jara018Por Jean Georges Almendras-4 de julio de 2018

La sangre del cantautor chileno Víctor Jara se derramó a borbotones en la soledad de una improvisada celda del Estadio Chile en la que se lo torturó ferozmente para ser finalmente asesinado de 44 balazos, por los militares del régimen de Pinochet. El crimen se consumó cuatro días después del 11 de setiembre de 1973, día en el que se produjo el golpe militar contra el gobierno socialista de Salvador Allende.

El crimen de Víctor Jara enlutó no solo a Chile sino también al mundo entero.

Pero la infamia no quedó impune. Los uniformados de la dictadura responsables del martirio y asesinato de Jara  fueron alcanzados por el brazo de la justicia 45 años después.

En los primeros días de este mes de julio la noticia recorrió el mundo, con la misma fuerza con que se hizo eco del deceso a manos de los asesinos que hoy tienen nombre y apellido.

Hugo Sánchez Marmonti, Raúl Yofré González, Edwin DImter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vézquez Donoso.

Estos ocho oficiales chilenos (en aquellos días del terror con rangos de teniente, coronel y brigadier, hoy en situación de retiro) fueron condenados a 15 años y un día de cárcel por su responsabilidad como autores del homicidio de Victor Jara y del ex director de prisiones Littre Quiroga Carbajal, que compartía cautiverio con el cantautor Jara.

Pero además, tres años más les sumaron a los quince de la condena, por ser autores de secuestro simple de ambas víctimas.

Rolando Melo Silva, oficial en aquel septiembre del 73, fue condenado a cinco años y un día de presidio por su responsabilidad como encubridor de ambos homicidios, y 61 días de presidio por encubrir los secuestros.

Cuarenta y cinco años después del golpe militar, fue el ministro en visita de causas de derechos humanos  Miguel Vázquez Plaza quien materializó las sentencias de los nueve militares.

Pedro Pablo Barrientos Núñez, se llama el ex oficial que aún resta poner entre rejas. Este hombre se encuentra radicado en  Florida-Estados Unidos desde el año 1989. Las autoridades chilenas solicitaron oportunamente su extradición pero hasta el momento no hubo respuesta. En un juicio civil, los miembros de una corte federal declararon –en junio del pasado 2016- que Barrientos fue responsable de la muerte de Víctor Jara, y en ese marco se ordenó el pago de 28 millones de dólares en compensación, a su familia.

La sangre del cantautor Víctor Jara se derramó a borbotones en la soledad de una improvisada celda del Estadio Chile.

El 11 de setiembre de 1973 cuando las fuerzas golpistas tomaron el Palacio de la Moneda, en el centro de la capital chilena, Víctor Jara –noble a sus valores y a su compromiso político como militante del Partido Comunista- optó por la lucha y por ese motivo se encontraba en la Universidad Técnica del Estado, donde trabajaba. Los militares sitiaron el recinto universitario y  Víctor Jara desechó la invitación de sus colaboradores para que se retirada del lugar. Una invitación con ánimo de protegerlo. En la siguiente jornada  los militares irrumpieron en la Universidad violentamente y la desocuparon.  Docentes, estudiantes y funcionarios fueron detenidos de inmediato y trasladados al Estadio Chile.

Víctor Jara, uno de los más grandes referentes del canto popular chileno y que además compartía plenamente las ideas del gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende fue reconocido por los militares. Y en ese instante se selló su destino.

Cuatro días después del golpe militar, el 16 de setiembre, muchos de los detenidos fueron trasladados al Estadio Nacional de Chile, convertido en un masivo centro de detención, pero Víctor Jara y el  ex director de prisiones Littré Quiroga, quedaron en el lugar siendo llevados a empujones y golpes a los vestidores del estadio transformados en improvisadas celdas de tortura y de interrogatorio.

Los militares, que ahora fueron sentenciados, comenzaron la dramática y macabra faena de interrogatorio y de tortura. Víctor Jara tenía 40 años y Littré 33 años. Los militares no tuvieron compasión con ambos.

A Jara además de golpearlo con palos, puños, pies y culatas de sus armas, literalmente le destrozaron las manos “invitándolo” a tocar la guitarra. Después sobrevino el momento de la ejecución. Los militares descargaron sus armas sobre su ya maltrecho cuerpo. Fueron cuarenta disparos. Cuando aún Jara estaba agonizante el oficial Barrientos le dio dos tiros de gracia en la cabeza. Littré Quiroga corrió con igual suerte.

La sangre del cantautor Víctor Jara se derramó a borbotones en la soledad de una improvisada celda del Estadio Chile.

¿Cuarenta y cinco años después se hizo justicia?. Cadena perpetua habría correspondido. Paciencia, solo fueron quince años y un día, los que sentenció la Justicia.

Pero la muerte no se llevó a Víctor Jara, porque  está en cada uno de nosotros.

 En su Chile amada. En su amada América Latina. En el mundo, donde hombres y mujeres, y jóvenes,  cantan con más fuerza sus canciones. Donde músicos interpretan con más fuerza sus composiciones.

Composiciones que tocan el alma y vibran, para hacer vibrar su memoria.

Eterno siempre Víctor Jara.

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*Foto de Portada: www.elpaisdemadrid.com  EFE (Fundación Víctor Jara)

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