Viernes 29 Marzo 2024
condelloLos invisibles y los mensajes sibilinos al sistema criminal
 
Por Giorgio Bongiovanni - 15 de Abril de 2016
Siguiendo la estela de los mensajes sibilinos lanzados por las organizaciones criminales, como por ejemplo las palabras de Riina durante el programa “Porta a Porta” de la semana pasada, entró en escena uno de los históricos jefes de la 'Ndrangheta, Pasquale Condello (también llamado “El Supremo”), que hoy se encuentra detenido en la cárcel de Parma, en regimen 41 bis (cárcel duro).

En los días pasados, durante la audiencia del juicio “Meta”, frente a la Corte de Apelaciones de Reggio Calabria, en el que están imputados los jefes de la 'Ndrangheta del “mandamento Centro” (territorio mafioso), el jefe del grupo de los “escisionistas” (Condello, Imerti, Serraino, Rosmini) que en los años '80 comenzó una guerra en contra de los demás clanes históricos De Stefano-Libri-Latella, se convirtió en el protagonista de un verdadero “show”.

Condello habría pretendido presenciar el juicio vestido de mendigo, con camiseta y pantalones rotos y con una bolsa de basura en la mano. La policía penitenciaria se lo impidió inmediatamente después de haber advertido a la Corte de Apelaciones, a la Dirección de Distrito Antimafia y a su abogado. Por lo tanto tuvo que salir y volver a entrar habiéndose cambiado de ropa.

Al instante los investigadores empezaron a hacer una serie de averiguaciones para comprender el significado de un hecho de tales características. Claramente es algo singular que haya hecho esto en la primera audiencia del juicio de apelaciones en el que desembocó la investigación “Meta”, conducida por el Fiscal Giuseppe Lombardo y que, en el año 2010, además de desbaratar a las bandas de Reggio Calabria logró aclarar algunos puntos claves para comprender la organización criminal, sobre todo, para descubrir quiénes están detrás.

Por lo tanto ¿cuál es el mensaje que se oculta detrás de una acción tan sorprendente? ¿Qué quería decir uno de los jefes supremos de la 'Ndrangheta? ¿A quién estaba dirigido el mensaje? ¿Cuál es el significado que se esconde detrás de la ropa y de la bolsa de basura? ¿Acaso podría ser que hay que tirar la “ropa vieja” para luego volver “a los orígenes”, a la vieja forma de invisibilidad  y a la calidad de intocables? ¿O que las familias tienen que “tirar a la basura” (por lo tanto eliminar) a alguien, refiriéndose a algún viejo referente de la política, de la economía, o peor aún, a algún elemento incómodo? En este sentido no se puede interpretar como una casualidad que haya habido verdaderas condenas a muerte tanto en el frente siciliano, con el Fiscal Nino Di Matteo como blanco, como en el calabrés, con los magistrados Giuseppe Lombardo y Nicola Gratteri.

Claro está que el gesto de Condello no se puede leer simplemente como el de un hombre que, después de haber recibido seis condenas definitivas a cadena perpetua, no tiene nada que perder e intenta cualquier cosa. Ni tampoco se lo puede ver como a un loco ya que no se ha sabido que tenga problemas de salud. Los controles médicos que se le han efectuado demuestran que se trata de un “sujeto lúcido y racional”.

Durante años Condello fue un punto de equilibrio entre dos mundos: el de la 'Ndrangheta y el de los “Invisibles”. Los mismos que, quizás, por años le garantizaron poder mantenerse prófugo. Hoy el Supremo, después de haber cumplido ocho años bajo el régimen carcelario duro del 41 bis, vuelve a hacer sentir su voz recordando, tal vez, precisamente los pactos  realizados.

Y en todo esto, además, están los obstáculos que querrían eliminar. Ese eje Palermo-Caltanissetta-Reggio Calabria en el que los magistrados y los investigadores tratan de descubrir las conexiones externas y los ideólogos de los atentados. Investigaciones convergentes y delicadas como las conducidas por Di Matteo y por Lombardo. Un eje que busca precisamente a los “invisibles” que están relacionados con las mafias, pertenecientes a ese sistema criminal integrado, cada vez más evidente en la administración del poder y de los negocios.

Algo que es seguro es que no puede ser una casualidad que en este momento histórico, en el que en el Parlamento se vuelve a discutir sobre el 41 bis, sobre la reforma de la justicia, sobre la Constitución, lleguen señales desde dentro para afuera de las cárceles. Algo nuevo está fermentando, como en los años de los atentados. Y las palabras que dijo y no dijo el hijo de Totò Riina, así como las del jefe “Supremo” pueden pesar más que cualquier otro discurso. Es por ello que el nivel de alerta tiene que ser máximo, sin bajar la guardia, ni subestimar los riesgos.