detras¿Que hay detrás del atentado en Las Vegas?

Por Giorgio Bongiovanni - 03 de octubre del 2017

Apenas había pasado la hora 22 en Las Vegas, cuando desde el piso treinta y dos del hotel-rascacielos "Mandalay Resort", Steven Paddock comenzó a disparar sobre la multitud que asistía al concierto de música country en ocasión del "Ruta 91 Harvest Festival". Veinte minutos de ráfagas para consumar una verdadera carnicería. Cincuenta y nueve muertos y quinientos veintisiete heridos la cuenta final.

Números que llevan a considerar a esta masacre como la peor causada por las armas de fuego en la historia de los Estados Unidos. Cuando los agentes de Swat entraron a la habitación del hotel, Paddock ya se había quitado la vida. Los investigadores encontraron 23 armas de fuego, incluyendo dos fusiles ubicados sobre un trípode, y cientos de municiones. Estos se añaden a los miles encontrados en la casa del atacante, junto con otras 19 armas de fuego y explosivos. Mientras esperamos conocer el motivo que llevó a este jubilado de 64 años a cometer la masacre (inmediatamente hubo quienes pensaron culpar al ISIS pero el FBI descartó cualquier vínculo entre Paddock y el terrorismo islámico) puede ser útil analizar algunos datos. En los Estados Unidos, cada año, hay hasta once mil homicidios causados por armas de fuego, y la venta de armas, en un país de 330 millones de habitantes, es de 430 millones. Es decir, hay más armas que gente. ¿Y cuáles son las armas que se venden? Desde pistolas a fusiles, pero también armas automáticas y de asalto diseñadas para la guerra en lugar de para la defensa personal. Se sabe que en los Estados Unidos de América la Constitución, a través de la Segunda Enmienda, garantiza el derecho a poseer armas. La Carta afirma: "Siendo necesaria, para la seguridad de un Estado libre, una milicia bien regulada, no podrá ser desconocido el derecho de los ciudadanos a tener y portar armas". Al principio, los padres fundadores lo incorporaron a la Constitución porque los Estados Unidos nacieron de una revolución contra la monarquía británica y, después de la Guerra de la Independencia, se temió que Inglaterra quisiera recuperar su antigua colonia. Posteriormente, la venta y posesión de armas se justificó con la excusa de la ilegalidad generalizada en el país en la época del Lejano Oeste, así como con la guerra absurda contra los pieles rojas. Ambos motivos, hoy que estamos en el 2017 y la seguridad interna de EE.UU. está garantizada por organismos como el FBI o las fuerzas de policía territorial, la existencia de la Segunda Enmienda está desprovista de todo fundamento. Entonces ¿qué impide al Gobierno limitar la venta de armas? Si esto no sucede es por un hecho muy simple, es decir, por la existencia del lobby que condiciona e influye en la política interna del país apoyando a los candidatos presidenciales. Basta pensar en los ríos de dinero donados por la National Rifle Association (NRA), haciendo lobby a favor de las armas con sus 5 millones de miembros sobre los integrantes del Congreso sin importar el color político. Según datos proporcionados por el Washington Post, 20 senadores de cada 100, es decir uno de cada cinco, han aceptado las donaciones de los grupos de presión de la NRA durante los últimos 18 años de campañas electorales. E incluso los números aumentan si se mira a la Cámara (187 de 435). Hoy en los Estados Unidos la de las armas es una industria que vale miles de millones de dólares al año y, si se unen los asuntos del mercado legal y del ilegal se obtiene una fuente mucho más rentable del tráfico de estupefacientes.

Barack Obama, durante su presidencia, trató de hacer algo en contra de la venta de armas, pero sin éxito, estrellándose directamente contra el lobby. Contrariamente, el actual Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es "hijo" de ese sistema de poder, tanto que en abril pasado en la convención anual de la NRA fue recibido con una ovación. "Ustedes tienen un amigo y un defensor de sus intereses en la Casa Blanca -declaró- sólo un candidato en campaña electoral ha venido a hablar con ustedes, ese candidato es ahora presidente de los Estados Unidos y está aquí. Ustedes me han apoyado y yo los apoyaré ahora. Trabajaremos con ustedes y estaremos a su lado". Ciertamente, si los Estados Unidos regularan la venta de armas, incluso teniendo en cuenta la legislación italiana que es muy selectiva en este sentido, se reduciría la ocurrencia de ciertas tragedias. Pero hay otro aspecto que socava esa posición por parte de los gobiernos americanos. El caso afirma que después del atentado en Las Vegas, a raíz del temor de un endurecimiento de los estándares, los títulos de la empresa fabricante de armas "Sturm Ruger" subieron un 3,23%, mientras que los de "American Outdoor Brands", la ex Smith Wesson , han aumentado un 4%. ¿Es este el juego que se juega a costa de la piel de los estadounidenses? Mientras los gobiernos y el pueblo estadounidenses (excepto las debidas excepciones) alimenten en su "yo" el instinto asesino vivirán siempre en el terror.