marchasilencioPor Jean Georges Almendras-20 de mayo de 2017

Así de literal es la pregunta: ¿Hasta cuando se seguirá marchando en silencio por la avenida 18 de julio, cada 20 de mayo, llevándose una consigna relacionada con los detenidos desaparecidos en el Uruguay?. En este mes de mayo de este 2017, se lleva adelante la edición número 22 de la Marcha del Silencio y la consigna es la siguiente: “La impunidad es responsabilidad del Estado, ayer y hoy”. Ya van 22 años de movilización, apuntando a señalar, a toda pancarta y a todo silencio, que en materia: de búsqueda de detenidos desaparecidos (para  saber la verdad al respecto, excavaciones mediante) y de llevar a la justicia a los responsables, todo sigue igual y sin respuestas. O mejor dicho todo sigue en la más indignante impunidad. Pero igualmente la marcha se lleva adelante. Con rigor emblemático sorprendente. Con firmeza. Con tesón y perseverancia  Así, año tras año.

¿No habrá llegado el momento de sumar a ese silencio anual (“ese silencio que puede ser ensordecedor”) otra forma de lucha?¿No habrá llegado el momento de dar vuelta la página, esa página del silencio, para abrir la página de la voz, y hasta de una marcha semanal (como en los viejos tiempos) y precisamente, a las puertas mismas de quienes nos están gobernando, para recordarles que “la impunidad es responsabilidad del Estado” o mejor dicho que la impunidad “es una irresponsabilidad del Estado, ayer y hoy”?. ¿No será hora de dar un paso, más comprometido, para denunciar y desarticular (sin miedos) esa detestable impunidad (madre de muchos males) todavía instalada  en nuestra sociedad?

¿Por qué será que desde filas gubernamentales (de tres períodos de una “izquierda progresista”) no se haya llegado a asumir aún, que 22 años de marcha del silencio, no son ni más ni menos que 22 años de impunidad establecida y presente?.¿Por qué será  que no hayamos podido vislumbrar aún,  que cada año que marchamos en silencio, como atornillados a una fecha –a una formalidad, en definitiva- cedemos espacio al represor que nos observa?¿Por qué será que no se haya logrado  comprender aún, en determinados sitiales del Poder Ejecutivo,  que el tiempo que se ha ido perdido (ya van 22 años) ocasiona irreparables daños al sentido de un reclamo de justicia legítimo y honroso, a la vista de los represores que impunemente caminan entre nosotros por las calles de nuestras ciudades, nuestros balnearios y nuestras zonas rurales?¿ Por qué será que nuestro sistema político, y hasta el presidente de la  República, parecería por momentos actuar bajo los efectos de una parsimonia crónica, en materia de búsqueda de verdades  sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas en los tiempos del terrorismo de Estado, en el Uruguay?.

El colega Sebastián Artigas, de La Izquierda Diario, titula uno de sus escritos relativos a la Marcha del Silencio, en estos términos:“¡Tomemos las calles contra la impunidad y por juicio y castigo¡”. Y es eso efectivamente lo que deberíamos hacer: todos los 20 de mayo y  todo el año. Todos los 365 días de cada año. Intensificando las movilizaciones. ¿Por qué?. Porque los tiempos de las madres y familiares de los detenidos desaparecidos son diametralmente opuestos a los tiempos de los gobernantes y de los políticos. Y porque las nuevas generaciones no deben estar ausentes en esos reclamos, reclamos que deberían ser una constante en la vida de la sociedad uruguaya. Reclamos que no pueden quedar en el tintero, y ni mucho menos en el olvido. O peor aún, en la indiferencia. O en ese limbo histórico  en el que podemos caer, como sociedad,  porque hoy  rigen otros ritmos de vida, otras dinámicas de convivencia y de dificultades,  y otras prioridades.

Todos juntos, no exclusivamente el 20 de mayo de cada año, estamos obligados a preservar la memoria sobre un tiempo oscuro para el país, que dejó un saldo de dolor y de sufrimientos, y de muerte. Todos juntos, no exclusivamente el 20 de mayo de cada año, estamos obligados a respetar a nuestros desaparecidos exigiendo a nuestros gobernantes y a nuestros políticos (de la izquierda progresista particularmente)  que esos desaparecidos no son una metáfora en formato de plataforma política. Esos desaparecidos son nuestros desaparecidos. Son los desaparecidos de una generación que no tenía otro cometido que luchar por  un mundo diferente “por el hombre nuevo”. Y que por esa razón los uruguayos (y no uruguayos) de esa generación ofrendaron sus vidas, en definitiva, por una causa universal, que hoy a 40 años de esos tiempos, estamos obligados a hacerla nuestra.  

Esa generación luchaba por un horizonte con rasgos de una sociedad más justa. Por un horizonte que fue literalmente pisoteado por los lineamientos reaccionarios de un imperio del Norte que aguijoneaba a los pueblos de América Latina (y que sigue aguijoneando), al punto de que todos esos años sesenta fueron marcados por las grandes luchas. Luchas revolucionarias que obviamente fueron desencadenando feroces dictaduras y feroces represiones. Que desencadenaron un Plan Cóndor. Y que desencadenaron  un saldo de muerte y terror, que hasta hoy en día nos hace estremecer, por los tantos horrores cometidos.

Todos esos desaparecidos, por los cuales se hace la Marcha del Silencio, nos reclaman respuestas. Respuestas comprometidas. Respuestas sin demagogia. Respuestas convincentes. Respuestas a conciencia. Respuestas en democracia. Una democracia que no debería ser ni débil  ni pacata, mínimamente por respeto a ellos.

Y si estamos ya por la edición 22 de la Marcha del Silencio, es porque esta Democracia les ha fallado a los desaparecidos. A esos desaparecidos que se nombran escalonadamente por los parlantes,  mientras caminamos silenciosamente por la principal avenida de la capital del Uruguay, coreando a cada mención: Presente.

¿Y estaremos presentes verdaderamente? ¿Aún participando de  la Marcha del Silencio? ¿Y los que están sentados en los sillones del poder estarán presentes verdaderamente? ¿Aún participando de la Marcha del Silencio? ¿Y toda la sociedad uruguaya estará presente verdaderamente? ¿Aún cuando son centenares y centenares  los que ocupan la principal avenida?. ¿Y estaremos presentes verdaderamente junto a los familiares de los desaparecidos? ¿Aún participando de la Marcha del Silencio?.

Desde el retorno de la Democracia, en cifras de cuerpos desenterrados en predios militares, la cifra es harto mínima. Solo ha sido ubicado cinco ciudadanos. Y no hay más. Y no porque no estén bajo tierra y en terrenos de establecimientos militares del Estado uruguayo, sino porque la omertá (el silencio) castrense  lamentablemente resulta ser más ensordecedor que el silencio de los centenares de ciudadanos participando de una movilización emblemática.

Desde el retorno de la Democracia, en materia de investigaciones y esfuerzos o logros para dar respuesta a los reclamos de justicia en torno a los desaparecidos y a quienes vivieron en carne propia el dolor de las ausencias y de los abusos de los represores en sus diferentes modalidades, ha corrido mucha agua bajo el puente. Episodios de diversa naturaleza se han ido sucediendo como en cadena. En apariencia se consiguieron logros importantes. Pero en apariencia, porque en definitiva la impunidad sigue ganando en presencia, acción  y en forma.

Oscar Ortazún, de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos ha dicho a “La Diaria” que “el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia creado por el presidente Tabaré Vázquez ha trabajado, pero no cuenta con el acompañamiento del Poder Ejecutivo. Pedimos seriedad, pedimos investigadores y no llegan. La contratación de investigadores para trabajar con los archivos se demora y no hay suficientes personas en esa tarea. No tenemos gente para clasificar los archivos, falta personal especializado y necesitamos investigadores de campo”.

Consultado Felipe Michelini (del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, creado por el presidente Tabaré Vázquez) por un periodista de “La Diaria”  sobre el balance de los logros del Grupo, especificó: “se lograron cosas puntuales aunque tal vez no tan ambiciosas como sus líneas estratégicas, entre ellas el ingreso a los archivos de distintas dependencias militares” recordando que “el Poder Judicial no necesita al Grupo para actuar, el Ministerio Público no necesita al Grupo para actuar y el Parlamento no necesita al Grupo para actuar”

 También Michelini (que es el hijo del senador Zelmar Michelini, asesinado por la represión en la Argentina) en diálogo mantenido con un periodista de la República, dijo que la 22 edición de la Marcha del Silencio le genera “la tristeza de que la sociedad uruguaya se autoinflingió una serie de cosas que nunca debieron suceder, como la desaparición forzada, la tortura sistemática, el abuso de los DDHH y eso no debió ser tolerado. Una vez identificadas las situaciones se debieron investigar los hechos y los autores sometidos a la Justicia con todas las garantías, y ser sentenciados, y lo que tenemos son 36 años de impunidad varios”

Curiosamente, apenas dos semanas antes de la Marcha del Silencio, de este 2017, los medios de comunicación fueron informados desde Presidencia de la República sobre la aprobación de un nuevo convenio firmado entre ese organismo y la Universidad de la República (UDELAR) para continuar el trabajo iniciado en el año 2005, para esclarecer los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura ; y además se informó que se destinarán para cumplir con los cometidos del acuerdo entre el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia y la UDELAR, ocho millones de pesos por año entre 2017 y 2019.

Curiosamente, apenas tres días antes de la Marcha del Silencio, de este 2017, la prensa fue informada de que la Cámara de Senadores aprobó el proyecto de ley que transforma una fiscalía letrada nacional en una especializada en crímenes de lesa humanidad, restando la consideración de la Cámara de Diputados, con la idea de que tendrá una rápida aprobación.

Raúl Olivera, coordinador del Observatorio Luz Ibarburu, sobre el proyecto aprobado en el Senado, dijo enfáticamente: “Si a esa unidad no se le da suficiente personal y recursos, se crea un organismo que no va a poder abarcar el universo de causas. Hay alrededor de 300 expedientes radicados en todo el país. Si no tiene personal, puede ser un organismo ineficaz”

El periodista Sebastián Artigas, de “La Izquierda Diario” en un enriquecedor informe sobre el Plan Cóndor y a propósito de la Marcha del Silencio del 20 de mayo de este 2017, ha escrito: “Yo mismo he visto morir a mi abuela Blanca Nilo, madre de mi tía María Asunción Artigas, morir sin saber el destino de su hija y su yerno Alfredo Moyano, y tampoco sin obtener justicia. Solo logramos recuperar a la hija de ambos, mi prima Victoria Moyano Artigas, nacida en un centro de tortura y exterminio llamado Pozo de Banfield. No fue el único caso, por ejemplo, otra madre de detenidos desaparecidos uruguaya fue la Tota Quinteros, que aunque luchó al igual que mi abuela hasta el último día de su vida por encontrar a su hija y obtener justicia, murió sin encontrar lo que buscaba. Hoy estamos lamentablemente ante la posibilidad que se siga repitiendo la historia con el resto de las madres luchadoras que todavía afortunadamente siguen con vida.”

El colega Artigas no fue restringido en sus apreciaciones, porque agregó:”Hoy día la mayoría de los represores de la dictadura siguen impunes, estando condenados solo unos pocos y con diversos beneficios como las cárceles vip y la prisión domiciliaria. En el exterior se han juzgado a algunos militares uruguayos como Manuel Cordero y otros por ahora han sido absueltos, como pasó en Roma en el fallo de enero con Troccoli y otros militares , (más allá que se esperan las instancias de apelación que ya han empezado y continuaran). Los casos en la justicia avanzan muy lento, o están en franco estancamiento. Agregado a esto, episodios como el desplazamiento de la jueza Mota por parte de la Suprema Corte de Justicia en 2013, y que encima a partir de sus repercusiones se avanzó en la criminalización de la protesta social”

En el año 2016, una noticia conmocionó a todos quienes luchamos contra esa impunidad oprobiosa y lacerante de nuestros días: el robo y la amenaza al grupo de antropólogos forenses del GIAF, que buscan restos de desaparecidos, sumándose a este panorama las recientes amenazas del llamado comando Barneix. Robo y amenazas que fueron investigados por la Justicia, pero sin lograrse resultados, como en el caso de la amenazas del comando que lleva como identificación el apellido de un militar investigado por violación de derechos .Nos referimos al General Pedro Barneix quien se suicidó en setiembre de 2015 a poco de tomar conocimiento que la Suprema Corte de Justicia había rechazado la apelación de su defensa para evitar la cárcel. En ese marco, en febrero de este año el Comando Barneix amenazó a trece personalidades defensoras de los derechos humanos especificando que por cada suicidio de “militares injustamente procesados” matarían a tres integrantes de la lista dada a conocer.  

Entonces, hablando sin mordazas, desde el retorno de la Democracia mucha agua ha corrido bajo el puente. Y muchos gobernantes hemos tenido.  Y la impunidad sigue estando ahí. Vivita y coleando corriendo, aún con algunos personajes del horror, encerrados en la “prisión” de la calle Domingo Arena o en sus domicilios.

Entonces, esa “impunidad” que es “responsabilidad del Estado, ayer y hoy” o mejor dicho esa impunidad que es una irresponsabilidad del Estado, ayer y hoy, está más presente que nunca. ¿Por qué lo permitimos? ¿Por qué? ¿No será que como sociedad  no nos ponemos realmente en la piel de aquellas abuelas, madres, padres, hermanos, hijas, hijos, nietos , nietas que llevan las fotos de los desaparecidos, en la Marcha del Silencio de cada 20 de mayo de cada año?¿No será que no nos ponemos realmente en la piel de quienes conforman Madres y Familiares de Detenidos y Desaparecidos , trabajando en su lucha (una lucha universal, en definitiva) a pulmón  y contra viento y marea, y sin dejarse vencer por las decepciones y las desilusiones que no les fueron ni son pocas?

¿Entonces? ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué haremos? ¿Acaso esperar al próximo 20 de mayo, del 2018?

Seguramente está llegando la hora de cambiar o complementar con más movilizaciones la que se realiza el 20 de mayo por la principal avenida de Montevideo, desde el año 1996. Estamos de acuerdo que la Marcha del Silencio, es un hecho. Un hecho humano de los uruguayos que buscan afanosamente cambiar una sociedad todavía aferrada a la indiferencia. Esa indiferencia que corroe al hombre, que lo hace inmune al sufrimiento ajeno y que lo pone a riesgo de hacerlo cómplice de la impunidad.

 Madres y Familiares de Detenidos  Desaparecidos, trabajando diariamente en su sede de la calle Nicaragua –desde hace años-  preserva de los represores impunes aún, el honor y la dignidad revolucionaria de sus seres queridos. De aquellos que un día entregaron sus vidas por una causa tan ancestral como la humanidad misma: la causa por la libertad y por la justicia, pero particularmente por la libertad. Esa lucha por la libertad que en muchas partes del mundo, y en diferentes circunstancias, y tiempos históricos fue y sigue sembrando víctimas.

¿Entonces? Con todo este panorama. ¿Qué haremos como sociedad? ¿Qué harán los gobernantes y los políticos, como poderosos? ¿Qué harán los jóvenes, como nueva generación? ¿Solo  esperar al próximo 20 de mayo del 2018?

*Foto de Portada: www.globedia.com