como arrogantes hacia los magistrados que se han ocupado del caso de Massimo Ciancimino preguntándose cuál era el sentido de seguir investigando sobre un “cuento mediático-judicial de la negociación Estado-mafia de los años de los atentados de Capaci, Via D'Amelio y otros”. Por su parte exponentes políticos como Maurizio Gasparri y Luigi Compagna han sentenciado que “no pueden investigar sobre Ciancimino aquellos que han hecho de él un oráculo”, pidiendo expresamente “una comisión parlamentaria de investigación  sobre el trabajo con los arrepentidos” y amenazando con iniciar una causa en contra de Michele Santoro por haber tenido como invitado al hijo de Vito Ciancimino en el programa “Annozero”. En esta sarta de declaraciones tendientes sólo a preparar el terreno para la definitiva deslegitimación de un fiscal como Antonio Ingroia, Antonino Di Matteo y en general en contra de la fiscalía de Palermo, las venenosas palabras de Giuliano Ferrara son las que más se destacan. Para el director del periódico “Il Foglio” Ingroia tiene “la libido de congreso" y "utiliza su delicado poder de investigación y de acusación, mezclando un activismo político faccioso en forma incompatible con la Constitución y la ley de la República." Ferrara en su editorial instrumentaliza las acusaciones de Massimo Ciancimino respecto a hombres de las instituciones que estarían implicados en la "negociación" entre Estado y mafia para demostrar su tesis. Y es decir que "cuando un magistrado avala una conspiración calumniosa contra los jefes del gobierno, los parlamentarios, los generales de los carabinieri, los jefes de los servicios secretos y los vice presidentes”, hay que recurrir al  artículo 289 del código penal, 'atentado a organismos constitucionales' que condena con diez años de cárcel a quien conspira en contra del Estado”. Por lo tanto la dimisión es lo que Ferrara invoca para  Antonio Ingroia, bajo la amenaza de una hipotética acción penal en su contra. La tan tremolada defensa de quien “ama a la República” de la cual emana hipócritamente la editorial del periódico “Il Giornale” se contradice con las mismas afirmaciones de Giuliano Ferrara publicadas el 13 de mayo de 2003 en “Il Foglio”, bajo el título “Currículum del Elefantito”. En ese excursus vitae Ferrara también contaba entre otras cosas que entre finales de 1985 y finales de 1986 “entre los tantos trabajitos hechos” estaba incluido el de ”informador pago de la CIA”, agregando que “en la política no es la capacidad de chantaje lo que hace las carreras sino la disponibilidad a ser chantajeados”. Una clase de “confesión” sobre la medición ético-moral del director de “Il Foglio” y sobre todo un análisis brillante sobre un sistema del poder pasado, nunca tan actual.
Detrás del ataque de Giuliano Ferrara están precisamente los "híbridos connubios" ya individualizados por Giovanni Falcone y Paolo Borsellino antes de ser asesinados. Un verdadero “virus” que se activa con todos sus medios en contra de todos los “anticuerpos” que querrían dominarlo. Es así como las campañas mediáticas contra aquellos magistrados que a través de sus investigaciones han llegado a “la antesala de la verdad” asumen día tras día ribetes cada vez más violentos y difamadores. Periodistas más o menos conocidos, más o menos vendidos a este sistema de poder se vuelven cómplices de los "buitres" que se preparan a la rendición de las cuentas. En la mira están los hombres y mujeres que han jurado fidelidad a la Constitución italiana. Por lo tanto Antonio Ingroia y algunos sus colegas se vuelven el objetivo a derribar. Deslegitimación, aislamiento, eliminación moral o física, la rutina que se prevé es exactamente ésta. Hasta el próximo eventual martirio.
En un ensayo de Antonio Ingroia publicado recientemente como prefacción al libro de Maurizio Torrealta "Cuarto nivel" no hay una sola palabra sobre las investigaciones en curso sobre Massimo Ciancimino, pero también en este caso los nuevos “fariseos” del templo se rasgaron las vestiduras por esta publicación. Es evidente que lo que asusta principalmente es el lúcido y detallado análisis del fiscal palermitano sobre la “razón de Estado” que domina la historia de los impunes atentados de nuestro país. El análisis del magistrado afronta sin rémoras un "universo mafioso cada vez más condicionado por esa clase social constituida por profesionales, consultores, hombres políticos, empresarios, funcionarios estatales, que constituyen la elite de la llamada 'burguesía mafiosa". Ahora ese mismo “universo mafioso” ve en peligro su propia existencia y se prepara a lanzar ataques aún más violentos. El escrupuloso trabajo de la fiscalía de Palermo, así como el de la de Caltanissetta, sobre temas tan delicados como la "negociación" Estado-mafia y las nuevas investigaciones sobre el atentado de Via D'Amelio avanza en un peligrosísimo circuito de obstáculos. Una clase política connivente y corrupta aprieta el acelerador para cumplir con el sistemático desmantelamiento de la Justicia de forma tal de impedir por todos los medios que se llegue a la verdad sobre los ideólogos durante el bienio de los atentados 92'/93'. En una verdadera carrera contra el tiempo, si el “escudo” de la sociedad civil sabrá ser más fuerte y firme de cuanto lo haya sido últimamente, magistrados como Ingroia, Di Matteo, Lari y otros no correrán riesgos y podremos llegar a la verdad; de otra forma no tendremos justificación frente a posibles nuevos magnicidios. En ese caso los “buitres” habrán ganado. Y también sus cómplices. Por lo tanto, si hubieran nuevos atentados, si nuevas autobombas destruirían edificios enteros de Palermo, eliminando a personas, hombres y mujeres de las escoltas, magistrados llamados Ingroia, Di Matteo, Lari, Gozzo, Marino o periodistas, sabed que la Mafia sólo ha sido el brazo armado de ese monstruo al cual paquidermos como Ferrara y primeros ministros de la P2 como Berlusconi representan, es decir el cuarto y el quinto poder.

Por Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo
25 de abril de 2011