El pasado 30 de abril, de este 2020, cuando Facundo Astudillo Castro fue interceptado por personal policial (de la bonaerense) no fue para protegerlo. Fue para amonestarlo, y luego fue para criminalizarlo, y por último para desaparecerlo. Y por último ¿para asesinarlo?

¿Por qué, cuándo, dónde y cómo se desencadenó la tragedia? La madre de Facundo fue la primera en plantearse estas preguntas. Y desde las filas del poder político (desde el ministerio de Seguridad bonaerense), no se dieron respuestas, o mejor dicho se dieron repuestas evasivas, tendenciosas. Me atrevería a decir: mezquinas, con el agravante de que la familia y los abogados defensores fueron difamados y atacados directamente por el ministro Berni. Porque había que proteger a la soldadesca.

Pero los hechos fueron más contundentes que las palabras. Los hechos que transcurrieron más de cien días hasta que el día en que se hallaron los restos esqueletizados de Facundo, en la zona del canal denominado “Cola de Ballena” en las inmediaciones del área conocida como “Villarino Viejo”, Provincia de Buenos Aires. Restos que finalmente se corroboraron en base a los distintos exámenes, como los que correspondían al joven desaparecido.

Una madre argentina tiene rabia; se enfrenta a una verdad terrible: la vida de su hijo ha sido segada en circunstancias en las que quienes debían protegerlo, en definitiva fueron quienes lo llevaron de la mano por los insondables caminos de la desaparición forzada “seguida de muerte”.

Madre de Facundo Castro

Una madre argentina tiene indignación. Todas las madres argentinas deberían llorar con ella. Luchar con ella, indignadas, para hallar la verdad, entre los pantanales de las fuerzas de seguridad, ya no únicamente para hacerse justicia, sino para proteger a otras personas.

Una madre argentina, con estoicismo admirable, escribe una carta pública. Una carta a poco de confirmarse la identidad de su hijo. Una carta que es su voz. La voz de su alma. La voz de su conciencia. La voz del dolor.

“Es Facundo. Todavía no sé quién filtró información hace dos días, pero ahora sí sabemos que es él. Fueron días de mucha ansiedad, sin poder dormir. Vamos a seguir sosteniendo la carátula de desaparición forzada. Ahora lo que espero es que los medios salgan a pedir disculpas, aunque no creo que lo hagan, porque seguían con sus placas sin importarles nada, a pesar del pronunciamiento de la jueza. Me cuesta un montón: una cosa es decir que sentía que era Facundo, otra es asimilarlo. Me venía preparando para esta situación, pero es una cachetada muy fuerte de la vida. La realidad me está pegando un sopapo inmenso y me cuesta sobrellevarlo, ver la cara de tristeza de mis otros hijos, a mi papá... Me cuesta un montón. Llegó el momento de traerme a mi flaco de vuelta a casa, para luego seguir peleando, porque todo continúa hasta saber qué pasó con él. De la Justicia sólo espero justicia. Que se saque las vendas, las orejeras y el tapabocas. En este momento sólo diré algo que diría Facu, sus propias palabras: Memoria, Verdad y Justicia. Él lo tenía muy presente, fue su lema, por siempre y para siempre. Que el Nunca Más, sea Nunca Más en serio. Cristina Castro”.

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*Foto de Portada: www.página12.com.ar

*Foto 2: Kresta Pepe