Viernes 19 Abril 2024

inmigrantesPor Giorgio Bongiovanni - 18 de Agosto de 2015
Se suicidan generales “Judas” como Hernán Ramírez Rurange, uno de los hombres pertenecientes al círculo de poder del ex dictador chileno Augusto Pinochet, después de haber sido condenado por los crímenes cometidos durante y después del régimen militar. Se suicidan para escapar de las violencias cometidas en vida, por las cuales fueron brutalmente asesinados inocentes, no solo en Chile sino también en otros países como Argentina, Brasil, Guatemala, Paraguay, Uruguay, etc. Situaciones en las que la tiranía aplastó a los más débiles. Pero otro “suicidio”, por más que sea metafórico, otro genocidio más grave del que ocurrió bajo la dictadura de Pinochet está ocurriendo también en Italia y en Europa. El Gobierno italiano ha muerto, se ha “suicidado” frente a la incapacidad de asistir a los inmigrantes en nuestras costas, lo mismo ha hecho la cobarde Unión Europea por no querer afrontar la realidad de los hechos. Niños, mujeres y hombres mueren después de haber pagado un caro precio por el viaje hacia nuestro país, a cargo de las organizaciones criminales no solo del Continente Negro, sino también locales.

Según las investigaciones de las Fiscalías calabresas y sicilianas son principalmente Cosa Nostra y la 'Ndrangheta las que participan en la organización de los escapes de inmigrantes, en calidad de socias de las mafias del Norte de África. Estas últimas piden a cada clandestino miles de dólares para subir a las barcazas: un business que alcanza los 600 millones de euros por año.

Mientras tanto, el gobierno se niega a afrontar la realidad prefiriendo lavarse las manos, pidiendo ayuda a Europa, que también es culpable de no recibir con solidaridad a los protagonistas del éxodo bíblico de hoy en día. ¿Por qué recibirlos, por qué darles una residencia digna? Porque desde hace cientos de años los países europeos son los usurpadores de esas tierras. Hemos arrasado y explotado todas sus materias primas imaginables, pertenecientes legítimamente a esos pueblos. Cobre, diamantes, oro, petróleo, coltan (uno de los componentes fundamentales de nuestros teléfonos celulares).

Somos nosotros los culpables del destino de los inmigrantes y no solo tendríamos que recibirlos dándoles una residencia y un trabajo, sino que tendríamos que pedirles perdón públicamente porque nuestros padres tiranos han hecho elegir en África a dictadores sanguinarios, Judas traidores de sus hermanos. No hemos hecho otra cosa que emular a los dictadores sudamericanos como Pinochet, o a generales como Hernán Ramírez Rurange, para el cual los jueces chilenos dictaron una sentencia a 10 años y un día por el secuestro y homicidio del agente de Policía Eugenio Berríos y a otros 10 años y un día por conspiración.
También nosotros hemos alimentado a sus mafias, a la nigeriana y a la sudafricana, que cumplen un papel fundamental de primer orden en el tráfico de droga por haberse asociado con Cosa Nostra y con la 'Ndrangheta.

Por lo tanto, querríamos decirle a Matteo Salvini, que declara, que “hay que dejar a los inmigrantes en mar abierto” que piense dos veces antes de hablar porque ha sido los industriales del Norte de Italia (aunque no todos) quienes han reducido a la esclavitud a esas poblaciones. En cambio tendría que sentir vergüenza frente a todo esto, golpearse el pecho y gritar: ¡mea culpa, mea máxima culpa!