En todos estos años de desarrollo científico hemos creído alcanzar grandes metas de democracia y civilización, hoy podemos decir que la evolución no está dada por los instrumentos que provee la tecnología, sino por la propensión personal a ser mejores, donando a la sociedad los “talentos” que cada uno de nosotros posea. Es el abc del crecimiento y de la convivencia social que está bien recordar para reasignar a cada valor su justo significado. Un significado que tal vez nunca como en este momento ha perdido la orientación, deformado en su histórica esencia debido al delirio de tantos Césares, Nerones, Herodes... mentes perturbadas por su propia exaltación, que para sentarse eternamente sobre el trono del poder, ofrecen sus almas al primer “diablo” de turno. Y hoy, si esta Italia fuese Jerusalén, podríamos decir que la matanza de los inocentes todavía no ha terminado y que demasiados “profetas”, ya sean laicos o religiosos, son lapidados todavía hoy. Pero tal vez algo ha cambiado, una parte del pueblo que gritaba “Barrabás”, hoy está en la plaza pidiendo justicia, con un ímpetu de rebelión que nace del deseo de libertad.
Desde hace años hay un principio sacrosanto que está en subasta: “La ley es igual para todos”, que a cada cambio de guardia el Estado vende al mejor postor.
Un principio que ha marcado en el bien y en el mal, la historia de éste, nuestro desgraciado país, el cual, entre lutos y atentados, engaños y esperanzas, se encuentra después de dieciocho años nuevamente en una encrucijada ante un nuevo compromiso político, en camino de ocultación definitivo y la aceptación de las graves verdades que desestabilizarían los pilares fundamentales de un organismo institucional mellado hasta los máximos niveles por los parásitos del sistema criminal y de la corrupción. Un camino en subida indudablemente, que reasignaría la fuerza, en el segundo caso, a esa parte de nación honesta, aplastada por los efectos devastadores de las complicidades político – mafiosas.
Los atentados del '92.
Por ello es tan importante el trabajo de las fiscalías antimafia de Palermo y Caltanissetta, que se están ocupando por un lado de la llamada “negociación” (entre Mafia y Estado) y por el otro de la pista sobre los mandantes externos del atentado de Vía D'Amelio. Es necesario “comprender qué relación existía entre la naciente Segunda República y los atentados de 1993 – ha recordado ayer el Senador del Pd Giuseppe Lumia – y comprender, además del rol de Dell'Utri, cuáles fueron los mecanismos que entrelazaron la política de aquellos años con los nuevos rostros de Cosa Nostra”. Además – ha continuando diciendo el ex presidente de la comisión antimafia - “es importante que además de la magistratura -a la que no hay que amordazar, ni agredir- también la política en la comisión parlamentaria esté dispuesta a seguir adelante y a aceptar las más 'amargas verdades' y las consecuencias de las llamadas 'responsabilidades políticas”. Está claro que los sistemáticos ataques a la magistratura y particularmente a Antonio Ingroia y Nino Di Mateo, fiscales del proceso a Mori (general de los carabinieri), quienes han sido los primeros en recoger las delicadas declaraciones de Massimo Ciancimino, son una señal de la parte del gobierno de deslegitimaciones preventivas e instrumentales. Apuntar el dedo contra estos dos verdaderos servidores del Estado, con el cual muchos ciudadanos honestos se identifican y por el cual otros tantos han dado la vida, significa exponerlos a la venganza homicida de la criminalidad organizada, siempre lista a servir al “dueño” para recibir su hueso a cambio. Las revelaciones de Massimo Ciancimino, a pesar de lo que se diga, dan miedo, porque también quien lo ataca las cree verdaderas. Pero probablemente lo que más preocupa a éstos, es el hecho de que quienes las están analizando, verificando y cotejando, no pueden ser chantajeados.
Ciancimino 1º certificado de credibilidad.
Y a pesar de que el Senador Dell'Utri se prodigue en juicios contra la credibilidad del declarante, apelando a un escrito de Ciancimino definido como “contradictorio”, por algunas reticencias iniciales del hijo de Don Vito Ciancimino, que según él dice se debieron al temor de “entrar en un juego más grande que él”, hay una sentencia en la cual el hijo del ex intendente de Palermo ha sido considerado como altamente atendible por la Corte que el pasado julio condenó a 10 años y 8 meses por asociación mafiosa al ex diputado siciliano de Forza Italia Giovanni Mercadante. Un médico de entre los más renombrados y conocidos de Palermo, jefe de radiología del centro de tumores del hospital Cívico y miembro del más estrecho círculo de consejeros de Bernardo Provenzano, junto a Pino Lipari y Tommaso Cannella. Massimo Ciancimino ha ayudado a la Corte a reconstruir puntualmente y con coherencia los pasajes sobresalientes de un conflicto surgido justamente entre ambos, Lipari y Cannella, constituyendo esto una verificación formidable a lo que declararon dos colaboradores de justicia (arrepentidos mafiosos), del calibre de Angelo Siino y Antonino Giuffrè, quienes ya habían sido reconocidos por los Tribunales de media Italia, como altamente creíbles. También en este caso el testigo de la casa Ciancimino ha reconstruido el perverso sistema de frecuentaciones, alianzas y acuerdos político-institucionales que convirtieron a Riina, Liggio y Provenzano en un centro de poder capaz de condicionar la historia político-social y económica de Sicilia y en parte de la República, desde los años setenta hasta el día de hoy. Una extraordinaria correspondencia de los hechos que los jueces han apreciado mucho y que en parte se puede reencontrar en los interrogatorios del proceso Mori, el ex número uno del Sisde (Servicios Secretos), bajo acusación por la captura fallida de Provenzano en el '95. Un procedimiento que comenzará nuevamente el próximo 2 de marzo y que verá al mismo Ciancimino empuñar su causa de la verdad heredada pesadamente del padre, en el contra interrogatorio de la defensa. Con la perspectiva de dar su explicación, incluso, en el proceso contra el Senador Dell'Utri, por la cual la Corte tendrá que expresarse sobre su admisión, las relaciones económicas que en los años '70 y '80 habrían unido indisolublemente en un vínculo de intercambio recíproco, intereses mafiosos y sociedades operantes en la construcción de Milán 2. Verdades muy graves que ya no pueden ser amordazadas y que una gran parte de Italia, aquella que ha dejado de gritar “Barrabás” desde la plaza, está lista para escuchar.