acusado de haber investigado con métodos ilegales el tráfico de estupefacientes en los años 80’.
Se concluye así, después de casi 15 años desde que inició la investigación, una vicisitud judicial de matices anómalos. Los magistrados del tribunal supremo han impuesto una multa de 20 mil euros al coronel Riccio, confirmando además la condena a 24 años infligida por la corte de apelación de Génova en julio del 2009 al mariscal Giuseppe del Vecchio. Como un puñetazo de lleno en la cara la resolución de Casación vuelve a encender los reflectores sobre una historia que merece ser contada con todas sus implicancias.

Génesis de un proceso.

El 28 de marzo del 2007 el coronel de los carabinieri Michele Riccio había sido condenado por el tribunal de Génova a 9 años y 6 meses de cárcel por tráfico de estupefacientes en las operaciones anticrimen “Topkapi” y “Pantera”, y por la refinería de Corso Europa. Dos años después, el 14 de julio 2009, la pena fue reducida en apelación a 4 años y 10 meses. Y es precisamente Riccio, el ex oficial de los ROS de 61 años que ha trabajado al lado del general Carlo Alberto Dalla Chiesa* y que en el 1995 estuvo al punto de capturar a Bernardo Provenzano, el que ha pagado las consecuencias más grandes.
Fueron los tres fiscales Anna Canepa, Pio Macchiavello y Francesca Nanni (a quienes se une Corrado Lembo, enviado a Génova por el ex jefe de los fiscales nacional antimafia Piero Luigi Vigna al inicio de la investigación) los que dieron inicio a la investigación genovesa sobre el coronel Riccio por algunas declaraciones de los ex colaboradores de justicia Angelo Veronese y Oreste Abbona (este último condenado en el 97’ a 6 años de cárcel por calumnia y por tráfico de estupefacientes, fallecido hace unos años). La investigación se concretizó el 6 de junio 1997 con el arresto del coronel Riccio. Esa mañana Michele Riccio fue detenido en su oficina romana por los hombres del ROS, el reparto especial del que fuera comandante durante varios años, para después pasar al centro operativo de la DIA de Génova y sucesivamente al de Palermo, y recluído en la cárcel militar de Forte Boccea en Roma, en la misma celda donde estuvo el capitán de las SS Erich Priebke, vigilado todo el día, con la luz encendida de día y de noche.
La orden de prisión preventiva del juez Roberto Braccialini se basaba sobre “presuntas tentativas de adoctrinamiento de las fuentes informativas del Pm*”, en virtud del peligro “de ulteriores maniobras anómalas de confidentes y retribuciones de operaciones de la policía judicial”. Ese mismo día otros cinco mariscales fueron arrestados: Giuseppe Del Vecchio, Angelo Piccolo, Gian Mario Doneddu, Giuseppe Sesto y Ernesto Capra (Doneddu, Sesto y Capra serían excarcelados un mes después). Los episodios objeto de la investigación comprendían la década 1983/1993.

La excarcelación
El coronel Riccio es excarcelado después de 42 días, está postrado, ha perdido 11 kg., está sujeto a detención domiciliaria por cuatro meses y medio, en casa le espera su esposa Fabiola que por todo este tiempo y durante los años que vendrán combate con una fuerza sobrehumana para defenderle y restablecer la verdad, con ella también su hija Chiara que ha compartido todo el sufrimiento. A principios de diciembre del ’97 el coronel Riccio vuelve a ser un hombre libre. Pero la investigación judicial está bien lejos de detenerse.
Según los investigadores: Riccio, Piccolo, Del Vecchio y Doneddu habrían conducido investigaciones judiciales con la ayuda de confidentes y habrían estado en contacto con traficantes consiguiendo cantidades de droga, parte de la cual, en algunos casos, habrían omitido de señalizarla a las autoridades judiciales. En otros casos, se habrían quedado una parte de la droga y, en algunas ocasiones, habrían declarado en actas falsas el secuestro de una cantidad inferior a la real. Según los fiscales el objetivo sobretodo de Riccio habría sido el de cumplir operaciones eclatantes para adquirir fama y elogios.

El encausamiento
El 4 de enero del 1999 la fiscalía de Génova pide el encausamiento del coronel Riccio por varias imputaciones, entre ellas la de asociación para delinquir, todos los delitos tienen en común la acusación de una “utilización de confidentes convertidos en instigadores/determinadores de delitos, o ‘encubiertos’ en sus actividades ilegales; actividades de refinación de estupefacientes con el fin de el enriquecimiento personal, o de calumnia de los sospechosos, o de un equívoco sentido del prestigio del destacamento; manipulación sistemática de los elementos del delito para encubrir irregularidades administrativas en las entregas controladas de estupefacientes”.
Ese mismo día los investigadores piden el encausamiento de los demás protagonistas del hecho entre los cuales la ex parlamentaria de Forza Italia (partido político) Tiziana Parenti acusada de falso ideológico en el ámbito de la operación “Jenstar” llevada a cabo en Savona en el 1989, cuando la Parenti era el fiscal titular de la investigación. Cinco meses después el Gip (juez para la investigación preliminar) Anna Ivaldi firma el encausamiento para todos los investigados.

En la cárcel
En el 2000 empieza el proceso que dura casi 7 años. En las 22 audiencias de la requisitoria el fiscal Andrea Canciani pide la absolución de Riccio en lo que se refiere a la imputación de asociación para delinquir, porque, por usar un eufemismo, el co-imputado Giuseppe del Vecchio no había sido de ayuda suficiente para los fiscales para demostrar la asociación para delinquir. O quizás, por decirlo según el análisis escrupuloso de la defensa, en virtud de una “falta de credibilidad” de los principales acusadores que han “cambiado versión recíprocamente” varias veces.
De hecho la defensa de Riccio pide y obtiene sucesivamente la absolución por el delito de asociación para delinquir por no haber cometido el hecho (petición extendida a todos los cargos de imputación). A este propósito también la Fiscalía de la Libertad en su momento había considerado inexistente el relativo cargo de imputación.

La primera condena

En el 2007 la Fiscalía de Génova condena a Riccio únicamente por tres cargos de imputación relativos a 3 diferentes operaciones anticrimen sobre 50 cargos impugnados inicialmente. En el debate el abogado defensor pone en evidencia como las relativas “fuentes” han utilizado a su propio placer la situación en la que se encuentra el coronel Riccio “para acreditar verdaderas instancias revisionistas”, para llevar agua a su molino. Por su cuenta Riccio ratifica varias veces, desde las primeras interrogaciones hasta el debate, de haber actuado siempre y sólo con el fin de alcanzar los objetivos militares establecidos, sin ninguna ventaja personal; la droga proveniente de secuestros era usada para nuevas operaciones antidroga y eventuales errores que se hayan podido cometer han sido mientras se perseguían los fines de la justicia. Para servir al Estado. El 28 de marzo 2007 la Corte, además que a Riccio, condena al mariscal Giuseppe Del Vecchio a 24 años de cárcel, sumados con otras condenas precedentes. Los jueces absuelven: Angelo Piccolo, Gian Mario Doneddu, Giovanni Cravero, Francesco Cutano, Ferdinando De Maria Vincenzo Parrella, Giuseppe Sesto, en algunos casos por no haber cometido el hecho, porque el hecho no constituye un delito o por prescripción del delito. La ex fiscal Tiziana Parenti, a cuyo cargo la acusación había pedido 3 años y medio de reclusión, recibe la absolución por no haber cometido el hecho. Parenti, aunque el delito fuera declarado prescripto, había renunciado a la prescripción. Condenas y absoluciones quedan confirmadas después en apelación (exceptuando la reducción de la condena del coronel Riccio).

El “método Riccio”
“Cuando hay un delito de mafia, la primera corona que llega es la del ideólogo”. Esta cita del general Carlo Alberto Dalla Chiesa* puede ser una clave para interpretar y comprender a fondo lo que a nuestro parecer ha sido una inexplicable “lectura de los papeles”. ¿A quien molestaba el conocido “método Riccio”? Un método que algunos periódicos y las mismas agencias de prensa definían con evidente sarcasmo como algo “mítico”. Ciertamente molestaba a muchos. De seguro a muchísimos mafiosos y terroristas. Pero no sólo. A muchos políticos, a exponentes de la alta burguesía ligada a la masonería y a varios compañeros del Arma de los Carabinieri, del mismo grado o incluso superior, el “método Riccio” no les gustaba para nada. Demasiado arriesgado. Para ellos mismos. El 21 de marzo del 1997 (dos meses y medio antes del arresto de Riccio) se materializa una carta “anónima” que fue enviada a 6 destinatarios: Csm (Consejo Superior de la Magistradura), Fiscalía de la República de Génova, Comando General del Arma de los carabinieri y, siempre dentro del Arma, a la División Brigadas móbiles y especiales, Ros, comando Región Liguria (la carta fue difundida en buena parte por la agencia ANSA el 7 de julio 97’). El anónimo acusador se define “un carabiniere de la sección anticrimen de Génova”, apunta el dedo contra el “método Riccio” y llegó a preveer los titulares de los periódicos que serían publicados después de que el caso estallara. “El fin justifica los medios” decía Nicolás Machiavello y éste es precisamente el “método Riccio” impugnado fuertemente por varias partes. Como si la lucha contra la mafia y el terrorismo se redujera a una ascéptica ejecución de acciones opuestas “legalmente reconocidas” e “institucionalmente aprobadas”. De hecho es la ley la que decide donde está el límite de lo “lícito” para accionar en contra de la criminalidad. Pero en casos específicos consiente que esos “límites” puedan ser superados, a condición de que no haya ninguna ventaja personal para quien les supera y sobretodo que al final prevalezca el fin de la justicia. Quizás a veces el  llamado “método Riccio” ha podido superar ciertas barricadas para llegar a tal fin. Probablemente con metodologías discutibles. Pero estas barricadas no son quizás asimilables, tanto por citar una, a las que el Estado había consentido sobrepasar al general Mori y al coronel De Donno cuando les concedió la autorización para encontrarse con Don Vito Ciancimino al fin de establecer una especie de “tratativa” Estado-mafia? ¿Se trata quizás de hacer “dos pesos y dos medidas”? Muy probablemente si. Mori y De Donno fueron promovidos a cargos superiores.

La defensa

En el proceso de Iº grado los abogados defensores del coronel Riccio, Claudia Marsala y Metello Scaparrone, han ilustrado punto por punto la coherencia del modo de obrar del oficial. Los dos legales han focalizado lo que ellos mismos han definido una “ensalada gigante” dentro de la cual “se ha puesto de todo al fin de ridiculizar y rebajar el comportamiento de esos carabinieri honrados”: Doneddu, Piccolo, Sesto y Riccio “tratados como pusher de bajo nivel que se hacen pagar incluso con cheques”. El abogado Marsala ha precisado después que el coronel Riccio para trabajar “se ha metido en el bolsillo sólo y exclusivamente su sueldo y a menudo y por su propia voluntad lo ha utilizado para cumplir con su servicio, nunca ha pedido un préstamo a ningún colaborador. Cuando fue robado el dinero de la caja fuerte accedió a un préstamo para nivelar, no ha traficado droga, se ha vendido una computadora portátil y un reloj”. Y estos son hechos, más allá de cualquier interpretación.
Siempre en el proceso de Iº grado la defensa de Riccio ha encarado al Pm de haber tomado las defensas de dos personas que “con el proceso pendiente se han dejado encontrar con la droga en los calzoncillos” (Del Vecchio y Parrella, ndr.) evidenciando la falta de credibilidad de los mayores acusadores de Riccio (Abbona, Veronese y los mismos Del Vecchio, Parrella (...). La estrategia de la deslegitimación utilizada con Riccio ha obtenido su objetivo: obscurecer completamente los resultados excepcionales logrados en casi 40 años de carrera de lucha contra el terrorismo y la mafia.

El acto de acusación
Según la acusación las operaciones “audaces” conducidas por Riccio no eran más que pretextos para “adquirir fama y elogios”. Y a este punto llegamos a la paradoja. La vida profesional y humana de este oficial de los carabinieri está marcada fuertemente por momentos difíciles y pruebas que sólamente quien cree firmemente en lo que hace, más alla de su profesión de por sí misma, puede superar. Hablamos de hombres elegidos escrupulosamente por el general Dalla Chiesa, que vivían en completa simbiosis con su trabajo, con profunda convicción, sacrificando incluso la más mínima vida privada.
El ensañamiento de los aparatos del Arma contra Riccio es lo que más deja una sensación de profunda amargura en toda esta historia. A partir del fax relativo a la petición de encausamiento de Riccio a la redacción de Palermo del diario la Repubblica dos días antes de que fuera depositado. ¿Quien y por qué ha dado una orden como ésta?

Profecías realizadas

Hace casi treinta años el general Dalla Chiesa afirmó con fuerza que la mafia nunca sería derrotada si no se cambiaba profundamente la política. Un análisis preciso, sin descontar nada a nadie, que sólamente otros hombres justos cómo él podían realizar y que de hecho había acelerado los tiempos de su condena a muerte. Todavía tenían que salir a la luz muchos enredos entre cuellos blancos y la mafia. Una larga serie de “tratativas”, “pactos”, “alianzas” entre elementos del Estado y los vértices de Cosa Nostra que desembocaron en magnicidios y en estragos sangrientos que llegaron a proceso sólo después de años. Hay que colocar en este contexto la historia del coronel Riccio. Un contexto temporal donde a sus primeros abogados defensores se les “acercaban” individuos ambiguos que frecuentaban el palacio de justicia, determinados a prodigarles valiosos “consejos”. Después Riccio volvía a la oficina de automóviles apostados, sometido continuamente a interceptaciones telefónicas. En algunos casos los abogados remetían el mandado de defensores. O por miedo, o porque a su vez “aconsejaban” con énfasis al coronel Riccio que no protestase contra los cargos, obteniendo un neto rechazo. A Riccio nunca le fue perdonado que osara desafiar las “zonas grises” de nuestro país, aquellos “híbridos connubios”, como decía Falcone, que se han manchado de los crímenes más feroces. “Zonas grises” de las cuales han partido órdenes bien precisas y bien compartidas a nivel institucional: una de ellas tiene que ver seguramente con la directiva de bloquear el blitz que en el ’95 habría llevado a la captura de Bernardo Provenzano (por el cual hay todavía un proceso en curso en Palermo). Un blitz conducido por el coronel Riccio que se vió obligado a obedecer interrumpiendo la operación. Tiempo después Riccio denunció todo y su osadía contribuyó notablemente a marcar su condena.

Espaldas contra la pared

¿Qué es lo que puede sentir un hombre que ha dado la vida para defender al Estado cuando este mismo le pone entre la espada y la pared? Un sentimiento de desorientación, de derrota, de soledad, también de rabia, pero quizás dentro de si mismo sentirá que a pesar de todo valía la pena. Valía la pena arriesgar más allá de si mismos al fin de que quede la memoria. Por todos aquellos que antes que él han pagado con la vida, por su General que creía en ello hasta el fondo y sobretodo para quien vendrá después. Pero por el momento queda la profunda amargura de pagar por no haberse doblegado a un sistema de poder.
Los abogados defensores del coronel Riccio ya han anunciado que recurrirán a la Corte Europea de los derechos humanos. Pero mientras tanto los muchos “Judas” y “Pilatos” han obtenido lo que querían.
En una de sus últimas intervenciones el sociólogo asesinado por Cosa Nostra en el 1988, Mauro Rostagno, dijo con una certeza franca que la cuestión no era encontrar un lugar en esta sociedad, sino crear una sociedad en la que valiera la pena de encontrar un lugar. Con profundo reconocimiento hacia Michele Riccio podemos decir que con su trabajo ha contribuido al intento de crear una sociedad más justa donde se pueda encontrar un lugar para estar.

Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo

De una reelaboración de “La corona del ideólogo”, de AntimafiaDuemila nº 53


* Pm: Público Ministerio
* Generale Carlo Alberto Dalla Chiesa: general de los Carabinieri asesinado por la mafia en el 1982. .