aguasedPor el Dr. José Proal, desde México-Junio 15 de 2016
                                     

“A principios del siglo XXI, el planeta Tierra, con su abundancia y diversidad de formas de vida, incluyendo una población superior a los 6 mil millones de humanos, enfrenta una severa crisis del agua. Todos los signos muestran que se va de mal en peor y que continuará así, si no son tomadas las acciones correctivas. Pero la verdadera tragedia es el efecto que esto tiene en la vida diaria de la gente pobre, quienes se encuentran agobiados por las cargas  de enfermedades transmitidas por el agua, viviendo en ambientes degradados y frecuentemente peligrosos, luchando por dar una educación a sus hijos y ganarse la vida, y por obtener lo suficiente para comer”. Lo anterior fue declarado por las Naciones Unidas en su Reporte del Desarrollo Mundial del Agua (UNESCO): “Agua para la Gente, Agua para la Vida”.

El agua cubre tres cuartas partes de la superficie de nuestro planeta, del cual el 97.5% es agua de los océanos y sólo el 2.5% es agua dulce. Del total del agua dulce, el 68.9% es agua contenida en glaciares y hielo de los continentes, el 30.8% se encuentra en aguas subterráneas y sólo el 0.3% restante, la constituyen aguas de lagos y ríos.  Es claro, entonces, el por qué en las últimas tres décadas, la legislación ambiental mundial se ha centrado en exigir la protección de los cuerpos de agua dulce, dada la escasez de la misma.

El consumo del agua per capita se incrementa día a día y va relacionado con “un mejor estilo de vida” y con el crecimiento poblacional. De esta manera, se incrementa el porcentaje de agua necesaria y, junto con las variaciones espacial y temporal del agua disponible, la consecuencia es tal, que el agua para todos nuestros usos está llegando a una escasez, desencadenando la consecuente crisis del agua y, a nivel mundial, la lucha por su posesión. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el agua podría convertirse en el móvil de las guerras del presente siglo. Se tiene el registro que 51 países de todas las regiones del mundo están en riesgo de afrontar conflictos por el agua en los próximos 10 años. En la actualidad se suscitan fuertes diferencias entre Turquía, Siria e Irak por el Río Éufrates; entre Israel, Palestina, Jordania y Líbano por el Río Jordán y el manto acuífero de la zona occidental. En África, también hay disputas entre Sudán del Norte y Sudán del Sur por el agua de acuíferos entre sus fronteras; entre Egipto y Sudán, y entre Sudán y Etiopía por el Río Nilo, y muchos de los conflictos tribales actuales en Libia y en otros países del Sahara, tienen su origen en el control del agua en las distintas regiones. En el lejano Oriente existen graves problemas por la gestión del Río Ham entre Corea del Norte y Corea del Sur; asimismo la fuerte tensión entre Pakistán y la India, desde hace ya varias décadas, por el control de fronteras y del agua es cada vez más marcada. En América del Sur existen inconformidades presentadas ante instancias internacionales entre Bolivia y Chile por una salida al mar y, entre otros, en América del Norte, el conflicto entre México y Estados Unidos tiene visos de complicarse aún más por la disposición de las aguas del Río Bravo, en sus fronteras.

La relación de disponibilidad del agua versus la necesidad del uso de este recurso por la población presenta grandes disparidades en los distintos continentes: 15% contra 8% en América del Norte y Centro(balance positivo); 26% contra 6% en Sudamérica (balance muy positivo); 8% contra 13% en Europa (balance negativo); 11% contra 13% en África (balance negativo); 36% contra 60% en Asia (balance muy negativo) y 5% contra 1% en Australia y Oceanía (balance positivo), poniendo la mayor presión de este recurso en el continente asiático, el cual soporta más de la mitad de la población mundial y la que naturalmente sólo posee el 36% de los recursos de agua dulce a nivel mundial, estimando, además, que en las siguientes dos décadas, el consumo mundial del agua se incrementará en un 40 por ciento.

Por otro lado, las distintas actividades humanas presentan marcadas orientaciones del agua dulce a nivel mundial, destinando el 70% de ésta para usos agrícolas, el 22% para uso industrial y sólo el 8% para uso doméstico, en aquellas comunidades y regiones que la pueden obtener y disponer, toda vez que en los últimas décadas, todas las regiones del planeta, sin excepción, se han visto asoladas por prolongadas y recurrentes sequías o por inundaciones, por innumerables desastres naturales de diferente índole, ocasionados por el marcado cambio climático y su consecuente calentamiento global que vivimos, causados, a su vez, por múltiples aspectos que han roto el delicado equilibrio ecológico de nuestro único hogar: La Tierra.

Se teme que el cambio climático intensifique el estrés actualmente padecido por los recursos hídricos, como consecuencia de las actividades económicas, usos del suelo y procesos de urbanización, así como por el crecimiento poblacional. A escala regional, los bancos de nieve de montaña, los glaciares y los casquetes de hielo desempeñan un papel crucial respecto a la disponibilidad de agua dulce. De acuerdo a las proyecciones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), las pérdidas de masa generalizadas de los glaciares y las reducciones de la cubierta de nieve de los últimos decenios se acelerarían durante el siglo XXI, reduciendo así la disponibilidad de agua y el potencial hidroeléctrico, alterando la estacionalidad de los flujos en regiones abastecidas de agua de nieve de las principales cordilleras, donde actualmente vive más de la sexta parte de la población mundial, y ocurriendo una aceleración a finales del presente siglo, toda vez que se estima, para ese tiempo, un incremento en la temperatura de tres a cinco grados.

 

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El panorama que se vislumbra para el hombre es ciertamente incierto e inquietante. Los expertos en el tema afirman que entre los años 2025 y 2030 la escasez del agua será un problema insostenible si no se toman en serio y de manera oportuna, todas las previsiones para solucionar esta problemática, que pone en riesgo la propia existencia y evolución del ser humano. Los modelos que examinan los efectos del cambio climático calculan que en el año 2050, los nueve mil millones de habitantes del mundo consumiremos un total de 4900 kilómetros cúbicos de agua, en lugar de los 3350 kilómetros cúbicos que cubren nuestras necesidades actuales, y si no se establecen de inmediato prácticas hacia una acción concertada para ahorrar agua, la combinación de cambio climático y crecimiento demográfico producirán una escasez generalizada. De tal manera, el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP, en inglés) ha identificado los dos problemas más angustiantes del nuevo milenio: la escasez del agua y el calentamiento global.

El agua se erige como un motivo de fundamental importancia desde el aspecto del conflicto social y geopolítico de este siglo; diversos estudios indican que desde hace más de una década el planeta sigue un camino hacia una escasez hídrica, al grado que, para 2025, la demanda del líquido será, al menos, 50 por ciento superior a la capacidad real de suministro. Por ende, aquellas naciones que cuenten con reservas importantes se convertirán en blanco de enormes presiones y de saqueos violentos e inescrupulosos, tal y como sucede ahora con los energéticos.

El origen de la pugna puede estar en el disenso existente entre quienes sostienen que el agua debe ser considerada un bien social, estrechamente relacionado con el derecho a la vida, y quienes expresan que no es más que otro bien comercializable, tal como ahora sucede con los granos y las leguminosas.

 

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Por su parte, la confluencia de diversos factores han ido potenciando que el agua se encuentre en esta condición de escasez:

1. Educación: El agua potable es un recurso aparentemente abundante, lo que ha hecho que en muchos lugares del mundo sea considerado inagotable y económico, esta visión impide valorarla en su justa dimensión.

2. Calidad: Más de 2400 millones de seres humanos, distribuidos en 31 países, reciben algún tipo de suministro, pero el fluido no cumple con las especificaciones básicas de saneamiento. Algunos datos actuales para reflexionar: De cada cuatro personas, una no alcanza agua potable; cada ocho segundos en el mundo muere un niño por beber agua contaminada; más de cinco millones de personas mueren al año por usar o beber aguas contaminadas.

 

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3. Gestión y distribución: La mayor parte del agua dulce es utilizada en agricultura, de la cual, más del 60 por ciento se pierde en el riego dada la ineficiencia de los métodos y sistemas asociados, además de que casi la mitad del agua potable de los países en desarrollo se pierde en las redes de suministro.

4. Ilegalidad: Dentro del 60 por ciento mencionado se encuentra el robo por conexiones ilícitas y las pérdidas por vandalismo.

5. Infraestructura: La construcción de los sistemas hidráulicos requeridos para la satisfacción de los diferentes sectores (agrícola, industrial, doméstico y de servicios, incluida la generación de corriente eléctrica) es insuficiente y está mal planificada, a lo que se suma el desperdicio o evaporación del más del 70 por ciento del agua con posibilidad de ser captada en la época de lluvias.

6. Social: En función del crecimiento de la población, también debe considerarse el consumo excesivo, porque la información disponible indica que el consumo global de agua dulce ha crecido seis veces, mientras que la población sólo lo ha hecho en el orden de tres.

 

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7. Político: Una condición que muestra la perversión existente en este rubro es el hecho de que las personas con menores ingresos son las que pagan más por el servicio y tienen menor disponibilidad de él. En los últimos tiempos, grandes corporaciones han pasado a controlar el agua de muchas regiones del planeta y es factible que no esté lejos el día en que sólo unas cuantas empresas posean el control del 75 por ciento de este recurso vital. Los gobiernos no deben abandonar la responsabilidad de tutelar la gestión de este bien natural, ni aún con el pretexto de mejorar la provisión del servicio.

8. Prepotencia y corrupción: La mayoría de las empresas destacadas en los países en vías de desarrollo vierten sus aguas residuales sin previo tratamiento a los cuerpos de agua inmediatos, contaminando ríos, lagos, lagunas, costas y, consecuentemente, sus mantos acuíferos se contaminan por lixiviación y otros fenómenos asociados, sin tener un reclamo oficial por parte de los gobiernos en cuestión, los cuales, en muchos de los casos, se concretan única y exclusivamente, según su propia normatividad establecida, en generar sanciones económicas por carga de contaminantes en las descargas de las empresas. La mayor parte de las aguas residuales municipales de los países en desarrollo carecen de tratamiento alguno y, al igual  que ocurre con las descargas de las aguas residuales industriales, también se vierten directamente en cuerpos de agua, sin el menor grado de conciencia, por lo que es urgente, para esos países, generar una adecuada cultura del agua e incorporar tecnologías eficientes de tratamiento de sus aguas residuales, orientando una estrategia eficiente hacia su re uso.

El Nuevo Orden Mundial no garantiza el reparto equitativo de este recurso natural, ni el respeto de las fuentes naturales del agua dulce existentes, creando un panorama aún más desolador, que enfrenta graves problemas de disponibilidad, distribución y contaminación, falto de esperanza principalmente para los países y para la población con menos recursos. Es por ello que los gobiernos de todos los países del mundo deben tomar decisiones consensuadas, inteligentes y justas, partiendo de la consideración de este recurso como un bien social y como un indiscutible derecho para la vida, de tal manera que permitan que la humanidad aleje la amenaza cada vez más presente y aterradora, que parece señalar que el próximo conflicto mundial ser: La Guerra por el Agua.

José Proal

Ciudad de México,

15 de junio de 2016

Referencias:

1. Reporte del Desarrollo Mundial del Agua: “Agua para la gente, agua para la vida”. (UNESCO, 2003)http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001295/129556e.pdf

2. Conversus: Revista del Instituto Politécnico Nacional. (2009). Multiverso yEl segundo problema mundial del milenio: El agua. No. 77

*Foto de Portada: www.mineríaurbana.org

*Foto 2: www.taringa.net

*Foto 3: www.mendozapost.com 

*Foto 4: www.es.slideshare.net

*Foto5: www.es.slideshare.ne