falconegiovanni1Por Giorgio Bongiovanni – 23 de mayo del 2018

Han pasado veintiséis años desde "L'Attentatuni" (El Gran Atentado, ndt), la masacre de Capaci, que costó la vida de Giovanni Falcone, Francesca Morvillo y los hombres de la escolta. Este año regresó a Palermo la Nave de la Legalidad, y miles de estudiantes procedentes de toda Italia han llegado a la ciudad para recordar a las víctimas de la mafia. Las imágenes muestran a la sala búnker del tribunal llena de gente, con un río de jóvenes que quiere estar presente, que quiere conocer y comprender las razones por las cuales el 23 de mayo se llegó a destrozar una carretera para matar a un solo hombre. En la RAI, se transmitieron las imágenes de una larga pasarela (como ha ocurrido con demasiada frecuencia durante estos años de conmemoración oficial) de figuras institucionales, políticos, profesionales e incluso personas del espectáculo. Seguramente hay quienes se conmovieron con la memoria de aquellos que pagaron el alto precio de la vida en una lucha que iba más allá de Cosa Nostra.

Sin embargo, al escuchar los diversos testimonios que se brindaron, es imposible no advertir el ensordecedor silencio cuando de solicitar verdad y justicia se trataba.

Reclamo que parece no tener más la Fundación Falcone. Esto no surge de las palabras pronunciadas, sino de las no dichas. Hubo un tiempo en que Maria Falcone decía claramente que quien mató a su hermano no fue solo la mafia. Un tiempo en el que señalaba con el dedo a los instigadores externos de las masacres, escondidos detrás de las grandes finanzas, detrás de los servicios secretos desviados, de la masonería desviada y grupos afines.

Un reivindicación de verdad que está ausente en la dialéctica institucional mientras se espera el nacimiento de un nuevo gobierno.

El "nuevo" Presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Fico, declaró que "cada gobierno y cada parlamento debe tener como prioridad la lucha contra la mafia". También reiteró que "en nuestro país la mafia existe y debemos derrotarla definitivamente, tanto con disposiciones antimafia como con inversiones en escuelas de formación y educación". Y finalmente destacó que "el hábito de encubrir es algo que debemos interrumpir definitivamente. Debe aparecer la verdad definitiva. Cada nueva legislatura no puede prescindir de hablar de la mafia y de tener una legislación actualizada sobre el tema. Así como no puede menos que hacer inversiones estructurales en escuelas para capacitación. Sin todo esto un gobierno no va a ninguna parte".

Al tomar nota de esas declaraciones, no podemos dejar de destacar que en el "programa" de gobierno "Cinco Estrellas-Liga" solo se usaron siete míseras líneas para hablar de la lucha contra el crimen organizado. Palabras gastadas sin entrar en los méritos de la acción. Así que aquella esperanza de que se dijese algo sobre las masacres o la búsqueda de la verdad sobre quién quería la muerte de Falcone y Borsellino una vez más fue desatendida.

Aquellos intereses que estaban más allá de Cosa Nostra fueron reafirmados ayer tanto por el Procurador General de Palermo Roberto Scarpinato como por el Fiscal General de Trapani, Alfredo Morvillo. E incluso hoy, Scarpinato, desde el escenario, reiteró que no podemos detenernos "hasta que hayamos descubierto toda la verdad sobre las masacres".

Hemos leído las palabras del Vicepresidente del CSM, Giovanni Legnini, quien recordó que "en estos años se ha realizado una obra muy importante, averiguando una parte de la verdad sobre las masacres" para luego agregar que sobre las mismas "hay que hacer otro tramo del camino y hacerlo hasta el final".

Legnini dijo que estaba esperando la protocolización de la sentencia en el Borsellino Quater, el juicio que certificó la existencia de un despiste investigativo en el atentado en el que murieron Paolo Borsellino y los agentes de su escolta. Nosotros también estamos esperando, pero no podemos dejar de destacar el hecho de que incluso hoy, a nivel institucional, hay una verdad que no se quiere recordar, que se quiere eliminar o peor, manipular. Poco importa si el pasado 20 de abril en Palermo hubo una sentencia, aunque de primera instancia, que demostró que en los años de las masacres una parte del Estado ha tratado en alguna forma con la mafia. Incluso entre los condenados hay un sujeto como Marcello Dell'Utri (ya en prisión por concurso externo en asociación mafiosa), fundador del partido que gobernó Italia durante más de veinte años, pero nadie se atreve a hablar de esto. Una vez más, a nivel institucional, la cortina de silencio se desplegó en todas sus dimensiones y no se ha dicho ni una palabra sobre esa sentencia. Excepto raras (si no únicas) excepciones. Basta con escuchar la intervención en Radio Capital del fiscal nacional antimafia Nino Di Matteo, que sostuvo la acusación junto con sus colegas Francesco del Bene, Vittorio Teresi y Roberto Tartaglia, para comprender el alcance de ese proceso. Hubiera sido bueno escuchar esas consideraciones en la red nacional. Del mismo modo que hubiera sido útil que los jóvenes tomaran conciencia de que el trabajo de Falcone y Borsellino no se agotó con el maxi proceso. Hubiera sido útil alinear a aquellos que son las "piezas faltantes" de un evento que 26 años después aún no se ha revelado en su totalidad. Hasta que esto no se considere una prioridad social, cultural y política, y el negacionismo y la justificación sigan a la orden del día, nunca habrá una democracia real para este país.

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En la foto: los restos del Quarto Savona Quindici, el Fiat Croma blindado de la escolta de Falcone (© Imagoeconomica).