Domingo 19 Mayo 2024

En la ronda de las Madres de Mayo, en Bs Aires, leyeron una carta haciéndolo responsable

“Para Rafael Grossi… ni olvido, ni perdón”

Una de las más certeras denuncias públicas que se han hecho en los últimos tiempos, relacionadas específicamente en contra de la energía nuclear, podemos decir que fue la que recientemente se hizo en Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires, por parte de integrantes del Movimiento Antinuclear de Zárate, siendo el vocero Agustín Zais, quien dio lectura a una carta alusiva a Rafael Grossi (responsable argentino al mando del Organismo Internacional de la Energía Atómica, OIEA) haciéndolo responsable del vertido de aguas radiactivas de Fukushima en el mar, o lo que es más, de una potencial catástrofe sobre el planeta. Hoy por hoy, sobrevolando sobre la humanidad (sobre el planeta) una guerra mundial nuclear, que se haya llevado a cabo ese vertido de restos nucleares en el mar, no es ni más ni menos que una expresión más de la soberbia humana -y de la industria nuclear- , con el tinte macabro del atentado que resulta ser contra la vida, sin medir las consecuencias, y sin considerar todo lo que puede generar la radiación, en sí misma.

Y el hecho de que el Movimiento que tuvo la iniciativa -oportuna y bienvenida, por cierto- de dar a conocer al mundo el paso dado por Grossi -porque el periodismo presente al momento de leerse la carta se encargo de divulgarla- es la expresión más contundente de que en Argentina, si acaso en Zárate, hay conciencia, entre muchos de sus habitantes, de que la energía nuclear no es una de las opciones más saludables para la humanidad, en los tiempos que corren.

Tiempos en los que el hombre, abrazado al egoísmo, al individualismo y a la arrogancia, no piensa en el colectivo, sino que piensa más en los beneficios que pueda obtener para sí mismo, sin importar qué pueda suceder, más allá de sus intereses. Y obviamente, el uso y el abuso, de la energía nuclear, para muchos sectores -financieramente hablando- les reporta no solo muy remunerativas ganancias, sino además beneficios de todo tenor y de todo porte.

En un mundo así, quienes ponderan a la energía nuclear no toman en cuenta, ni en consideración, las terribles experiencias que se han visto en la historia, ya sea desde lo que concierne al uso bélico de la energía atómica, como lo que ocurrió en 1945, en Nagasaki y en Hiroshima; o como lo acontecido en dos catástrofes de magnitud, que sacudieron al mundo, nos estamos refiriendo a los episodios de Chérnobil y Fukushima.

Entonces, encontrar a personas que tienen conciencia, coherente y sensata, como los integrantes del Movimiento Antinuclear de Zárate, sobre lo que significa verter aguas radiactivas al mar, es para nosotros motivo primordial, para apoyar -desde nuestra redacción- su denuncia pública, y todo lo que signifique señalar con el dedo, y con nombre y apellido, a quienes -casi rayando con la criminalidad- son funcionales a decisiones que no están dentro de los carriles de lo antinuclear, sino más bien, dentro de lo pro nuclear, con el agravante de visibilizarlo en los hechos. Desafortunadamente, el argentino Grossi hace parte de ese sector de la sociedad humana, que pudiendo trabajar en favor de la vida, hace todo lo contrario, se abraza al sentido contrario, es decir a no evitar que se siga contaminando el planeta, lo que, es decir, no evitar que se siga poniendo en severo riesgo a las personas. Porque, está más que claro, que, tomando la decisión de liberar esas aguas radiactivas al mar, es prácticamente ser cómplice de un atentado a los derechos humanos, en definitiva, y sin duda alguna. Y no por casualidad el Movimiento Antinuclear de Zárate, encontró el mejor de los escenarios militantes de su país para hacer pública la carta, que es, en definitiva, una muy sólida y bien fundamentada denuncia, contra Rafael Grossi, siendo, además, una muy íntegra expresión de la lucha antinuclear, con mayúsculas.

Trascribimos textualmente este documento, que micrófono en mano en plaza de mayo, próximo a la Casa Rosada, sede del gobierno argentino, fue leído por Zais, en un país que, además, tiene centrales nucleares en Atucha, las que por otra parte han sido resistidas tenazmente desde movimientos sociales argentinos, pero en particular por el Movimiento Antinuclear de Zárate, que se es hoy en día, uno de los principales referentes de esa lucha, en Argentina y en Latinoamérica.

Hacemos responsable al argentino al mando de la OIEA, Rafael Grossi, por tomar una decisión unilateral, alentando la descarga por parte del gobierno japonés, del agua contaminada con radioactividad de Fukushima al océano Pacifico, por al menos, durante los próximos 30 años de manera constante, descartando posibilidad alguna, de participación en la toma de decisión, de las poblaciones potencialmente afectadas.

Denuncia publica y fundamentada contra Rafael Grossi 2

Hoy jueves 24 de agosto del 2023, con el vertido de agua al Pacifico desde las centrales en ruinas de Fukushima, comienza un proceso del que no tenemos certezas cuales van a ser las consecuencias. Expertos de ninguna naturaleza, pueden decir con exactitud qué es lo que puede pasar. Durante las próximas décadas, estaremos pendientes y expectantes de cómo evoluciona la traza radioactiva desde el agua del Pacifico, hacia los ecosistemas biológicos marinos y desde allí, por la cadena trófica a las diferentes poblaciones, sin poder dar marcha atrás a este proceso.

Expertos independientes, como los designados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y del Foro de las Islas del Pacífico, (organización intergubernamental formada por 18 naciones del Pacífico), han considerado como mínimo una actitud irresponsable de parte del organismo internacional de la energía atómica, ya que se podrían haber tomado otras opciones más conservadoras y de menor riesgo, como lo son el hecho de continuar con el almacenaje en el mismo lugar, mientras se sigue desarrollando en paralelo alguna tecnología mucho más eficiente, que la actual implementada (APLS) cuyos escasos resultados demostraron estar lejos de ser una solución.

Pero se eligió, aun así, la opción más barata y peligrosa, que es el vertido de las aguas en estas condiciones, lo cual, además, beneficia a toda la industria nuclearista en general, dejando asentado un antecedente muy negativo, que habilite a posteriori flujos de agua con niveles similares de radioactividad en muchas otras instalaciones nucleares alrededor del planeta, que necesitan estándares más flexibles para alivianar las diversas encrucijadas que atraviesan y no saben cómo resolver.

La industria nuclear siempre arrogante, autoritaria, y a la vez cobarde y ausente cuando se la necesita, incapaz de reconocer los daños que produce para intentar mitigarlos. Desde sus inicios a la actualidad, en Japón, en Argentina y en todo el mundo, nos ha impuesto riesgos innecesarios por los que jamás hemos sido consultados y que terminamos pagando con un daño irreversible sobre nuestros territorios y nuestros propios cuerpos. A lo largo de la historia, la industria nuclear se ha arrogado el derecho, incluso, de modificar sus propias normativas y estándares, unilateralmente, cada vez que le sea necesario o políticamente conveniente, para invisibilizar o relativizar el impacto de una catástrofe ya consumada.

Recordemos en línea al accionar de Rafael Grossi, el legado de otros dos argentinos: Dan Beninson y Abel Gonzales, aplaudidos y laureados por el lobby nuclearista internacional, quienes tuvieron a su cargo las comisiones cuyo objetivo fue el de reducir la cantidad de víctimas de Chernóbil a un número ridículamente pequeño, impidiendo así que la comunidad internacional tome conciencia de la magnitud del desastre y se solidarice en consecuencia. Hoy gracias a ellos, nadie se acuerda que las nuevas generaciones víctimas de Chernobyl, siguen padeciendo los mismos problemas y enfermedades, que sus padres y abuelos desde hace más de 35 años.

Con el inicio del vertido del agua radiactiva Fukushima, se inicia otro proceso lento pero inexorable de constante impacto radiactivo sobre los ecosistemas marinos y las diferentes poblaciones de los países afectados, que directa o indirectamente, se vinculan con ellos. Gracias a la decisión de Rafael Grossi, como conejitos de india de la industria nuclear, los pueblos afectados descubrirán solo con el tiempo, cual es el impacto que ha provocado este nuevo experimento”.

“Por cada pescador que ingiera alimento radiactivo….

Por cada madre que alimente de su seno con leche contaminada a su hijo….

Por cada individuo que desarrolle alguna enfermedad, malformación, cáncer o trastorno relacionado con la contaminación radiactiva…

Para Rafael Grossi… ni olvido, ni perdón”.

Foto de portada: Resumen Latinoamericano

Foto 2: IAEA