Jueves 2 Mayo 2024

Treinta y un años después de las masacres; treinta y un años después de la muerte de Giovanni Falcone, de Paolo Borsellino, del comienzo de los ataques al Estado, de la tratativa y de las "bombas de diálogo", la búsqueda de la verdad nunca ha cesado. Mucho se ha descubierto, pero no todo, y el compromiso de la magistratura se dirige ahora a darle un rostro a los llamados autores intelectuales externos que, ahora es cada vez más evidente, jugaron un papel en aquellas masacres.

Sin embargo, hay una parte del Estado que sigue sin querer esa verdad, la oculta y trata de aislar y golpear precisamente a aquellos magistrados que están al frente de esa búsqueda de la verdad o que se han "atrevido" a iniciar juicios contra los altos niveles de la mafia y del Estado para arrojar luz sobre las espinosas vicisitudes del poder de ayer y de hoy. Y hay un nombre que se repite constantemente: el del fiscal nacional adjunto antimafia Nino Di Matteo, quien en enero concluyó su experiencia como consejero togado del CSM (Consejo Superior de la Magistratura) y volvió a la fiscalía nacional antimafia.

Quizás por eso se ha desatado una nueva campaña de denigración y deslegitimación en su contra.

El pasado mes de julio, en las páginas de Libero, se ocupaba de ello el "habitual" Alessandro Sallusti, uno de los tantos libelistas, servidores del poder, que para golpear y perseguir a los que molestan recurren a descaradas mentiras.

En un artículo titulado "Cartas y desvíos. He aquí quién estuvo realmente con Paolo Borsellino y quién se le opuso", desempolva el contenido, lleno de omisiones y falsedades, del libro "Lobby y Poder" escrito por él junto con Luca Palamara, ex presidente de la Asociación Nacional de Magistrados y ex miembro del CSM, expulsado del orden judicial por primera vez en la historia de la magistratura.

El tema Scarantino

Ya en las primeras líneas no se dice la verdad cuando se afirma que en las palabras de Scarantino, el falso arrepentido de Guadagna, no había nada de cierto. Incluso en sentencias más recientes, como la del Borsellino quater, la Corte afirma que las declaraciones del falso arrepentido, "aunque ciertamente poco fiables, contienen elementos de verdad". Y es precisamente por eso que la historia es muy compleja y no puede resumirse en las pocas líneas de un comentario.

Lo cierto es que el "falso arrepentido" Scarantino señaló como partícipes de la fase crucial de la masacre a las mismas personas de las que habló posteriormente el colaborador de justicia Gaspare Spatuzza, auto acusándose del robo del auto utilizado para la masacre de vía d'Amelio.

Scarantino, de hecho, dice que cuando llevan el auto al garaje para que lo llenen de explosivos, Graviano, Tagliavia y Tinnirello estaban allí, como diría más tarde Spatuzza en perfecta coincidencia.

Sallusti y el uso de la falsedad 2

El mismo Spatuzza que habló de la presencia de un hombre que no pertenecía a Cosa Nostra: un sujeto externo.

Pues bien, otro falso arrepentido, Andriotta, informó en su momento que había sabido por Scarantino acerca de un hombre que no era de Cosa Nostra, un italiano especialista en explosivos.

Y además, están las indicaciones dadas por Scarantino sobre el robo del auto, que tuvo lugar mediante la ruptura del bloqueo de la dirección, y que se había enterado que al auto le habían puesto las matrículas de otro Fiat 126, tomadas del taller del propio Orofino, y que este último había hecho el lunes siguiente a la masacre la correspondiente denuncia de robo.

La mentira sobre el CSM

Pero la "mentira" de Sallusti también se da en otro momento, cuando habla de la carta que Fiammetta Borsellino, hija del magistrado, escribió al CSM en el 2017, con motivo del vigésimo quinto aniversario del asesinato de su padre.

"¿Y qué sucede? -escribe Sallusti- Luca Palamara, entonces un poderoso miembro del CSM, nos dice: "Recibimos los documentos del proceso Borsellino y abrimos una discusión en la Primera Comisión, la que se ocupa de los procedimientos disciplinarios. Fue una discusión muy acalorada, pero para ser honesto, nunca hubo la intención de seguir adelante. En primer lugar, porque había pasado demasiado tiempo para determinar una verdad objetiva, en segundo lugar, porque el nombre de Nino Di Matteo se cernía sobre el asunto, y en ese momento era uno de los magistrados italianos más poderosos y protegidos. En resumen, nos frenamos, como dicen en Nápoles. Ni siquiera convocamos, al menos para dar una señal a la familia Borsellino y al país, a los magistrados que manejaron ese desvío, y mucho menos a Di Matteo".

Así que aquí hay otro pasaje en el que se distorsiona la narración de los hechos. Y lo hace con las palabras de Palamara, condenado el pasado mes de mayo a un año (pena condicional) tras el acuerdo de culpabilidad en el juicio que lo tuvo imputado en Perugia por sus relaciones con el empresario Fabrizio Centofanti por tráfico de influencias ilícitas (se redefinió el cargo y se restauró el delito de corrupción, ndr).

A través de Palamara, Sallusti señala a Di Matteo como uno de los magistrados más "poderosos" de Italia, cuando la historia muestra que fue continuamente amenazado, calumniado, sometido a múltiples procesos disciplinarios con motivos injuriosos (posteriormente absuelto de todos los cargos), agredido por todos lados e incluso acusado de haber orquestado él mismo la orden de su muerte.

Y la afirmación que dice que Di Matteo nunca fue escuchado por el CSM sobre los sucesos en via D'Amelio es descaradamente falsa.

Después de todo, basta con hacer una búsqueda en Internet, o ir a Radio Radicale para encontrar la audiencia del entonces fiscal adjunto de Palermo ante la Primera Comisión del CSM. Fue el 17 de septiembre del 2018 y Palamara estuvo presente.

Sallusti, nuevamente usando a Palamara, también omite ingeniosamente mencionar que fue el propio Di Matteo, de manera formal y reiterada, quien pidió que esa audiencia no fuera clasificada, sino que se llevara a cabo en sesión pública.

Y todos los ciudadanos pueden escucharla con sus propios oídos para entender claramente cómo fue el asunto Scarantino y cómo fue tratado en su momento.

Un testimonio que fue reiterado ante la Comisión Parlamentaria Antimafia y luego en los juicios Borsellino quater y el del desvío de via D'Amelio.

Testimonios que demuestran claramente cómo nada tiene que ver con el desvío y cómo el asunto Scarantino no es más que "un segmento" del gran escenario investigativo en la búsqueda de la verdad sobre la masacre de Via d'Amelio. Pero el objetivo es claro: arrojar barro a quienes no desisten en la búsqueda de la verdad.

Así, como en el pasado se atacaba a los Falcone y los Borsellino, hoy vuelven a estar en la mira Nino Di Matteo y muchos otros magistrados que valientemente continúan investigando.

Es aquella acción que realizan las "mentes refinadísimas" para detener al magistrado de forma preventiva. No sólo por lo que ha hecho, con las investigaciones, juicios y condenas obtenidas, sino (sobre todo) por lo que podría hacer.

Como mencionamos anteriormente, sobre Di Matteo pesa la sentencia de muerte dictada por Totò Riina y Matteo Messina Denaro.

Sentencias que, como relató el colaborador de justicia Vito Galatolo, fueron emitidas por los jefes de Cosa Nostra a pedido de otros (los mismos que en el caso de Borsellino).

Ese proyecto de atentado, dijeron los fiscales de Caltanissetta en la solicitud de sobreseimiento de la investigación, que aún sigue en curso. Pero, obviamente, Sallusti nunca habla de esto, ni quiere hablar. Después de todo, ¿qué se puede esperar de los libelistas servidores del poder?

Fotos: Imagoeconomica