Jueves 28 Marzo 2024
“Distinguido Señor Presidente del Consejo,
Le escribo a través de un periódico que usted no lee, sin embargo alguna palabra le tengo que decir, porque el viernes su desenvuelto sentido del humor tocó a personas que son muy queridas para mí: "las chicas lindas albanesas".Mientras el primer ministro de mi país de origen, Sali Berisha, confirma el compromiso del poder ejecutivo en la lucha contra los contrabandistas, usted ha puntualizado que “con quien traiga chicas lindas podemos hacer una excepción.”

Yo he estado con esas “chicas lindas”, decenas de ellas, de noche y de día, a escondidas de su proxeneta, las he seguido desde Garbagnate Milanese hasta Sicilia. Me han contado fragmentos de sus vidas violadas, destrozadas, devastadas. A “Stella” sus dueños le grabaron una palabra debajo del estómago: puta. Era una linda chica, con un defecto: secuestrada en Albania y traída a Italia, se negaba a andar por la calle. Después de un mes de violaciones colectivas por parte de los proxenetas albaneses y sus socios italianos, le tocó ceder. Conoció las calles del Piemonte, de Lacio, de la Liguria y quien sabe cuántas otras. Y fue entonces – tres años más tarde – cuando le grabaron su profesión en el estómago: así por juego, por antojo.
En un tiempo era una linda chica, es verdad. Pero hoy es solo el rechazo de la sociedad, no se enamorará nunca más, jamás se convertirá en madre o en abuela. Ese “puta” en el vientre la ha borrado cualquier destello de esperanza y de confianza en el hombre, la bestialidad de los clientes y de sus protectores le han destruído el útero.
He escrito una novela sobre las “chicas lindas”, publicada en Italia con el título “Sol quemado”. Años más tarde hice un documental para la televisión suiza: fui a la búsqueda de otra chica linda, se llamaba Brunilda, su padre me había pedido con lágrimas en los ojos que investigara sobre ella. Era un padre como tantos otros padres albaneses a los cuales les han desaparecido las hijas, secuestradas, mutiladas, colgadas cabeza abajo en carnicerías abandonadas, si osaban revelarse. Era un padre como usted, Presidente, sólo que menos afortunado. Y todavía hoy el padre de Brunilda no acepta que su hija haya muerto para siempre, ahogada en el mar o ejecutada en alguna esquina de los suburbios. Él sigue esperando, sueña con el milagro. Es una larga historia Presidente… Pero si supiese que puedo contar con su atención, le enviaría una copia de mi libro, o le mandaría el documental, o con mucho gusto intercambiaría algunas palabras con usted. Pero le aviso señor Presidente: yo contesto los chistes, no me los trago.
Le debía estas líneas, en nombre de todas las Stella, Bianca, Brunilda y de sus familias. En estos años de difícil transición Albania se ha infligido muchos sufrimientos y muchas heridas, con sus propias manos, pero en el pueblo albanés también crece el deseo de poder caminar finalmente con la espalda derecha y la cabeza en alto. Albania no tiene más paciencia, ni comprensión para las humillaciones gratuitas. Creo que si usted dejase una vez de considerar los dramas humanos como material para bromas de bar nocturno, sería mejor para Ud.

* Elvira Dones, escritora-periodista.

Nacida en Durazzo en 1960, graduada en Letras albanesas e inglesas en la Universidad de Tirana. Emigrada de su País antes de la caída del Muro de Berlín, desde el 1988 hasta el 2004 vivió y trabajó en Suiza. Actualmente vive en los Estados Unidos, donde alterna con la narración el trabajo de periodista y guionista.
(15 de febrero de 2010)

http://www.repubblica.it/politica/2010/02/15/news/scrittrice_albanese-2292563/