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agustin saizCausa Puente 12  Por Agustín Saiz -13 de diciembre de 2020

Durante la represión brutal ejercida por la dictadura argentina, había roles de todo tipo. La maquinaria de exterminio tenía tantos engranajes que necesitaba que todos los componentes ocupasen el lugar que les correspondía. El espectro de participación era amplio sobre todo cuando ese enemigo, construido para justificar los crímenes, existía en tantos lados como sea posible. La inteligencia militar dirigió y coordino ese despliegue del aparato represor, que abarcó todos los ámbitos de la ciudadanía hasta terminar en lo que fue un genocidio.

Pero para desarmar ese entramado hay que identificar uno por uno a quienes formaron parte. Al general Videla al mando de la cúpula de la dictadura, a los integrantes de los grupos de tareas que irrumpían en las casas para secuestrar, al especialista en sacar información bajo tormentos, al guardia de policía que custodiaba el centro clandestino, al cura de una iglesia que pasaba información de un familiar. Y entre tantos otros roles, también a quienes estaban a cargo de reclutar personajes oscuros para infiltrarlos en las diferentes organizaciones sociales y de resistencia. Carlos Antonio Españadero fue uno de ellos y hoy es el único imputado que tiene este segundo tramo del juicio por crímenes de lesa humanidad llamado “Puente 12”, que dio comienzo el pasado viernes 11 de diciembre y que se lleva  adelante en el TOC Nro. 6.

Algunos de los sobrevivientes de los centros clandestinos de desaparición y exterminio, luego de ser liberados, vivieron en una especie de secuestro a cielo abierto. Es decir les permitieron volver a ver a sus familiares y seguir con una vida supuestamente ordinaria, pero bajo un marco de control en donde todos sus movimientos eran monitoreados.

La garantía de ese cumplimiento eran justamente sus seres queridos, que funcionaban como rehenes de esa condición impuesta. Un testimonio reservado en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (SDH) dice: “a un matrimonio de sobrevivientes luego de ser liberados en el año 1979 les dejaron un papelito con números de teléfonos de contactos. Un año después los llamaron para avisarles que los irían a visitar. Así fue que llegó un tal “Peirano” con otro hombre y una mujer y les entregaron dos niños, uno de cuatro años y el otro de 18 meses”. Por supuesto que el mayor Peña o Peirano era uno de los tantos alias de Españadero utilizados durante su carrera criminal y que los niños que les asignaron fueron algunos de los miles que nacieron con sus madres en cautiverio y que todavía hoy se siguen buscando. La organización alemana “Coalición contra la Impunidad” que impulsó el juicio contra 41 militares argentinos, reconoció también en el “Mayor Peirano” la persona que recibía las denuncias de las víctimas que se acercaban a la embajada en busca de datos de sus familiares.

Causa puente 12 2

El periodista Ricardo Ragendorfer, que pudo entrevistarse varias veces con el genocida, declaró: “sobre él pesa una acusación macabra: haberle cobrado 25 mil dólares al teólogo alemán Ernst Käsemann, a cambio de permitirle acceder a los restos de su hija, asesinada por los militares en 1977. Se dedicaba a recibir familiares de desaparecidos alemanes que iban a buscar ayuda a la embajada de ese país. Y, desde luego, los interrogaba, además de obtener algunas ganancias mediante la venta de información falsa”.

Pero además de ubicar familias para los hijos expropiados de los desaparecidos y de traficar información en las embajadas, Españadero es conocido por otra de sus especialidades que es la de infiltrar individuos en diferentes organizaciones de resistencia. A medida que nos vamos adentrando en su perfil y recorriendo su curriculum, la calificación moral de este personaje desciende cada vez más. Dos de sus agentes tristemente más conocidos tenían perfiles psicológicos de rasgos deficientes. Por lo que más que un servicio prestado se puede hablar de una mezcla de engaño y coacción, para inducirlos a realizar el trabajo sucio que además termino con sus vidas. Con la información recolectada por Españadero por ejemplo a través del “Oso” Ranier, mataron a 120 militantes del ERP: “con su propia camioneta, actuaba como chofer en la logística del ERP. Consiguió contactos con armas para vender, cubrió citas y trasladó personas y materiales, armas, municiones, secuestrados, y así acumuló poco a poco muchas pequeñas piezas de información que el Batallón 601 de Inteligencia fue descifrando con gran cuidado. Al “Oso”, la vida y la historia ya lo condenaron… Era un lumpen de capacidades muy limitadas, un intelecto rayando en el retraso madurativo. No obstante, el tipo había sido no entrenado, sino amaestrado simplemente para ver y oír. Había sido amaestrado no para sacar conclusiones sino para que contara lo que veía y lo que oía, aunque lo que veía y lo que oía no lo comprendiera. Para armar ese conjunto de espejos rotos, ese conjunto de piezas dispersas estaba Españadero y su gente”.

Españadero relata presuntuoso también como otro de sus reclutados se vinculó con él para vengar la muerte de su hermano. Lo increíble de la historia de Miguel Ángel Lasser es que su hermano Víctor, formaba parte del ERP y murió justamente en un enfrentamiento con los militares. Pero para Miguel Ángel la responsabilidad era solo de la organización guerrillera y según Españadero pudo convencer al joven para que en lugar de entrar en la lucha armada, trabajase para él: “Quiero pelear con un arma en la mano (me dijo) el chico que tenía una carga de bronca. Y le dije: No sirve que seas un justiciero; eso no ayudará a nadie, ni a vos. Lo convencí. El primer paso fue enviarlo a Tucumán para marcar subversivos. Cumplió. A su regreso, se me ocurrió infiltrarlo en Montoneros (terminó en ERP, ndr). Para entonces, ya había un vínculo afectivo entre nosotros. Conoció mi verdadero apellido y a mis hijos. En aquellos días manifestó su interés en hacer el servicio militar. Como ejercicio, le pedí que obtenga datos de otros conscriptos. Y cumplió".

En Españadero puede verse claramente a un maestro del engaño que abuso de su posición de poder para ejercer dominio sobre víctimas o personas vulnerables con problemas evidentes. Sin embargo él considera a sus subordinados como “héroes” que actuaron en una guerra de inteligencia donde “la clave es la información”.

Cuando la verdad salga a la luz en este juicio, muchos esperamos que Españadero quede expuesto como lo que fue, un personaje perverso que actuó impune mientras tuvo el aparato de terror a su favor. La verdad es que si a estos personajes se los despoja de todo el contexto, solo queda una especie de gusano fétido revolcándose en el mar de sufrimiento que vivió nuestro pueblo: "Yo sólo interrogaba. Ese era mi trabajo. En los centros de detención, me ponía detrás de un tabique y en esas condiciones trataba a la persona que debía interrogar. Sólo preparaba informes. Mi jefe tenía en claro que yo me oponía a la tortura”.

Los juicios en democracia contra genocidas, además de la necesaria condena y la reivindicación histórica y de las víctimas, también sirven para mostrarnos como son aquellas personas que fueron capaces de participar, con orgullo, de un genocidio.

¡Nunca más es nunca más!

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*Foto de Portada: www.laimposible.org.ar

*Foto 2: www.laizquierdadiario.com, foto de Martín Alberto Cossarini Enfoque Rojo / periodista Ricardo Ragendorfer