Jueves 2 Mayo 2024

En Il Foglio la absurda invitación a las escuelas y universidades a no hablar del Estado-mafia

"Hay un gran grupo de intelectuales que creen, ya sea de buena o mala fe, que la mafia, o más precisamente las mafias, son un superpoder criminal que todo lo decide y todo lo dispone. Está claro que mientras Saverio Lodato y Nino Di Matteo, que dicen que el Estado está podrido, sigan siendo invitados a las escuelas, se dará un mensaje diferente a las nuevas generaciones".

Con estas declaraciones del profesor Costantino Visconti, docente de derecho penal de la Universidad de Palermo, entrevistado por Ermes Antonucci para Il Foglio (con el título de "No al sofisma antimafia"), queda claro que, de hecho, el educador espera mordazas y censuras contra el histórico periodista y el fiscal nacional adjunto antimafia. 

Precisamente Di Matteo, a través de las agencias de prensa, quiso replicar a distancia a esas palabras. "Sigo de cerca la campaña de desprestigio que el periódico 'Il Foglio' realiza contra mí desde hace diez años, y hoy me encontré con una entrevista concedida a Ermes Antonucci por Costantino Visconti, profesor titular de la Universidad de Palermo. En el cuerpo de la entrevista el profesor Visconti, tras afirmar que para derrotar a la mafia 'debemos confiar en el Estado', agrega que 'está claro que mientras sigan invitando a las escuelas a Saverio Lodato y Nino Di Matteo, que dicen que el Estado está podrido, se dará un mensaje diferente a las nuevas generaciones'". Por lo tanto, prosiguió el magistrado, "al evidente deseo del profesor, me siento capaz de responder con una precisión que espero lo tranquilice, y con una preocupación. Son cada vez más numerosas las escuelas y las facultades universitarias que me piden que discuta con los estudiantes sobre el tema de la lucha contra la mafia y yo, dentro de los límites que me permite la función, seguiré aceptando esas propuestas. Sin embargo -concluye Di Matteo- la preocupación permanece, y espero que sea compartida por otros, por el hecho de que un profesor universitario que es un referente cultural para miles de jóvenes, pretenda indicar quién puede hablar con los estudiantes y quién, en cambio, debe ser prohibido".

Es evidente que las palabras del profesor Visconti superan ampliamente la crítica o la diferencia de opinión sobre temas como el estado del arte de las organizaciones criminales. Y cuando se invoca la censura o la mordaza, la opinión se vuelve desagradable. 

Sin embargo, al leer esa entrevista, nos permitimos disentir con el catedrático de derecho penal, pues demuestra evidentemente que nunca ha escuchado una conferencia de Di Matteo o Lodato en su totalidad. De lo contrario sabría que en sus intervenciones siempre se hace referencia a la presencia y existencia de la parte sana del Estado. Se habla de la mafia y se habla también del Estado-mafia en un momento en que, en realidad, la fuerza de las organizaciones criminales radica precisamente en su capacidad de tejer, desde siempre, relaciones con el poder. 

De lo contrario no se explicaría cómo es posible que las mafias sigan existiendo hoy después de más de ciento cincuenta años.

Y tampoco se explicaría por qué siguen facturando miles y miles de millones de euros gracias al narcotráfico (controlado principalmente por la 'Ndrangheta) y cómo se han desarrollado no solo en todo el país, sino también en el resto del mundo.

La existencia de un sistema criminal integrado no puede ser puesta en duda por los Visconti de turno.

Porque investigaciones pasadas y presentes han demostrado y demuestran que Cosa Nostra no estuvo sola en la concepción y ejecución de ciertos crímenes y masacres excelentes.

¿Cómo se puede llamar a un Estado que ha aceptado durante años la presencia de tantas figuras indignas en el Parlamento, si no Estado mafioso?

Basta recordar personajes como Marcello Dell'Utri (condenado a siete años de cárcel, sentencia cumplida), Antonino D'Alì (condenado a seis años de cárcel, por concurso externo), Nicola Cosentino (condenado a diez años de cárcel por concurso externo), o incluso el primer ministro Silvio Berlusconi (ya fallecido) que, como sostiene una sentencia definitiva, le pagaba a la mafia y mantenía relaciones con un jefe como Stefano Bontade.

¿Cómo debe ser considerado un Estado que ha aceptado sin culpa que uno de los políticos más poderosos e influyentes que tuvo la historia de Italia, como el siete veces primer ministro, Giulio Andreotti (también fallecido), se reuniera con los jefes mafiosos de Palermo antes y después del asesinato del presidente de la Región Siciliana, Piersanti Mattarella, ocurrido el 6 de enero de 1980?

La lista es larga y se podría seguir hablando de muchos otros servidores infieles de las instituciones (políticos, agentes del orden, magistrados, etc.) que han tenido relaciones directas con las mafias y que también fueron condenados. Según Visconti ¿Cómo debería ser llamada esta plétora de funcionarios de "cuello blanco"?

A menudo, en años más recientes, muchos "biempensantes" han argumentado que Giovanni Falcone nunca creyó en la existencia de un "tercer nivel" y que nunca habría llevado adelante un juicio como el de la Tratativa Estado-mafia, en el cual, más allá del desenlace final, se ha reconstruido una parte grave y dramática de la historia de nuestra República.

Y, sin embargo, leyendo las transcripciones de la audiencia de Falcone en noviembre de 1988 ante la Comisión Parlamentaria Antimafia (cuyo presidente era Chiaramonte), queda claro que el propio magistrado de Palermo había identificado, incluso antes del fallido ataque a Addaura (que tuvo lugar en 1989), después de lo cual habló con el periodista Saverio Lodato de la existencia de "mentes muy refinadas", que había una relación clara y directa entre Cosa Nostra y los centros de poder oculto. Conexiones que debían ser profundizadas a nivel investigativo.

El juez, asesinado en Capaci en 1992, habla de ello refiriéndose a la muerte de Mattarella.

Pero evidentemente este documento es desconocido por Visconti.

Ciertamente, para Falcone, Cosa Nostra era "la organización mafiosa por excelencia" pero, como dijo ya en abril de 1986, también había "realidades sumamente perturbadoras y particularmente complejas, compuestas por combinaciones híbridas de crimen organizado, centros de poder extrainstitucionales y sectores desviados del Estado, que son responsables de haber intentado en algún momento incluso condicionar el libre desarrollo de la democracia y de haber inspirado crímenes atroces".

Son consideraciones que no se pueden relegar al olvido, como quizás quisieran los Visconti del momento.

Ciertamente, las muertes de Falcone y Borsellino provocaron una reacción del Estado y una parte del mismo obtuvo importantes resultados (arrestos, condenas, incautaciones de bienes, etc., etc.), así como importantes resultados en la búsqueda de la verdad sobre muchos hechos perturbadores (masacres y otros más). Pero negar la existencia de la otra cara del Estado, o más bien del Estado-mafia, es un asunto serio. Precisamente porque está en juego el futuro de las generaciones más jóvenes.

Foto: reelaboración gráfica de Paolo Bassani