padreDura carta mandó el religioso y teólogo en opción por los pobres al presidente Macri
Por Jean Georges Almendras-3 de mayo de 2018

Nadie está impedido de escribir una carta a un presidente de la República o a cualquiera de sus colaboradores del Poder Ejecutivo, o a cualquier funcionario público. En un régimen democrático, debería ser algo normal. Al menos si se pretende o se toma la comunicación como una manera de profundizar problemáticas que están instaladas en la sociedad o si acaso para poner en conocimiento de quienes están en la conducción de un país, el sentir de la población. La población que  precisamente y expresamente llevó al poder a los destinatarios de la misiva.

Nadie está impedido de escribir una carta a un presidente de la República. Está muy claro. Pero lo que verdaderamente no está muy claro es: primero, que el presidente de la República alcance a leer personalmente esa carta (que puede quedar en la bandeja de los secretarios o de los filtros de turno del poder); y segundo, que  el presidente de la República responda expresamente y personalmente a quien escribió la misiva. Una misiva que puede ser de elogios y de loas al gobernante, o una misiva que puede ser de críticas o de discrepancias con su gestión en algunas o en todas las áreas de su administración de gobierno.

Misivas, que según los casos, pueden o no quedar en el más absoluto hermetismo. Es decir, pueden o no tomar estado público.

Recientemente, en la República Argentina, un sacerdote escribió un carta al Presidente de la Nación Mauricio Macri. Una segunda carta, porque hubo una primera del año pasado, dirigida a los funcionarios públicos. Y hubo otra carta de otro sacerdote de la misma línea de compromiso.

Oportunamente  el diario Página 12 de Argentina se hizo eco de las cartas y las publicó, porque en definitiva, sus respectivos autores –y más allá de los respectivos destinatarios- son personas de la iglesia católica cuya opinión resulta en extremo valiosa, precisamente porque son referentes de los sectores clericales que se comprometen con los graves problemas sociales que sufren los sectores de la sociedad saturados y superados de dificultades, es decir los sectores más vulnerables de la sociedad argentina. Comunidades humanas sofocadas por las carencias económicas y educativas, y visiblemente laceradas por la falta de alimentos, vivienda y asistencia médica elementales para vivir, en un siglo en el que tener acceso a las bondades de la calidad de vida debería ser una constante y no las  dolorosas páginas de  una civilización que se jacta de sus progresos en todos los aspectos.

Uno de los títulos de Página 12 del pasado  día 26 de abril, fue el siguiente:” Carta de “un cura marginal” a Macri”. Y el complemento de ésta caratula fue el siguiente: “El teólogo y coordinador del Grupo de Curas en la opción por los Pobres, Eduardo de la Serna, le envió una carta al actual mandatario Mauricio Macri reprochándole no haber tomado una sola medida a favor del pueblo”.

¿Y qué puede significar ese reproche? ¿Es un reproche aislado?¿Es un reproche demencial y mal intencionado? ¿Es un insulto a su investidura presidencial ?¿Es una calumnia?¿Es un insulto a la máxima autoridad de gobierno?

Ni fue ni es un insulto, ni una calumnia, y un mucho menos un reproche demencial.

Es la verdad lisa y llana. Gústele o no al señor Macri.

El pueblo argentino hace ya bastante tiempo que con sus múltiples protestas sociales le ha venido escribiendo a Macri y a su gobierno, y la respuesta ha sido una sola: la represión en las calles y en las puertas de las fábricas o lugares de trabajo de cientos de trabajadores. Trabajadores que se movilizaron por doquier  protestando y formulando reclamos a quienes tienen en sus manos los destinos del país. Cientos de cartas traducidas en pancartas, cánticos y asambleas gremiales y comunitarias.

El sacerdote De la Serna no salió a las calles pero la frontalidad y la sinceridad de su carta fueron de una contundencia tal que muy bien podría interpretarse que la misiva fue como una magna movilización, particularmente por su contenido.

 Contenido que compartimos íntegramente desde  ésta redacción, porque refleja el sentir de muchos de nosotros; porque refleja y pone en evidencia la indiferencia del gobernante Macri, y además, pone en evidencia su prepotencia, su autoritarismo y su insensibilidad por los problemas y las penurias de los argentinos que viven en barrios de trabajadores, en villas o el cono suburbano del gran Buenos Aires.

La carta del sacerdote lo dice y lo resume todo. Y es una carta que representa íntegramente nuestro sentir, porque entendemos perfectamente que desde la visión del cristianismo comprometido con los problemas sociales, el escrito del sacerdote era un escrito inevitable, y anunciado, si se quiere.

Y decimos anunciado porque ya unos meses antes otro religioso de igual perfil, Francisco Oliveira,  escribió otra misiva –no menos contundente que la del padre de la Serna- a la vicepresidenta de la Argentina. O sea que, como si se tratara de una cadena irrefutable de reclamos y de protestas, por la forma en que desde el gobierno se están abordando ciertos temas y ciertas realidades del país, era de prever que de un momento a otro otra carta vendría desde los ámbitos de los sacerdotes comprometidos con los hombres, las mujeres y los niños que no sienten, ni por un instante, que son iguales en oportunidades para vivir y para progresar, con el agravante de que además son burlados, engañados y excluidos, desde tiendas del poder.

¿Era de esperar que  el sector de la iglesia católica que se compromete con los sectores sociales empobrecidos y  que trabaja por ellos y junto a ellos, a través de sus sacerdotes involucrados directamente con las protestas sociales, estaría presente en dar su visión públicamente? Sí. Era de esperar.

 ¿Y era de esperar que esos sacerdotes algo tendrían para decir –y públicamente- a los responsables de la situación actual? Sí. Era de esperar.

Fue así que el sacerdote y teólogo Eduardo de la Serna escribió su misiva. Una misiva que es de muchos miles de argentinos y no argentinos.

“Señor presidente”

“Me dirijo  a usted con el respeto que merece su investidura. Una investidura que usted deshonra día a día, debo decirlo. No tengo la esperanza que usted me lea, y  –por aquello del “peor sordo”- tampoco tengo esperanzas de que sepa usted leer”

“Hace unos pocos años, cuando salió a la luz (tardíamente, por cierto, para que la noticia fuera pública después de las elecciones) el escándalo internacional de los “Panama Papers” yo dije que debía usted renunciar. Según uno de los mediocres dizque periodistas que le hacen la corte, usted les preguntó a los obispos argentinos, que lo saludaron esos días, quién era yo, y uno de ellos le dijo que era “un cura marginal”. Debo comentarle que uno de los mejores, sino el mejor libro sobre la persona histórica de Jesús, se llama precisamente “Un judío marginal” con lo cual creo no merecer ese elogio episcopal que aparentemente me prodigaron”

“Los que creemos en la democracia entendemos que se trata de un “gobierno del pueblo”, que el pueblo se expresa en las urnas periódicamente y de ellas emanan algunos de los poderes de la República como legislativo y ejecutivo. Dejo de lado que cuando hubo intentos de que también el pueblo tuviera injerencia en el poder judicial éste lo vetó con una extraña argumentación  que lo constituía literalmente en juez y parte. Pero muchos de los que creemos en esa democracia no aceptamos que esta se limite simplemente a votar cada dos años mientras somos espectadores pasivos de lo que los elegidos hagan a su antojo. Especialmente cuando todo indica que fueron elegidos por decir que harían una cosa y luego hicieron absolutamente lo contrario. Sería una democracia muy absurda una en la que el pueblo no es parte. Debo decir que he hecho esfuerzos, e incluso consultado con compañeros y amigos y hasta ahora, en sus más de dos años de gobierno no hemos encontrado ni una, ¡ni una sola , medida¡, a favor del pueblo. Y entretanto, usted y los suyos (no me animaría a llamarlos amigos, ni siquiera usted lo hace ya que al referirse a “Nicky” lo llama “hermano de la vida”) se enriquecen, se empoderan al tiempo que se burlan de todos con discursos absurdos o con slogans vacíos (algo que, debo reconocerlo, los caracteriza desde su fundación; vacíos como globos)”

“Decía que usted deshonra su investidura no solamente por la burla sistemática de los pobre y las víctimas de este modelo que impone, sino por frases como “no hay otro camino”, “a mí me duele tomar estas medidas” o humoradas semejantes. Todos sabemos, aunque a veces no lo recordemos, que si hay otro camino, y que a usted no le duele nada tomarlas. La desocupación en nuestras comunidades y barrios cada vez golpea más, las esperanzas de crecer se amputan con los cierres de planes como el progresar o el Conectar Igualdad, que nunca los cerraron, simplemente no los ejecutan (o ponen un radical para que lo haga, lo cual es lo mismo), el tan mentado “emprendedurismo” y la “meritocracia” no funcionan en los barrios que no pueden poner una tiendita cuyas tarifas jamás podrán pagar, pero de todo usted no se entera, porque cuando vienen a “timbrear” se aseguran antes de ir a los lugares apropiados, o se hacen acompañar  por “la Doce”, que en un tiempo muy lejano, era popular. Y –claro- todo esto debidamente presentado en un packaging adecuado: sacan el pan de comedores y lo presentan como “cuidar lo mejor para nuestros chicos”, la inepta gobernadora ya no calza botitas para visitar inundados y goza del escudo que le significa que nadie le pregunte, o repregunte a sus absurdas respuestas, y hasta el jefe de gabinete, cuando tiene tiempo entre trolles y call centers nos dice que la gente no va a los mercados porque compra on line por internet, cosa que me interesaría saber en mi barrio y los vecinos cómo se podría hacer”

“No pretendo que usted renuncie: debería importarle “el pueblo” (al que usted llamaba “gente”), no pretendo que tome medidas en favor de los pobres, no pretendo que deje de tener injerencia en el poder judicial, ya debidamente cooptado y obsecuente, en especial la que antes nos enorgullecía Corte Suprema (¿alguna vez en juez Carlos Rosenkrantz va a tener un fallo a favor de los pobres?) Simplemente una cosa: ¿sería mucho pedirle que no hable?¿Que deje de burlarse de los pobres y de quienes estamos con ellos?. Sé que  me que llamarán (los que lean esta carta y le den letra, por ejemplo) “populista”, palabra polisémica si las hay (“polisémica” quiere decir que tiene variados sentidos o significantes, por si lo ignora), palabra vacua, marketinera y estigmatizante en boca de usted y los suyos. No se preocupe, no se gaste, ya lo sé. Sólo me atrevo a pedirle un único gesto de respeto a los pobres que son víctimas de su gobierno. Pero sospecho que ni esto conseguiremos, a eso estamos resignados. Pero no nos resignamos a seguir luchando por la justicia, por la paz y por un gobierno para el pueblo (¡tan distinto del suyo¡).”

“Me despido de usted con respeto”. “Bernal, 26 de abril de 2018”

Pero el teólogo y coordinador  del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres, Eduardo de la Serna, ya en diciembre del pasado 2017 había tenido la  oportunidad   –en otra carta- de cuestionar al gobierno de Macri. Una carta dirigida al funcionario del gobierno macrista. Una carta, que como en la carta  de éste año,  estuvo sobrada en verdades y en puntualizaciones que fueron y siguen siendo punta de lanza de la resistencia y de la denuncia que hace un sector de la sociedad a través de religiosos comprometidos con la lucha social. Un sector de la sociedad literalmente harto de tanta hipocresía, de tanta insensibilidad y de tanta intolerancia, especialmente proveniente de  los ámbitos del gobierno y de los ámbitos del oficialismo, donde no son pocos los funcionarios que se rotulan como cristianos, pero que con sus acciones se  distancian de serlo.

Nadie está impedido de escribirle una carta a un presidente de la República. Nadie.

Los sacerdotes marginales tienen sobradas y muy sólidas razones para hacerlo. Y lo hicieron. Y lo seguirán haciendo.

Los más indicados para encarar al poder, aunque por desgracia, también están aquellos que no lo hicieron nunca y ni lo harán.

Por aquello de que “hay de todo en la viña del Señor”.

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*Foto de Portada: www.vocesyapintes.com Programa de radio ”Tarde para todo” de Frecuencia Patagonia 99.3

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