Jueves 25 Abril 2024
agustin saizPor Agustín Saiz desde Argentina-23 de noviembre de 2020

Argentina es un país despoblado, la oligarquía exploto sus negocios agrarios negando toda posibilidad de desarrollo. No es fácil entender a simple vista una situación como esta porque puede parecer como si fuesen dos problemas escindibles. Entonces es posible cuestionar, erradamente, un modelo de desarrollo sin cuestionar una clase dominante. Pero no, la avaricia en los negocios va de la mano con la sangre de los trabajadores (peones rurales o aborígenes) como una condición obligatoria. Matemáticamente, la ambición económica aumenta con la capacidad de despreciar al semejante y someterlo. El modelo del campo, es verdad, hoy ha evolucionado y se ha tecnificado. La clase terrateniente patricia vacuna ha dado paso a otra sojera, incluso mucho más poderosa económicamente y también más destructiva. De hecho todos los argentinos tenemos la sangre contaminada con químicos de las fumigaciones del campo y son constantes las multitudinarias marchas desde hace años, en contra del modelo agroexportador por los daños que nos vienen infringiendo.

Pero esa misma lógica, también fue duramente cuestionada por los jóvenes de hace 40 años, en este caso a través de la formación de las ligas agrarias de la agrupación montoneros. Y más allá de las linealidades históricas, su lucha intento ser un punto de quiebre en donde el éxito seguramente hubiese evitado el destino de muerte que hoy sufrimos. El modelo agro sojero jamás hubiese podido emerger desde una comunidad organizada que procure el bienestar de todos sus miembros. Como dijimos antes, lo que uno es y lo que uno hace van de la mano, y esos frutos, podridos en este caso, están a la vista. Hoy podemos hablar del hacinamiento de miles de marginados que pelean en la periferia de las grandes ciudades apenas para sobrevivir. Como contrapartida el campo fue quedando despoblado, con suelos cada vez más agotados y con una perdida irrecuperable de biodiversidad.

Este 29 de octubre reciente, como parte del alegato que comprende las acusaciones sobre nueve jerarcas militares de la estructura de inteligencia de la dictadura genocida, la fiscal Sosti desarrolló con detalles, el proceso de aniquilamiento de las ligas agrarias. El relato que sigue a continuación, está basado en la reconstrucción de esos hechos comprendidos en el periodo del 79 al 80, que corresponde a los crímenes juzgados en este juicio denominado “contraofensiva”. Si fuese una película sería propicio anticipar con un cartel al espectador de este episodio horroroso dentro de lo que fue la incalificable dictadura argentina. “Basado en hechos reales”, podría decir la placa, y también deberíamos agregar una más que diga “la realidad siempre supera la ficción” para completar el concepto. Así vamos a prepararnos para adentrarnos en este episodio silenciado, con la esperanza de que algún día podamos confrontarlo como sociedad y superarlo finalmente desde la propia raíz de la historia.

Las ligas agrarias

La jefatura 2 del ejército extrajo la información por medio de la tortura y sabía perfectamente que la rama agraria del movimiento peronista montonero seguía trabajando y reclutando miembros. En las zonas rurales del noreste se convocaba a un amplio sector del peronismo que tenía la posibilidad de operar políticamente. La rama agraria del movimiento, era la garantía que tenían los pequeños productores de la región. La iglesia tercermundista jugaba también un rol fundamental porque avalaba el proyecto, revirtiendo el discurso de la teología patricia dueña del campo. La homilía dominical se transmitía por la radio y era la voz de los que no tenían voz. Todos los escuchaban porque en ese rato se describía aquella situación y se denunciaban claras las injusticias. Cuando comenzó la cacería, ese sector de la iglesia fue el soporte que protegió y dio refugio a los dirigentes perseguidos, intercediendo además ante los militares para frenar torturas y evitar desapariciones. Pero también sus miembros se jugaron la vida, haciendo que el cuerpo social de esa institución se quebrara moralmente entre bandos que presentaban posturas antagónicas.

Desde los 60´s, Onganía ya venía golpeando al campesinado a través de sus manuales de economía liberal  provocando el hambre. Como resultado de sacar mucho a los que tienen poco para dárselo a los pocos que tienen mucho, la comercialización de las materias primas era manejada desde entonces por monopolios que acorralaron a los productores. El camino había quedado libre para poner precios a su antojo y tirar abajo el valor del trabajo de los campesinos. Pero en aquel periodo, a principios de los 70´s la gente comenzó a quedarse en el campo para conservar sus tierras, revirtiendo el proceso migratorio típico a las ciudades por las crisis económicas. Entre el 70 y 71 se duplicó la cantidad de socios en las cooperativas y comenzó un proceso virtuoso de industrialización (aceiteras, algodoneras, textiles, molinos, usinas, modernización de fábricas). La Ocal era un frente que agrupaba a más de 24 cooperativas y previo al golpe, había logrado pasar de acopiar del 20% al 80% de la fibra de algodón producida en el país.

Juicio a 9 genocidas por caceria en los montes 2

Las ligas de los campesinados eran un obstáculo al modelo de país que la dictadura se planteaba reorganizar. Había que quitarle poder para transferírselo a las corporaciones en manos extranjeras enlazadas a las oligarquías locales. En Chaco ya eran tres generaciones de desplazados y las ligas agrarias se resistían al latrocinio. De un día para el otro pasaron a ser prácticamente el demonio y los convirtieron en el enemigo a aniquilar.

El ejército no pensaba detenerse, no iba dejar de torturar y matar hasta sacarles las tierras a esos hombres y mujeres, y que las riquezas quedaran en manos de los instigadores del genocidio. Bunge y Born, Alpargatas, Dreyfus, Anderson & Clayton tenían la infraestructura y ahora a su disposición al aparato genocida. El accionar de combate se puso en marcha con un despliegue avasallante de acción psicológica. De ser dirigentes pasaron a ser terroristas subversivos, instrumentos del comunismo internacional que venía a tomar el poder en la argentina. Las ligas tuvieron 2.000 personas detenidas y cientos de ellas fueron torturadas a golpes, picana eléctrica, submarinos y muchos de ellos continúan desaparecidos. Los dirigentes eran asesinados a patadas delante de los campesinos en las comisarías para amedrentarlos. Las patotas entraban a las casas con camionetas, apresaban al dueño, rompían toda la casa, tiraban los alimentos, les pegaban a las familias y se llevaban a algún miembro para torturarlo y sacarle información. Los que tenían maquinaria se las llevaban, en total fueron más de 3.000 los tractores robados al campesinado.

Muchos se vieron obligados a pasar a la clandestinidad en condiciones muy primitivas refugiándose en el monte y los cañaverales. Lograron hacerlo gracias al apoyo de los campesinos de la zona que les acercaban comida. Pero la persecución a cargo del ejercito fue brutal, una cacería sin límites. A la hora de bautizar el operativo lo llamaron “Operativo Toba”, denostando un sesgo clasista y el lastre que acarrean del anterior genocidio. El despliegue contemplaba helicópteros, camiones, Unimog y más de 2.000 efectivos en los montes. Parejas jóvenes corrían con sus hijos a cuestas, filtraban el agua para sobrevivir sin enfermarse, dormían a la intemperie, se comunicaban con mensajes en clave escondidos en los árboles. El ejército hacía razias en el camino, que eran conocidas como control de poblaciones. Las alcaldías oficiaban de mazmorras, se llenaban de personas secuestradas y gritos de torturas. El operativo Toba parecía tener imágenes traídas de la guerra de Vietnam. Los que estaban escondidos tenían que tener cuidado de no tener nada que llame la atención desde el aire, paquetes de cigarrillos, bolsas, latas para evitar que brillen con el sol.

El general Cristino Nicolaides estuvo a cargo de estos operativos por ser el responsable de zona 2. Posteriormente fue el jefe mayor de institutos militares por lo que también le corresponde la responsabilidad de las muertes de las filas de militantes que ingresaban al país en el 79 con la contraofensiva. Es decir, conocía de cerca el tema. Algunos alcanzaron a permanecer hasta tres años clandestinos en el monte agudizando sentidos y desarrollaron estrategias de defensas. Las armas que llevaban eran de uso civil, las que tenían los campesinos para defenderse de los animales porque el objetivo de ellos no era la agresión a militares. En cambio sí lo era por parte del operativo Toba que buscaba asediarlos, aislarlos, quitarles medios de supervivencia para finalmente hacerlos salir y asesinarlos como trofeo de caza. A mediados del 78 la situación era insoportable y las posibilidades de vida dentro del monte cada vez menores.

Con la contraofensiva los pocos que habían logrado salir y escapar exiliados en Europa, volvían para seguir trabajando con lo que quedaba de las cooperativas. La central de inteligencia 601 tenía identificados a los integrantes de las ligas agrarias desde su ingreso y a muchos los interceptaba cuando pasaban las fronteras con el dispositivo denominado operativo murciélago. Son las propias fuerzas represivas las que nos cuentan con sus documentos, cuál era el propósito de las torturas y los asesinatos a los hombres que perseguían “se ha comprobado que mantienen contacto con sacerdotes y monjas y que aprovechan situaciones conflictivas para introducir personal en la zona rural, interior Chaco 3DT, Resistencia Chaco 2DT, norte de Santa Fé 2DT, interior de Santa Fé 4 DT”. Por las dudas, aclaramos que en los escritos “DT” significaba “delincuentes terroristas”.

Carlos Servando Píccoli

En abril del 79 una partida represora lo asesinó en colonia La Matanza en Chaco, ese día iba en bicicleta. Fue dirigente de las ligas y  lo tenían marcado sus homicidas como surge del informe de grupo de tareas 2 “1er secretario Osvaldo Lovey, secretario adjunto Carlos Píccoli (L)” y entre paréntesis aparece como liquidado (baja). En el año 73, Carlos había venido a Buenos Aires a hablar con Perón para agilizar los trámites para exportar todo lo que producían las cooperativas del Chaco. La muerte de Perón intensifico la persecución y en el 75 ya era imposible que durmiera dos noches en el mismo lugar. Pero Carlos insistía que estaba dispuesto a dar la pelea para que no desaparezcan las cooperativas.

En octubre del 76 ya estaba de nuevo en el monte, mientras que la campaña psicológica de la dictadura difundía comunicados con los nombres de él y otros militantes campesinos. Instaban a la población a denunciarlo por “peligroso subversivo”. En Sáenz Peña las paredes estaban empapeladas “no los encubra”, “denúncielos son subversivos”, “se recomienda la captura”. El reglamento de operaciones psicológicas demuestra que la campaña estaba orquestada desde las altas esferas, no era un accionar azaroso o regional. La madre y los hermanos de Carlos empezaron cada vez más a estar constantemente asediados. Se los llevaban a la comisaria y los amenazaban con matar a los hijos si no decían dónde estaba Carlos. Por tal motivo una parte de la familia partió del chaco. Mario Píccoli era el hermano menor y tenía apenas 14 años, dijo que lo más impresionante era el ruido del helicóptero del ejército cuando bajaba en el patio de la casa con armas largas, era aterrador. Sumado a eso la pegatina de afiches diciendo que eran peligrosos fue un estigma para la familia. Los hermanos no querían que su padre fuera hacia el pueblo para que no se encuentre con semejante campaña. Fue igual, un día en el pueblo se encontró con la imagen de su hijo pegada en las paredes. No pudo soportarlo, volvió a su chacra y se suicidio. Después de esto la tortura seguía, seguía yendo el helicóptero con los militares, los encerraban en diferentes piezas a los miembros de la familia y los interrogaban. Eso fue para los dictadores reorganizar la nación, autos sin identificar, personas que pasaban esperando a Carlos escondidos o abiertamente para ejercer temor.

Juicio a 9 genocidas por caceria en los montes 3

En febrero del 78 Carlos escapó del monte a Francia y desde allí le enviaba cartas a su familia. Estuvo también en España y México antes de volver a entrar al país. Sus compañeros recuerdan la sorpresa cuando en una navidad empezó a nevar, Carlos acostumbrado a los 45 grados del monte no se contuvo y salió a jugar con la nieve. Ya a inicios de 1979 Píccoli empezó a rearmar las ligas, primero desde Buenos Aires y luego otra vez de nuevo dentro del Chaco.

El 21 de abril Carlos visito la casa de su primo Guillermo, estaba de paso porque quería luego ir a visitar a su madre. Cenaron y a la medianoche partió. Un silbido irrumpió el silencio. La gente de campo conoce todos los sonidos del lugar pero aquel jamás lo habían escuchado y era premonitorio de su muerte. Los vigías estaban apostados en el camino marcando la presa. La comunidad informativa de la cúspide de la dictadura lo seguía y la policía chaqueña recibió la instrucción. Lo emboscaron mientras Carlos iba por la noche en su bicicleta. Lo fusilaron con un fusil (FAL) y una ametralladora (P3). Las armas que salieron de dos policías eran el destino final de una cadena de órdenes que habían salido de la jefatura 2 de inteligencia, dirigidas por quienes hoy están imputados en esta causa. Eran la 1 am de la madrugada del viernes Santo.

El operativo del ejército para el velorio fue impactante con más de 500 efectivos militares. El cuerpo de Carlos termino en la morgue de Resistencia hinchado, embarrado, desfigurado, con impactos de balas en el cuerpo y en la cara. La familia intento llevárselo pero lo retuvieron y ordenaron que lo velaran nueve noches. El objetivo era aterrorizar mostrándolo y de paso intentar capturar algún militante leal que intentase ir a despedirlo. Había policías en los techos, en las veredas… solo les dejaron enterrar el cajón cuando el cuerpo estuvo en un estado de descomposición avanzado. Imposible imaginar algo más inhumano, más bestial. Los diarios publicaron “cayo el delincuente terrorista Carlos Píccoli en un enfrentamiento”. Los balazos en la cabeza eran de abajo hacia arriba y de atrás a adelante, lo que demuestra que no tuvo ninguna posibilidad de defenderse. La información del operativo llego incluso a las oficinas del departamento de defensa de los EEUU a través de un documento que repetía la mentira de la versión oficial “el 13 de Septiembre de 1979… un hombre fue encontrado en un puesto de control de ruta. Llegaba un casete, después de escucharlo las fuerzas de seguridad se enteraron que contenía un mensaje del líder montonero Firmenich” 

La caída de las ligas

La mentalidad atrofiada de quienes había usurpado el poder, plantearon el conflicto como una guerra imaginaria contra un ejército escondido en el campo, financiado por el bloque soviético cubano. El asesinato de Carlos Piccoli fue una muestra de la saña y la desmesura con que la dictadura argentina actuaba sobre un puñado de decenas de militares esparcidos por el monte. Un despliegue tan masivo como cobarde sobre un grupo de veinteañeros cuyo sueño era disputar la posibilidad de un mundo más justo y sus armas la reivindicación de sus derechos.

Después de Carlos fueron por su mejor amigo y compañero de militancia Amando Molina, le decían “Lagarto” y tenía 29 años cuando desapareció junto a su mujer Raquel “Cata” de 21. Habían militado con los sacerdotes tercermundistas y ella fue a trabajar con los grupos de acción católica para ayudar a los Wichis y los hacheros del quebracho, explotados aun hoy por los terratenientes que siguen pagando la jornada (cuando lo hacen) con vales de comida. Así fue como se conocieron y seguidamente no dudaron en formalizar matrimonio, pero al poco tiempo Molina  también tuvo que refugiarse como clandestino dentro del monte. Lagarto estuvo siempre cerca de Piccoli y lograron escaparse juntos, se exiliaron en España y también juntos tomaron la decisión del retorno con la contraofensiva. Cuando Armando se enteró del asesinato de su amigo, entendió inmediatamente que el sería la próxima víctima. El 1ro de junio del 79 lo secuestran junto a su mujer e hijo en Buenos Aires y los llevan a Campo de Mayo. Estando bajo tortura lo obligan a llamar a Lovey (1er secretario de las ligas) que estaba en España, para organizar una cita e intentar hacerlo volver a la fuerza. Le hicieron decir que perdió los documentos y la plata… que no tenía para viajar. Lo cual era tan inverosímil que Lovey se dio cuenta de inmediato que era una celada. Fijaron una fecha en Asunción en Paraguay, en donde el ejército argentino se movía como en su casa a través del dispositivo continental del Plan Cóndor. Hasta allí viajaron y desplegaron el operativo para capturar a su presa. Por supuesto que Lovey no se presentó a la trampa y enviaron a otro compañero quien intento hablar con Armando pero no lo dejaron. Después de ese episodio no hubo más novedades por lo que se puede inferir el destino de Armando. El mismo día del secuestro a Armando y Raquel tocaron timbre en casa de su hermana en Buenos Aires. Estaban por dormir pero escucharon a un niño llorar, abrieron la puerta y era Martin el pequeño hijo de Armando y Raquel que entro corriendo. Cuando le preguntaron lo sucedido, les conto que sus padres estaban en un auto con unos señores. Tenía 3 años, lo dejaron con un bolso de juguetes y sus ropas. Indudablemente Raquel les había dado esa dirección para salvarlo. Los cuerpos de ambos, como la mayoría de los que pasaron por campo de Mayo todavía no aparecieron.

Juicio a 9 genocidas por caceria en los montes 4

Fueron siendo interceptados uno a uno, en las fronteras de ingreso mediante el “Operativo Murciélago”, capturados ya sea acorralados en el monte o cuando debían viajar y realizar alguna tarea en Buenos Aires por ejemplo. Tal es el caso de Arturo Fidel Dean. “Tono” fue seminarista, militante de la acción católica y luego dirigente de las ligas agrarias en Santa Fe. Perseguido ferozmente por la dictadura, Arturo escapo con María su compañera. Juntos deambularon por los montes y cañaverales. Allí mismo entre las cañas ella dio a luz a su hijo en medio de pesadas mochilas con elementos de supervivencia, con más de 40 grados de calor y cuatro millones de mosquitos. Buscaban agua en los estanques de las vacas o la juntaban directamente de la lluvia. Lograron superar las inclemencias por su férrea convicción de que volvería pronto la libertad al país. Esa esperanza fue la que los mantuvo enteros y dispuesto a terminar con esta dictadura, la más asesina de todas. El ejército hacia razias de 3 x 15 km por los cañaverales arrasando con todo, y mientras tanto iban secuestrando a todo aquel que sospecharan que podía estar dándoles ayuda. Rotaban todo el tiempo su posición, y eventualmente paraban en conventos religiosos o casas de compañeros que tenían el coraje de arriesgarse por ellos. Un año y medio después, en mayo de 1980 visitan Buenos Aires donde posteriormente serían secuestrados. El informe de su captura figura que los interceptan saliendo a Brasil, en el cruce de Paso de los Libres (el triángulo de Las Bermudas del operativo “Murciélago”. Su tarea estaba vinculada a la iglesia y eso nos permite pensar, que estaban en la capital al igual que el Padre Adur, juntando denuncias para presentárselas al papa que llegaba a Brasil en esos días. El sacerdote mencionado también fue secuestrado días después en el mismo lugar, con ese mismo objetivo.

La constancia de los secuestros de los compañeros de la ligas agrarias montoneras, surge de los informes de inteligencia. Es decir del interrogatorio bajo tormento “a partir del secuestro de un delincuente terrorista, a quien le sustrajeron unos volantes cuya misión  política era repartirlos en las zonas agrarias, y en las iglesias del chaco para esclarecer y contribuir a la toma de conciencia de los pobladores, respecto de sus derechos y los riesgos de una política adversa a sus intereses”, “…fue detenido saliendo del país para contactarse con otros miembros de la banda en el exterior”.

Los volantes que les secuestraron y que tanto escándalo producía en las irritadas mentes de los perros del terror, tenían conceptos tan básicos como elementales: “luchar por el logro de mayor precio para las cosechas, moratorias bancarias, mayores créditos, libertad gremial, ínsita a movilizaciones y acciones de propaganda”. El trabajo de síntesis de los informes del ejército concluía que “la situación conflictiva en el campo ha incidido para que la banda de delincuentes terroristas ingresen a tomar contactos, coordinar actividades y organizar al movimiento rural”. Es decir que siempre tuvieron claro que “sus enemigos” no venían a tomar el poder por las armas.

Victor Basterra dijo durante el debate de este juicio, que mientras estuvo secuestrado en la ESMA desde el 80 al 83, parte de su cautiverio incluyo trabajo esclavo falsificando documentos para los marinos. En 1983 robo una llave de la oficina de inteligencia, sustrajo carpetas y tomo fotos. Luego rebeló ese material de manera artesanal. Las imágenes que se rescataron incluyen la del listado con los nombres de los compañeros de las ligas secuestrados en Campo de Mayo. En estos informes aparecía el nombre real, el ficticio, el lugar donde fue capturado y una “L” o “T” de acuerdo a si era liberado o trasladado (vuelos de la muerte). Las “L” eran muy poquitas y las “T” la mayoría. Gracias al mismo, la jefatura de inteligencia de la dictadura genocida tiene que responder ante la justicia y el resto de la sociedad por las desapariciones de estos compañeros.

La violencia como método para que nada cambie

Muchos mártires se jugaron la vida en el campo porque querían que sea un lugar apto para el desarrollo humano. La ligas agrarias junto a los movimientos cristianos formadores de líderes, impulso al pueblo a intervenir directamente en la problemática que partía del modelo agroexportador, en donde el campesino tenía que producir para que las empresas monopólicas y los grandes comerciantes se adueñaran de la producción. Nada ha cambiado.

“Construir la propia dignidad y ser alguien en este mundo, aliviar la extenuante labor de las cosechas de algodón, impedir que le quitasen la materia prima, luchar para que los campesinos tuvieran una vida mejor y se los valorase en su real dimensión de la vida”. Estos eran los ideales que escandalizaban a los jerarcas militares que usurparon el poder para defendernos de campesinos armados con palos. Cuando hablamos de terrorismo de estado hay que darle contenido y materialidad sumando cada una de las barbaridades que se multiplicaron hora tras hora y metro a metro en todo el país. El aniquilamiento del grupo de liga fue específico y estuvo a cargo de Institutos Militares, con su disposición operativa logística de la inteligencia táctica del batallón 601 y la jefatura 2 en la cadena de información y decisiones.

Juicio a 9 genocidas por caceria en los montes 5

Por la responsabilidad de todos estos crímenes relacionados con los compañeros de las ligas agrarias, en este juicio la fiscalía acusa a Jorge Norberto Apa (Jefe de la división Inteligencia Subversiva Terrorista), Jorge Eligio Bano (Jefe de división Operaciones), Eduardo Ascheri (Jefe de planes del dto. de inteligencia), Marcelo Cinto Corteaux (Jefe del Batallón 201), Luis Angel Firpo (Jefe de la central de contrainteligencia) y Roberto Dambrosi (Jefe de la compañía de actividades psicológicas).

Si la región está hoy sumida en la pobreza, es porque a través de sus crímenes han impedido el desarrollo de la historia. Cuando desaparezcan finalmente todos ellos, una nueva sociedad podrá emerger entre las ruinas y entonces esta vez el campo florecerá y se llenara de vida.

Hasta la victoria siempre compañeros campesinos, sus sueños están vivos y su lucha continúa!

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*Foto de Portada: www.diariodeljuicio.com /Fiscal Gabriela Sosti toma declaración a Mario Piccoli, hermano menor de Carlos Píccoli, víctima del terrorismo de Estado.

*Foto 2: Juicio contraofensiva / Diarios de la época: campaña psicológica del terror

*Foto 3: www.diariotag.com /Carlos Píccoli

*Foto 4: www.elcohetealaluna.com /volante subversivo

*Foto 5: juiciocontraofensiva.blogspot/ Los genocidas imputados