Es una noticia de hoy que el Csm en pleno(Consejo Superior de la Magistratura, con 19 votos a favor y 7 abstenidos) ha decidido que Antonio Ingroia tendrá que permanecer en Aosta por lo menos tres años para ocupar su nuevo cargo de procurador sustituto.

Un verdadero castigo para impedirle que acepte el ofrecimiento del gobernador de la Sicilia, Rosario Crocetta, como presidente de la sociedad para la recaudación de impuestos de la Región Sicilia. El mismo Ingroia había explicado que trabajar en la Serit no habría sido “una tarea para burócratas de Estado”, en cuanto la gestión y la recaudación de impuestros en la isla “siempre ha estado en manos de la mafia”, un sector “que vive aún hoy anomalías y opacidad, entre asesorías que cuestan millones y operaciones sospechosas”. Es decir que el encargo ofrecido a Ingroia habría amenazado determinados centros de poder y habría representado al mismo tiempo un cambio de rumbo en su trayectoria, una continuación de su experiencia, haciendo respetar la ley y golpeando de forma muy dura a los grandes evasores, que a menudo están ligados a la mafia.

La palabra “ensañamiento” resulta bastante acertada para sintetizar el comportamiento del órgano de autogobierno de las togas con respecto al magistrado palermitano. Muchas veces hemos escrito sobre las graves iniquidades que han contradistinguido las decisiones del Consejo Superior de la Magistratura, en el pasado y en el presente: las graves medidas que fueron tomadas con respecto a Falcone y Borsellino, las igualmente abnormes medidas tomadas hacia Nino Di Matteo, Roberto Scarpinato y justamente Antonio Ingroia. En lo que concierne a este último hemos sido testigos de una sistemática máquina de guerra con el objeto de debilitar, flaquear, deslegitimar, aislar y en fin matar civilmente a un magistrado “culpable de no doblegarse a lógicas de poder. La muerte civil prospectada hoy por el Csm hacia Ingroia refleja la muerte de la justicia y de la democracia perpetrada impunemente por parte de un Estado-mafia más vivo y operativo que nunca. Para evitar que esta máquina golpee a otros hombres justos es indispensable conocer los hechos desde el principio, desde cuando Antonio Ingroia empezó a trabajar al lado de Paolo Borsellino.

Si se parte desde su actividad judicial en Marsala se comprenderá como es que ha llegado  a las más importantes investigaciones sobre mafia y política, para después pasar a ocuparse de la investigación Estado-mafia junto a valientes magistrados como Nino Di Matteo. En todos estos años Ingroia se ha distinguido por el coraje de defender la Constitución incluso fuera de las aulas de la justicia, en las plazas, entre la gente, reivendicando el derecho de poder hacerlo, incluso como magistrado. Sus procesos contra hombres del poder como Marcello Dell’Utri, o ex exponentes de las fuerzas de policía como Mario Mori, Bruno Contrada y otros (por no hablar de los numerosos boss mafiosos procesados y condenados) son igualmente representativos de su acción judicial.
Paralelamente se han sucedido ataques concéntricos que no le han dado tregua: a partir de los del Csm por haber participado a Congresos políticos en los cuales se definía a si mismo “partesano de la Constitución”, y de los de su misma corriente “Magistratura Democratica”, capaz de redactar un documento decididamente contra Ingroia haciendo evidente referencia a la gravedad de una “exposición mediática”, por no hablar de los ataques de la Asociación Nacional de Magistrados según la cual el ex magistrado tenía de todos modos en sus exteriorizaciones “comportamientos políticos”.

Las pesadas injerencias del Presidente de la República respecto a la Fiscalía de Palermo mediante el conflicto de atribuciones* (elevado por el Quirinal –Residencia del Presidente- en relación con las llamadas telefónicas entre el Presidente mismo y el ex ministro Nicola Mancino” han representado el cúlmine de un ataque que mira a detener el delicado trabajo investigativo sobre la Negociación Estado-mafia emprendido por Antonio Ingroia, Nino Di Matteo, Francesco Del Bene, Lia Sava y Roberto Tartaglia.
Este castigo del Csm, que se ha materializado a través del diktat del nuevo encargo en la ciudad de Aosta, con un rol inferior respecto al que revestía en Palermo, es solo el último acto de una verdadera condena a la muerte civil. Pero es sobre todo la demostración de que la democracia en Italia sigue estando en manos de aquellos sistemas criminales que han atravesado décadas enteras de nuestro reciente pasado y que pretenden cancelar toda huella de quien ha osado investigar y procesar al Estado connivente.
Queda de todas formas la esperanza de que cuando los jóvenes del futuro lean estos relatos vivirán ya en un País libre del chantaje mafioso. Y sobre todo queda como una especie de testamento moral y espiritual las palabras de Antonio Ingroia contenidas en su libro “Yo se” (ed. Chiarelettere). “Me siento, como todos los italianos, un poco hijo de la negociación entre Estado y mafia –decía Ingroia a Peppino Lo Bianco y Sandra Rizza –porque lo que nosotros tenemos alrededor nuestro, probablemente, es de alguna forma el fruto perverso de esa negociación. Pero si es así, hoy tenemos el derecho de saber hasta el fondo quienes fueron nuestros padres, es decir los padres de esa negociación. Debemos insistir en conocer hasta el fondo nuestro pasado, aunque conocerlo nos hiera, nos haga daño. Solo de esta forma podemos hacer las cuentas con nuestro presente y nuestro futuro. La Carta constitucional constituye hoy la única brújula de la mejor parte de nuestro país. Nuestra única ancla de salvación. Si no queremos perder nuestra batalla por la tutela de la democracia italiana, debemos defenderla hasta el fondo”.

El mismo Ingroia ha contestado sin titubear a la pregunta si en estos veinte años le hubiese pasado por la cabeza la sospecha de que Paolo Borsellino no haya sido simplemente víctima del mecanismo perverso de la negociación, sino que haya sido asesinado por hombres del Estado, bajo el perfil de una precisa responsabilidad penal. Parafraseando a Pasolini*, yo se que el Estado ha tenido responsabilidad en la muerte de Paolo Borsellino –ha ratificado-, y no me refiero solamente a una responsabilidad moral y ética. Estoy convencido de que hombres del Estado han tenido una responsabilidad penal en esa masacre. Siempre he pensado esto, lo mismo que los familiares de Paolo Borsellino. Siempre lo han pensado Agnese Borsellino y todos los amigos de Paolo, mucho más de cuanto se haya podido pensar por la muerte de Giovanni Flacone. Siempre hemos pensado que en el atentado de Via D’Amelio había algo más y de alto nivel. Y las cosas que han salido a la luz en los últimos años sobre el clamoroso –por decir poco- y criminal despistaje no hacen más que confirmar esta convinción. Me rehuso a pensar que se haya tratado solo de una acción de despistaje con la única intención de encubrir a killer más importantes. Está claro que debe de haber habido algo más importante que se quería tapar.

Comprendo las dificultades que encuentran los colegas de Caltanissetta (que son lo mejor que la magistratura pudiera expresar) en hacer un proceso con las pruebas necesarias por hipótesis de delito tan graves como es ‘concurso en estrago’. No quisiera estar en su lugar y quizás también por esto, en todos estos años no he querido nunca ocuparme directamente de las investigaciones sobre la muerte de mi amigo. Para mi el hecho de representar a un sector del Estado italiano, de ese mismo Estado que condenó a muerte a Borsellino, es una herida abierta todavía”.
Para sanar esa herida, no podemos hacer más que impedir que haya otros muertos civiles, antes de que el corroer de la ignavia o de la complicidad nos golpee, antes de que sea demasiado tarde.
Gracias a Dios Antonio Ingroia no ha muerto todavía, y es por ello que auguramos que se le permita seguir trabajando –y luchando- dentro de la magistratura o en la política; donde quiera que tenga la posibilidad, a través de su trabajo, de hacer caminar sobre sus piernas las ideas de Falcone y Borsellino, hermanos mayores suyos y nuestros caídos en esta guerra infinita.

* Conflicto de atribuciones:
http://www.antimafiadosmil.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2483:destruye-las-escuchas-telefonicas-violada-la-ley&catid=117:latinoamericanas&Itemid=512  

http://www.antimafiadosmilargentina.com/index.php/antimafia-italia/8595-negociacion

* Pier Paolo Pasolini: periodista, escritor e intelectual italiano que decía “Yo se. Pero no tengo pruebas”.