Las palabras de Marcello Dell'Utri encierran el quinto elemento del ADN que pertenece a buena parte del pueblo italiano. El ex magistrado que tenía en mente hacer una ley para arrestar a los evasores fiscales representa, tanto para el poderoso como para el mediocre, un personaje “inquietante” que es mejor tener lejos, fuera de los edificios gubernamentales. Es así como el proyecto revolucionario de Antonio Ingroia se estrella contra el muro levantado por condenados, conniventes, mafiosos, mentecatos, hipócritas y charlatanes, que desde siempre en Italia se oponen a un posible renacimiento político-cultural. La responsabilidad de la debacle del centroizquierda en estas elecciones políticas es anagramacompletamente del mismo centroizquierda que en estos años ha confabulado tranquilamente con Silvio Berlusconi - permitiéndole quedarse en la escena política - sin levantar ni un solo dedo para borrar sus leyes ad personam y sin ocuparse del conflicto de intereses. De las columna del periódico “Reppublica”, a través de la pluma de Michele Serra, se desea que  Ingroia “regrese a Guatemala y que se quede allí para siempre”. Opinión compartida por esa categoría de italianos capitoneada por Marcello Dell’Utri y apoyados por los medios de comunicación complacientes y cómplices.
Es evidente que Ingroia pudo haber cometido errores en buena fe en la creación de su lista, bajo una presión indecible y con tiempos increíblemente apremiantes, pero eso no quita que entre los 10 puntos de su programa político estaba “la eliminación de la mafia”. Un objetivo completamente “revolucionario”. Pero éste es un país que no quiere eliminar a la mafia, que no quiere llegar a la verdad sobre los mandantes externos de los atentados porque sabe que entre los que han negociado con Cosa Nostra encontrará a hombres del Estado. Y éste es un Estado-mafia que tiene todo el interés en querer seguir en el surco trazado por personajes “híbridos” Andreotti, Gelli, o Dell’Ultri.
anagrama2Este es un país en el que su mayoría ambiciona a los “èxitos” del bunga-bunga de un condenado multi millonario, que sueña con ser como él, capaz de eludir las leyes y de los tribunales, deseando un futuro de corrupción impune. Pero como contrapartida existe una minoría herida que no pretende escapar, que todavía se preocupa por el futuro de las nuevas generaciones y que se obstina en querer apoyar a los magistrados que investigan sobre la “negociación”. Una minoría que ha respondido y que deposita sus esperanzas en Antonio Ingroia. Y es hacia el ex Fiscal de Palermo que va nuestro más profundo agradecimiento por haber dado alma y cuerpo a este proyecto. Que todavía tiene que despegar su vuelo.
El anagrama de “Italia” con el agregado de la letra “n” es: “alianti”. Quizás realmente necesitemos de un par de alas para observar desde lo alto a este extraordinario y desgraciado País nuestro que aún espera poder ser liberado del todo.