Todos debemos sentir como nuestro el sufrimiento de esta horrible historia. Porque sólo hay una comunidad mundial de seres humanos y el sacrificio de la vida de esta joven mujer no vale sólo para Turquía y su pueblo. Es válido para todos nosotros, para toda la humanidad y para sus derechos inderogables. Porque la libertad es un bien que no tiene fronteras.
Y un sacrificio tan grande debe permanecer en la memoria y servir –algún día, esperamos– como baluarte para derrotar a otras dictaduras, totalitarismos e imperios del mal.
Por ahora solo nos queda rendir honores a Ebru Timtik, mártir de la humanidad del siglo XXI, que murió de penurias e injusticias por defender los derechos humanos, en una prisión al borde de la muy civilizada Europa.
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*Extraído de: facebook.com/Catania Bene
*Foto de Portada: Open.online
*Foto 2: resumenlatinoamericano.org