han apoyado a los dictadores más infames, corruptos y sanguinarios, con tal de que les resultase   cómodo para ellos, llegando incluso a fomentar directamente golpes militares. Y esta realpolitik* imperialista se les ha vuelto siempre en contra. El apoyo al dictador cubano Batista dio origen al castrismo. El golpe militar organizado por Henry Kissinger en contra de Salvador Allende, culpable de ser socialista y no propenso a los intereses yanquis, llevó a este país, con el tiempo, hacia la “línea Chávez” de independencia de buena parte de America Latina de la pesada tutela de Washington. El apoyo al glaseado Sha de Persia que representaba más o menos al 2% de la población iraní, una burguesía riquísima mientras el resto del país moría de hambre, y que gobernaba con la Savak, la más tristemente famosa policía secreta del Medio Oriente, que ya es decir todo, ha dado a la luz al khomeinismo, del cual tiene origen la revancha islamica. El substancial apoyo a los “señores de la guerra” somalíes ha abierto el camino a las Cortes islámicas, muy parecidas a los talibanes afganos, que habían vuelto a ese país, después de que cayera en el más amplio albedrío, el orden y la ley, aunque fuera un orden duro y una ley dura, la sharia. El apoyo a los “señores de la guerra afganos”, Massud, Dostum, Ismail Khan, contra los talibanes que habían traído seis años de paz en Afganistán después de muchos años de guerra, les puso en una situación insostenibile, siendo que los guerrilleros han recuperado el control del 80% del país, por lo que hoy van dando vueltas con el platito pidiendo por piedad una mediación del Mullah Omar. Pero la invasión y la ocupación de Afganistán ha despertado a los talibanes pakistaníes que al principio eran un movimiento religioso, aunque integralista, pero pacífico, para nada subversivo, tanto es así que apoyaban al gobierno de Benazir Bhutto, y que en cambio ahora están armados, hacen guerrilla y buscan cómo conquistar el poder en Islamabad. Con la diferencia de que Afganistán, armado como está de forma antediluviana, no constituye un peligro para nadie aunque volviesen al poder los talibanes, Pakistán, en cambio, posee la bomba atómica. Por ir detrás de un peligro imaginario los americanos han creado uno real. En las últimas décadas EEUU ha apoyado al dictador tunecino Ben Ali, que se acaba de marchar con la caja fuerte delante del furor de la población, al dictador egipcio Mubarak echado a patadas y que ahora está agonizando en su chalet de Sharm el Sheik, han sostenido en 1991, a los generales corta gargantas argelinos cuando en las primeras elecciones libres de ese país el FIS (Frente Islámico de la Salvación) tuvo la desventura de ganarlas a riendas bajas, con el 78% de los votos y entonces esos generales en connivencia con el Occidente cancelaron las elecciones y con el pretesto de que el FIS instauraría una dictadura, ratificaron la legitimidad de la que ya estaba. Ahora las revoluciones en el Maghreb, en Egipto, en Bahrein (donde está la conocida base norteamericana), en Libia (también Gadafi se había vuelto potable después de que entrara en negocios con el Occidente), cambian todos los términos de la cuestión. Es verdad que los norteamericanos ya han logrado poner el sombrero sobre la revolución popular egipcia transformándola en un golpe militar. Pero de ahora en adelante le será mucho más difícil tener el control de las distintas situaciones. La salida de estas revoluciones, se dice, es imprevisible. No precisamente. Es muy probable que estas poblaciones, una vez que se liberen de los dictadores, terminen, antes o después, por volverse independientes incluso del titiritero que, por décadas, les ha maniobrado a su propio placer.

Realpolitik: realismo politico

IL FATTO QUOTIDIANO 26 DE FEBRERO 2011