Desde que nació la primera Comisión parlamentaria antimafia en 1962 la metodología de la misma ha girado constantemente alrededor de verdaderas absoluciones de aquellos políticos presunta o declaradamente conniventes con la mafia de los que se ha ocupado. Las “excepciones” de hombres como Pio La Torre (asesinado por la mafia), Gerardo Chiaramonte y poquísimos más han representado “la anomalía” dentro de esta institución. Así como la Comisión dirigida por Luciano Violante quien, antes de convertirse al más insolente “garantismo” (después de haber “recuperado” la memoria sobre lo que sabía de los contactos entre Vito Ciancimino (ex alcalde mafioso de Palermo) y el ROS (Reparto especial de los Carabinieri) en el ámbito de la investigación sobre la “negociación”), cuenta con el mérito de haber emprendido un trabajo importante sobre el tema mafia-política. Lo mismo vale para la breve regencia de Giuseppe Lumia que estaba apuntando a los niveles más altos de las connivencias mafiosas antes de ser interrumpido por el cambio de gobierno. Así como para Francesco Forgione, aunque aún pesa sobre él la elección de haberse opuesto a la propuesta de Orazio Licandro (Pdci-Partido de los Comunistas Italianos) y de Angela Napoli (AN) de prohibir el acceso a la Comisión para los condenados y acusados de crímenes mafiosos y en contra de la Administración Pública. Con el resultado de que por primera vez en la historia dos condenados por corrupción pasaron a formar parte de la Comisión parlamentaria antimafia (Paolo Cirino Pomicino y Alfredo Vito).  
Si para los magistrados de Palermo detrás de la “negociación” hubo un ideólogo político, para Pisanu no es así en absoluto. El presidente de la Comisión que ha atravesado los gobiernos Berlusconi-Monti - amico de Flavio Carboni (hombre de negocios, ex brazo derecho de Calvi y socio del jefe mafioso Pippo Calò) y frecuentador de miembros de la logia masónica P2 – ha hablado exclusivamente de “un tácito y parcial acuerdo”. “Podemos decir – ha precisado el presidente de la Comisión Antimafia en su borrador de informe final – que hubo al menos una negociación entre hombres del Estado privados de un mandato político y hombres de Cosa Nostra divididos entre ellos, por lo tanto ellos tampoco contaban con un mandato unívoco y soberano”.
Ante la total incongruencia de semejantes afirmaciones es precisamente uno de los protagonistas más importantes de esos hechos quien responde: Mario Mori. “Habría estado loco si hubiera negociado sin apoyos políticos” ha sido la lacónica réplica del ex comandante del ROS que entre los atentados de Capaci y Via D'Amelio se había encontrado con Vito Ciancimino para establecer un contacto con Cosa Nostra.
El hecho de que el general Mori no fuera interrogado no es más que la punta del iceberg de todo lo que no hizo la Comisión para hacer luz sobre la “negociación” Estado-mafia. Por no hablar del hecho de que no se realizó un careo entre los ex ministros Nicola Mancino y Claudio Martelli. Igualmente la Comisión Parlamentaria antimafia habría podido interrogar a Gaspare Spatuzza (ex mafioso colaborador de justicia) para saber más sobre el tema del despistaje sobre el atentado de Via D’Amelio instrumentado por el falso arrepentido Vincenzo Scarantino “manejado” por organismos institucionales. Igualmente Pisanu habría podido llamar a los 3 policías a las órdenes de Arnaldo La Barbera (ex jefe de la policía di Palermo que resultó ser pagado por un periodo por los Servicios Secretos con el nombre de “Rutilius”) para hacer luz sobre la “colaboración” del “picciotto” (Scarantino) de la banda de la “Guadagna”.
No se hizo nada de todo esto. Ni siquiera Bruno Contrada convocado a interrogatorio. La Comisión habría podido pedirle al ex número 3 del SISDE (Servicio secreto italiano) que contara su verdad para comprender mejor cuál es el “Estado” al que había servido y en virtud de qué “razón de Estado” había ejecutado determinadas ordenes.
Pisanu ha preferido adquirir documentos de los Servicios Secretos que por otro lado los ha definido como “poco homogéneos”. Pero entonces ¿porqué no ha querido escuchar a los puestos más altos de los Servicios Secretos de aquella época? Sólo así habría podido argumentar en contra de aquellas cosas que ha considerado como poco homogéneas. Las tesis negacionistas y auto absolutorias presentes en el informe Pisanu son el espejo de una política connivente que no quiere ni en lo más mínimo obtener verdad y justicia sobre el pacto perverso entre mafia y Estado.
Nos encontramos frente a verdades a medias que producen el efecto desolador de despistar ulteriormente la búsqueda sobre quienes son quienes han negociado con la mafia dentro de un criminal do-ut-des. Una vez más desde los altos despachos se despliega un manto sobre la posible indentificación de aquellos exponentes del Estado-mafia que junto a Cosa Nostra fundaron – sobre la sangre de todos los mártires que nuestro País tiene en su historia –las bases de la Segunda República. Sobre la cual jamás podrá apoyarse una tercera si no se llega a una plena e incondicional verdad.

http://www.antimafiaduemila.com/2013011840749/giorgio-bongiovanni/la-cupola-parlamentare-antimafia-2013.html