. Todos estos enredos indecorosos no estarían si los occidentales hubieran tenido la honestidad de declararle la guerra a Afganistán, en lugar de definir la presencia de sus 130.000 soldados como “una operación de paz”, amparándose detrás de la imposición de un presidente fantoche como Karzai (ex consultor de la Unocal, la gran compañía americana que querría construir el famoso gasoducto, el cual atravesaría todo Afganistán para poder llevar el gas desde Turkmenistán a Pakistán, es decir hasta el mar – uno de los grandes errores del Mullah Omar fue que quiso confiarle la construcción del gasoducto a la Bridas, la petrolera más importante de Argentina, dirigida por el italiano Carlo Bulgheroni). Con una declaración de guerra no existirían ONG de todo tipo emplazadas en pleno centro del territorio enemigo, periodistas y “almas piadosas” de toda clase revoloteando por el País. Lo único que quedaría es la Cruz Roja Internacional, que antes que Scelli, el protegido de Berlusconi la hiciese de ella una caravana embarcando a cualquiera, cumplía las únicas funciones que debía cumplir: la atención de los heridos de todas las partes en conflicto y la tutela de los prisioneros. Durante la Segunda Guerra mundial habría sido impensable que un periodista alemán se moviese libremente en territorio inglés y viceversa, o que los alemanes o los ingleses tuvieran su hospital en territorio enemigo. Éstas son las equivocaciones a las cuales lleva una “no guerra”, que sin embargo es una guerra. Que ya no tiene ningún justificativo, si es que en algún momento la hubiese tenido y que es la más cobarde que se haya visto jamás, porque por un lado hay gente que combate con aviones fantasma, privados de piloto, los Dardo y los Predador y por el otro lado hombres en zapatillas que combaten casi con las manos vacías. www.ilribelle.com 

IL FATTO QUOTIDIANO 24 ABRIL DE 2010