traicionPor Giorgio Bongiovanni – 12 de Septiembre de 2016
“Logré entrar y salir, como lo hacen los gangster nigerianos que van a buscar a las chicas para llevarlas a prostituirse a los ranchos. A veces hay ajustes de cuentas en contra de personas indefensas que no quieren aceptar las reglas de los capataces”. De esta forma nuestro colega Fabrizio Gatti describió, en el noticiero “SkyTg24”, sus cuatro días (relatados completamente en la revista “L'Espresso”) transcurridos en el centro de asistencia a los inmigrantes “Cara di Borgo di Mezzanone”, en la provincia de Foggia, lugar al que entró como un sudafricano que se dirigía a Londres. “Se dieron cuenta de mi presencia – dijo – y me interrogaron. No la policía, sino un matón de la mafia nigeriana”. Porque allí, los militares, hacen guardia únicamente en el ingreso. En cambio el control del área está a cargo de la mafia nigeriana y también de algunos afganos. De hecho son nigerianos los que manejan la prostitución de algunas chicas del centro, la mayoría apenas son mayores de edad.

A lo largo del perímetro hay agujeros en el cerco de alambre tejido, precisamente debajo de las cámaras de video, que permiten a cualquiera entrar y salir, sin ningún tipo de control. Más de mil personas se alojan en su interior pero en el contrato de locación figuran solo 636. El centro está rodeado por un caserío precario en el que sobreviven aquellos que a lo largo del tiempo han salido del mismo. En el interior del centro de asistencia hay espacios abiertos y módulos prefabricados tapizados con colchones, totalmente abandonados. Al igual que los baños y las duchas, los que incluso están invadidos por perros callejeros que conviven con los internos. Además roban la corriente eléctrica de la red de iluminación pública y se la hace pasar por cables eléctricos simples, de interior, que en caso de mal tiempo pueden llegar a provocar descargas.

No hay espacio para mesas, ni armarios, entonces los utensilios de cocina y los efectos personales están apoyados en el suelo, sin ninguna norma de seguridad, ni de higiene. Incluso en uno de los pabellones – según cuenta el periodista – entran los vehículos que conducen los capataces, utilizados para transportar a los jornaleros al final del día laboral, cuando el sol ya se ha ido.
Apenas llegue el nuevo amanecer empezarán un nuevo día en los campos de la región de la Puglia. El traslado hasta las plantaciones de hortalizas también tiene un costo (cinco euros por día, que se les descuentan directamente del “sueldo”). Es por ello que muchos eligen la bicicleta, un bien precioso en este mar de desolación.

Gatti hace hincapié en la crítica situación que se vive incluso en el aspecto de la preparación de los inmigrantes que han llegado a Italia. Una gestión lejana completamente del modelo alemán (Alemania ha establecido que los refugiados tienen que asistir a cursos de formación para aprender el idioma) mientras que luego de haber pasado un año en Italia los internos del centro no han adquirido ninguna capacidad lingüística. Por no hablar de la licitación que se realizó para la administración del centro. El consorcio palermitano “Sisifo”, que ganó dicha licitación, redujo 8 euros el valor de la asignación diaria (pasando de 30, cifra inicial, a 22 euros), renunciando a casi 5 millones y medio en tres años. A pesar de que incluso con 22 euros por día por persona se podría garantizar lo mínimo e indispensable para vivir. Además la Cooperativa católica “Senis Hospes”, que administra el centro de Puglia y otros más por cuenta del “Sisifo”, registró una facturación con un aumento notable en los últimos años. En 2012 alcanzaba los 3 millones, en 2014 llegó a los 15, 2 millones.

La tensión emotiva se ve alimentada además por los largos tiempos de permanencia a la espera de una respuesta a la solicitud individual de protección internacional: el tiempo promedio es de alrededor de 6 meses, pero son varios los casos de quienes esperan en el centro durante más de un año. Son tensiones que pueden llegar a desembocar en peleas y en ajustes de cuentas. Ayer precisamente un ciudadano de 31 años, originario de Camerún, fue gravemente herido con un cuchillo por un joven de 19 años de Costa Marfil. Mientras que en el mes de junio pasado ocurrió un robo violento por el cual tres nigerianos fueron acusados del hecho en el ámbito de una guerra entre bandas de compatriotas para reclutar a través de la violencia a nuevos afiliados. Así como el hecho del 19 de abril en el que hubo un operativo policial luego de haber identificado a un ciudadano nigeriano que había sido secuestrado y luego arrastrado por cinco compatriotas hasta campo abierto donde lo rociaron con un líquido inflamable en los ojos, golpeándolo repetidamente en la cabeza hasta el punto de hacerlo desvanecer.

Esta es la situación de uno de los centros de asistencia más importantes de Italia. Muchas veces tienen que ser los periodistas, con sus valiosas investigaciones, quienes desenmascaran a quienes, corruptos y mafiosos, especulan con la vida de muchos. No podemos sentir otra cosa que rabia y vergüenza por la mala administración de las Cooperativas en los centros de asistencia. Y todo esto ante la indiferencia, o hasta incluso con la complicidad, de los Gobiernos locales y nacionales. Lamentablemente la mafia-Estado sigue viviendo gracias a estas acciones criminales sobre las cuales hoy es necesario iniciar las investigaciones que sean necesarias para aclarar las graves hipótesis delictivas que se han planteado, por ejemplo, de corrupción, asociación mafiosa, prostitución y tráfico de seres humanos. Y sobre una situación inhumana que sin lugar a dudas hoy más que nunca es urgente.
Fuente foto:www.dirittiglobali.it