Viernes 29 Marzo 2024

pinochetnaziEn memoria de un golpe de estado.

Por Giorgio Bongiovanni-11 de setiembre de 2017

El 11 de setiembre es una de esas fechas que permanecerán grabadas en la memoria. No, no hablamos del atentado a las Torres Gemelas del 2001, sino que de otro episodio grave que ha trastornado a un país sudamericano como Chile. Un real y verdadero atentado contra la democracia. En aquella fecha, de hecho, con un golpe de Estado las fuerzas armadas guiadas por uno de las más grandes “Judas” que la humanidad recuerda, Augusto Pinochet, con el sustento y la protección de los Servicios Secretos norteamericano de la CIA y el gobierno norteamericano revocaron al gobierno socialista de Salvador Allende, muerto durante el asedio al Palacio Presidencial. Pinochet había sido nombrado por Allende el 23 de agosto de 1973 como General en Jefe del Ejército justamente para defender y sostener la democracia. En lugar de eso con aquel golpe de mano criminal, junto a otros funcionarios corruptos, militares y civiles, traicionó a la Patria dando vida a una de las más atroces, feroces y sanguinarias dictaduras de la historia de Sud América.

Asesinatos, torturas, persecuciones, secuestros, utilización de campos de concentración y el uso indiscriminado de la violencia caracterizaron un régimen “nazi” que no tenía nada que envidiar que aquel puesto en práctica en la Alemania de Adolf Hitler y sus jerarquías (sobre todo el Angel del mal Heinrich Himmler). Entre los periodistas que valientemente contaban aquello que estaba sucediendo en aquel país sudamericano estaba Italo Moretti, enviado por la RAI, que mientras otros contaban mentiras descaradas y engaños, el mostraba los hechos. Se sabe que inmediatamente después del golpe el Estadio Nacional de Santiago fue transformado en un enorme campo de concentración, donde, durante los primeros meses eran torturados e interrogados miles de personas. Muchas mujeres fueron violadas por los militares afectados al “campo” y miles de personas desaparecían en la nada. No obstante las acusaciones formales de genocidio, terrorismo y tortura, a pesar de las pruebas sobre los crímenes perpetuados en la dictadura, muere en libertad, de un paro cardíaco a los 91 años el 10 de diciembre del 2006.

Desde el 1973 a la fecha ¿qué es lo que ha cambiado en el mundo? Poco, si se mira a lo operado por los Estados Unidos que aún hoy adoptan las mismas metodologías forjando y sosteniendo para sus propios intereses, golpes militares, guerras y abusos.

Quizás algún cambio se manifieste en el interior de la Iglesia, en aquella época muy cercana a ese sistema de poder jerarca y fascista. El Papa Juan Pablo II, hecho Santo por los hombres pero no lo sabemos si por Dios, en abril de 1987 fue a Chile y aún hoy no faltan las polémicas por la aparición del Santo Padre en el balcón del Palacio de la Moneda con el General y sobre la bendición impartida en ese acto a los funcionarios del gobierno, entre estos al sanguinario dictador. A diferencia de ahora, hoy hay otro Santo Padre, Papa Francisco, que no tolera la violencia, ni política ni religiosa, que abole las dictaduras incluso reconociendo que en Argentina durante la dictadura del General Videla el clero no ayudó a los desaparecidos torturados y asesinados.

A 44 años en un mundo que es foco de guerras internas, está también este 11 de setiembre para recordar guiados por la esperanza que es la última en morir. Entonces, nunca más dictaduras sanguinarias. Resistamos en la esperanza que la profecía de Allende pronunciada en su último discurso acontecerá antes o después. ”Habrá una lección moral que castigará la bellaquería, la cobardía y la traición”