Viernes 19 Abril 2024

Gilberto Vázquez (1) que es una pieza del rompecabezas de la dictadura en el Uruguay, como represor, hizo y deshizo antes y durante los días del horror. Y en democracia, también hizo y deshizo. Y fue detenido y se fugó, pero también habló. Habló ante un Tribunal de Honor –el 26 de julio del año 2006- al que relató lo que no relató ante la Justicia Penal, que oportunamente lo procesó. Pero los horrores, sus horrores, salieron a la luz pública, catorce años después. Horrores relatados exclusivamente a sus pares de la “casta militar”, los que después, por aquellos días, nada comunicaron a la Justicia Penal. Horrores que hoy, impactan.

“Yo era un soldado e hice lo mejor que pude; tuve que matar y mate, y no me arrepiento. Tuve que torturar y torturé, con el dolor en el alma, y me cuesta muchas noches dormir acordándome de los tipos que cagué a palo, pero no me arrepiento”.

Las declaraciones de Vázquez se inscriben en el marco del procedimiento militar habitual, como consecuencia de haberse fugado del Hospital Militar, luego de haber sido detenido. Oportunamente Vázquez (sobre la fuga) confesó a los integrantes del Tribunal de Honor haber simulado una dolencia porque pensaba fugarse: “Lo llamé al médico, como ya había pasado otras veces. Lo empaqueté: le dije los mismos síntomas por los que otras veces me habían internado. Cuando el tipo me ve, ya es una rutina, y se lo dije la idea de que me internara. Fue premeditado como acto preparatorio”.

De acuerdo a las actas a la que tuvieron acceso Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos uno de los militares del Tribunal de Honor le preguntó a Vázquez si con la repercusión mediática logró su objetivo, a lo que éste respondió que están “mejor” porque “por lo menos hay otra campana. Estamos en el centro pero estamos en otra campana. Ahora no dicen “ejecutar”, dicen “asesinar” nos dicen ladrones y nadie dice nada. Entonces, yo ahora estoy diciendo “no, señor, es la verdad: nosotros ejecutamos, no asesinamos, que son cosas muy diferentes. Nosotros no torturamos, nosotros apremiamos porque no había más remedio, el mínimo imprescindible para sacar la verdad, porque no había otra forma de combatir, y estoy orgulloso de lo que hice”.

Gilberto Vázquez admitió ante el Tribunal de Honor que estar allí le permitió puntualizar a sus integrantes que (siendo que dicen que los militares fueron ladrones, asesinos e hijos de puta) en realidad “los militares se rompieron el culo” dejando a “los camaradas muertos” y a las “viudas y los muertos tirados por ahí” y se “callaron la boca”. También Vázquez, ante el Tribunal, aludió a la Comisión para la Paz (creada en el año 2000 por el presidente Jorge Batlle, para buscar la verdad sobre los desaparecidos): ”Lo peor fue la Comisión para la Paz, porque no hubo ninguna versión nuestra, fueron dos o tres traidores a declarar por las de ellos, pero el Ejército no dijo nada. Entonces, vamos a quedar para la historia y le enseñan a mis nietos que yo era un asesino, y yo no soy un asesino ni un hijo de puta”.

Vázquez negó estar vinculado con el caso Gelman y afirmó que estuvo vinculado al caso de Adalberto Soba (militante del Partido por la Victoria del Pueblo –PVP- quien fue secuestrado el 26 de setiembre de 1976 en Buenos Aires, y que continúa desaparecido hasta hoy): “Yo tuve que ver con el caso Soba, estuve prácticamente dos años trabajando en la Argentina. Tengo que ver con el segundo vuelo, con el primer vuelo, con casi todas las cosas que pasaron allá, menos con la Gelman. Esas porquerías no las hubiera permitido de ninguna manera. No hubiera permitido de ninguna manera esa porquería”.

“No fue una operación militar. El caso Gelman no sé para qué carajo la trajeron, porque argentino que agarrábamos lo mandábamos para allá; uruguayo que agarrábamos que servía, que le podíamos salvar la vida lo traíamos para acá (es decir al Uruguay: N.d.R) y sino arriba, y algún otro trajimos”.

“Las cosas no se manejan militarmente así nomás” dijo Vázquez al Tribunal y aludió al año 1989 cuando “la junta de generales tuvo información de que iban a haber atentados”. En ese marco decidieron tener “una respuesta oficial” y lo mandó a buscar un general en nombre de esa junta al que Vázquez le dijo: ”Bueno, vamos a ponernos de acuerdo con los nombres porque esto acá no se puede hacer, no me pueden dar la orden. Me parece muy bien, pero el tema es que si ya estamos a esa altura hablando bien claro, si algo sale mal yo voy en cana por autor material y usted por autor intelectual porque el Comandante en Jefe esto no lo puede bancar. La única forma, nos ponemos de acuerdo con los nombres y hacemos una cosa por convencimiento, porque no hay otra manera”.

De acuerdo a las actas, según Vázquez “se marcaron cuatro objetivos”: Eleuterio Fernández Huidobro, León Lev, Hugo Cores y otro que en el momento de declarar ante el Tribunal no recordó su identidad, agregando: ”Entonces, los empezamos a marcar a todos en la calle, al final nos saludaban, y al Ñato Fernández Huidobro, que yo tenía conocimiento profundo, le dije: Mirá, Ñato, si algo sale mal, te vas para arriba”.

Pero la liberación pública de las declaraciones de Gilberto Vázquez al Tribunal de Honor no se centran expresamente en su proceder como represor ni en sus fundamentaciones, sino que además aluden a una interna militar que en alguna medida resaltan facetas desconocidas hasta el momento sobre el contexto en el cual se fueron dando las detenciones de otros militares (y de él mismo) imputados de violaciones de los DDHH (un contexto indiscutiblemente plagado de turbiedades, donde un entramado (¿?) con el poder civil y político, no estuvo (¿ni estará hoy?) ausente. Y por si fuera poco, no debemos olvidar (como un “detalle” que no es para nada menor) que el Tribunal de Honor se conformó porque Vázquez (precisamente después de entregarse) protagonizó una fuga del Hospital Militar, y no porque hubiese cometido actos de violación de derechos humanos en los años de represión (la fuga, representaba una afectación al honor militar) (Para la “casta militar” la fuga fue la deshonra, pero no lo fue todo lo que confesó luego Vázquez ante el Tribunal ; es decir no fue deshonra para la Fuerza, matar y torturar). No hay que olvidar además que Vázquez fue el último oficial superior que se entregó tras disponerse la orden de arresto desde el ámbito judicial, a mediados del 2000; los restantes oficiales superiores fueron: José Gavazzo (quien había amenazado con resistirse a balazos al momento se ser detenido, extremo al que no llegó), Jorge Silveira, Ernesto Rama, Ricardo Arab y Ricardo Medina.

Una lectura a las actas nos permite definir a un Gilberto Vázquez haciendo hincapié a los integrantes del Tribunal de Honor, su preocupación al tomar conciencia de que el proceso judicial que se le hubo iniciado a él (y a los militares señalados en un párrafo anterior) implicaba una prisión prolongada, superior a los ocho años. Declaró que el Ejército lo “mandaba preso”; “El Comandante en Jefe me dice que viene de una reunión con el Presidente, y me dice lo quieren preso sí o sí, no hay otra solución”; ”Que me digan asesino, torturador, fenómeno, pero ni chorro, ni traidor, ni ninguna porquería de esas” (comentó sobre los posibles móviles económicos en su proceder en la dictadura). Gilberto Vázquez dijo también que en 1985, Ricardo Arab “El Turco” (ex represor detenido en 1985) “estuvo por ir preso por un asunto de cheques sin fondos” y que concurrió al Servicio manifestado que “si no le daban la guita para tapar el agujero iba a largar todo lo que él sabía y sabe todo”; “Yo combatí lo mejor que pude y nunca el enemigo me reclamó nada y ahora el Ejército me dice que tengo que ir ocho años preso ¿el Ejército me va a entregar preso a quién?. Porque ni siquiera el Frente Amplio está jodiendo, porque los tupas no están jodiendo, los grupos moderados no están jodiendo, es el grupo del hermano de Tabaré, el PVP, que no sacaron ni un diputado, estos están complicando la cosa ¿y el Ejército me dice que tengo que ir la vida preso por estos tipos?”; ”A partir de que me dicen que voy en cadena perpetua, la iba a realizar (la fuga) de cualquier manera, me iba a escapar e iba a seguir combatiendo”; “Me dicen que la solución es ir preso, en otro momento y lugar hace dos o tres años me dijeron que el Ejército tranca la pata y no va preso nadie. En otro momento le dijeron que la Organización tranca la pata, no va preso nadie y me dan la orden de que salga a matar gente” ; “Si es por el Ejército que tenemos que ir presos, por la Institución, pero salvar la solución, de momento ahora (…) déjenme combatir adentro de la División 1 preso, que las cosas no me hayan salido bien es otra cosa, pero sigo teniendo la voluntad de combatir. Pensé en pasarme a la clandestinidad y empezar a hacer acciones militares. A mí déjenme combatir, déjenme intentar por lo menos. La única joda es que los que vamos a estar presos acá somos nosotros y no vamos a estar presos acá porque somos mártires del Ejército, vamos a estar presos acá porque somos los jodedores del Ejército, de todos los tipos que robaban, que traían mujeres embarazadas de la Argentina para matarlas, no es por combatir. Que sepan que nosotros nos tenemos que comer la cosa pero para bancar a todo el mundo, no porque seamos los jodedores, los hijos de puta”.

Sin perjuicio de los dichos precedentes, que obviamente denotan un mar de fondo, posterior a los días de la represión, no nos impactan los barbarismos confesos por el Coronel Gilberto “Pirín” Vázquez. Ms bien nos impactan los silencios de todos estos años. Nos impactan los silencios de los integrantes del Tribunal de Honor que le tomaron declaración en instalaciones de la Jefatura de Policía de Montevideo, aquel 26 de julio del 2006 desde las 9 de la mañana. Nos impactan y nos sublevan los silencios de quienes conocieron esas actas, y en especial sus contenidos, y se llamaron a darle la espalda a sus responsabilidades como funcionarios públicos: denunciarlos de inmediato ante la justicia competente. Nos impactan y nos sublevan las omisiones (frente a la Justicia Penal) de los involucrados que pertenecen a la “casta militar” y la total indiferencia de los civiles que mecieron junto a ellos la cuna de la impunidad, tratándose de casos de violaciones de derechos humanos, tratándose de los detenidos (y torturados) desaparecidos. Y cuando el año pasado (en tiempos del gobierno progresista de Tabaré Vázquez) salieron a la luz pública las actas del Tribunal de Honor Militar que interrogó al Coronel Nino Gavazzo, también nos impactaron los silencios de los militares y los silencios de los hombres del Poder político, frente a la Justicia Penal. Y es triste verlo y decirlo, que casi un año después de salir a luz las actas de Gavazzo, se repiten estas situaciones, con similitudes que van más allá de las escalofriantes revelaciones de Gilberto Vázquez, las que se atesoran (por cierto) en el seno de las organizaciones de derechos humanos del Uruguay y en Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, porque esas revelaciones ratifican sus constantes luchas por la Verdad y por la Justicia, en todos estos años de post dictadura, donde la indiferencia (la insensibilidad) del sistema político, a su reclamo legítimo y heroico, ha sido moneda corriente, y ha sido lacerante y repulsivo, por donde se lo mire.

¿Oportunamente, en el 2006, ni el entonces presidente frenteamplista Tabaré Vázquez, ni la ministra de Defensa Azucena Berruti conocieron los contenidos de las actas? Hoy se afirma que los ignoraban. Digamos que fue así. ¿Pero los militares del Tribunal de Honor, pueden decir que los ignoraban? Estimo que una respuesta en negativo sería un golpe bajo a la inteligencia humana. En el caso Gavazzo del pasado 2019, cuando también las preguntas sobraron, las responsabilidades (por no haberlas derivado de urgencia a la Justicia Penal) se fueron pasando entre unos a otros, y entre esos unos y esos otros estaban nada menos que el mismísimo Presidente de la República Tabaré Vázquez, su Ministro de Defensa (hoy fallecido) y el Comandante del Ejército de entonces, Gral. Guido Manini Ríos, hoy senador de la República y líder del partido Cabildo Abierto, que forma parte de la coalición del Gobierno de Luis Lacalle Pou. Y además, en el caso Gavazzo, las actas con sus reveladoras declaraciones, no se conocieron porque el Ministerio de Defensa las desclasificó como ocurre hoy con las actas de Gilberto Vázquez, sino porque hubo una filtración a la prensa (diario El Observador), porque de lo contrario las mismas se hubiesen mantenido bajo llave y el anonimato habría alcanzado (quizás hasta hoy mismo) a quienes se llamaron al silencio, respecto a la Justicia.

Integrantes de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, en reciente conferencia de prensa aludiendo a las actas con las declaraciones de Gilberto Vázquez, se pronunciaron en términos muy contundentes: “Estas actas nos revelan las mentiras de todos los mandos militares y es una demostración de las Fuerzas Armadas que tenemos hoy. Tenemos un ex comandante en jefe que está reivindicando el accionar de las FFAA durante el período de la dictadura, que se dedica sistemáticamente a atacar a la Justicia y es senador de la República” según palabras del abogado Juan Errandonea. Por su parte, Elena Zaffaroni, enfatizó que es necesario se vote el desafuero de Manini (2) “Porque es este órgano el que decide si puede comparecer o no ante la Justicia, como cualquier ciudadano” consignando que todas las actas fueron entregadas a la Fiscalía y a todos los parlamentarios. Alba González, también de Familiares, fue más allá en sus puntualizaciones, agradeciendo a las nuevas generaciones: “Las madres que vamos quedando estamos viejas y ellos trabajan y llevan adelante esto. La búsqueda de la verdad es para Familiares y para la sociedad toda, porque un país sin Justicia no puede avanzar”. Nilo Patiño, otro integrante de Familiares redondeó los conceptos de la organización con palabras muy significativas: “A todos los gobiernos hemos reclamado conocer la verdad porque sin verdad no hay Justicia, no se puede juzgar una cosa que no se conoce, lo que pasa hoy es que vamos conociendo parte de la verdad como un rompecabezas. Hemos criticado a los gobiernos anteriores por la opacidad en los procedimientos, no sólo de los Tribunales de Honor, sino de las Fuerzas Armadas. Hoy reclamamos lo mismo”.

Nosotros, desde nuestra redacción, reclamamos lo mismo. Y los hechos recientes en torno al Coronel (R) Gilberto Vázquez, seguramente a no pocos uruguayos (y a no pocos lectores) nos llevarán además a reformularnos múltiples preguntas. Porque en la naturaleza misma de la búsqueda de la Verdad, percibimos que hay muchos cabos que están sueltos. Percibimos también que hubo y hay muchas opacidades en las entrañas mismas del poder político, en primer lugar y del poder castrense, en segundo lugar. No es ni casualidad ni capricho, que la Marcha del Silencio de todos los 20 de mayo, sea una recurrente demostración de clamor de Justicia por más de 25 años. Años y años de militancia en búsqueda de la Verdad. Y año tras año, recibiendo todos –estoicamente- la indiferencia estatal. La presencia de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y todos los ciudadanos que participan (participamos) de la marcha y de su causa, nos resulta literalmente un compromiso con la libertad, y un legítimo reclamo al sistema político, para que este se descarte (de una buena vez) de las hipocresías criminales que hoy (como ayer) en definitiva lo hacen cómplice del terrorismo de Estado desplegado, antes, durante y después de la dictadura cívico-militar en el Uruguay.

No puedo dejar en el tintero, un recuerdo: oportunamente, en los años en que el Coronel Gilberto Vázquez fue detenido por Interpol después de su mediática fuga, en mi tarea periodística para Telenoche 4 tuve la oportunidad de entrevistarlo en Cárcel Central, en la Jefatura de Policía de Montevideo. Recuerdo que sus palabras, en aquel encuentro, fueron la antesala de las que pronunciaría años después frente al Tribunal de Honor. Recuerdo que una y otra vez me acotó enfáticamente que él era un militar y que todo lo que había hecho, había sido inevitable. No me demostró arrepentimiento alguno. De mirada firme y en igual tono, no se desensilló ni un segundo ni de su uniforme, ni de sus ideas.

Catorce años después de ese encuentro, Gilberto Vázquez sigue siendo lo que me demostró ser: un contumaz represor, y un hábil declarante.

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(1)Gilberto Vázquez fue integrante del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). En democracia fue condenado a 25 años de prisión por delitos cometidos en el marco del Plan Cóndor –unos 28 casos de homicidios especialmente agravados- y a 30 años por participar en el secuestro y desaparición de María Claudia García, madre de Macarena Gelman; hoy Vázquez se encuentra recluido en su domicilio de la ciudad fronteriza de Rivera, en territorio uruguayo.

(2)La semana próxima se definirá en la Cámara de Senadores si se vota el desafuero del senador Guido Manini Ríos, líder de Cabildo Abierto. En la Cámara Alta no estarían los votos para levantar los fueros de Manini: en el seno del Partido Nacional se considera que “no hay mérito jurídico” para hacerlo. El pedido de desafuero fue anunciado ya antes de las elecciones nacionales del pasado mes de noviembre del 2019, como coletazo de las actas que salieron a la luz pública con las revelaciones del Coronel Gavazzo, siendo precisamente Guido Manini Ríos el comandante en Jefe del Ejército, durante la administración de Tabaré Vázquez (la filtración de esas actas desencadenaron un escándalo de proporciones, al punto que la imagen del titular del Ejecutivo estuvo seriamente comprometida, por no haber comunicado a la Justicia del contenido de las mismas. Entre los dichos de Gavazzo el más destacado fue el que admitía que él personalmente arrojó a las aguas del Río Negro, el cadáver del joven Roberto Gomensoro Hojman, quien estaba dado como desaparecido).

*Foto de Portada: www.larepublica.com