georges almendrasAdemás, se cumplen 46 años del asesinato en Bs. Aires del sacerdote Carlos Mugica

Por Jean Georges Almendras-12 de mayo de 2020

Con el impacto propio, que sugiere la asignatura pendiente del tema derechos humanos en lo que atañe al castigo de los responsables de haberlos pisoteado en los días de la dictadura militar argentina, sobrevino la noticia de la captura en territorio brasileño –el pasado día lunes 11 del corriente- del represor Gonzalo “Chispa” González, de 69 años, cuya extradición ha sido solicitada desde Argentina. En otro orden, precisamente en la misma jornada, se cumplieron 46 años del asesinato del sacerdote tercermundista Carlos Mugica, en manos de integrantes de la organización de derecha parapolicial denominada Triple AAA, hecho consumado en la capital argentina durante el año 1974, período antesala de la dictadura militar, que fue presidida por el Gral Jorge Rafael Vidella.

Las agencias de noticias dieron a conocer, respecto al caso del represor argentino detenido por la Policía Federal brasileña en la ciudad de Paraty (litoral sur de Río de Janeiro), que éste se encontraba prófugo de la causa ESMA y que ya en el año 2013, había sido arrestado por primera vez en Angra dos Reis, donde trabajaba como ingeniero naval, siendo oportunamente puesto bajo arresto domiciliario. Finalmente en diciembre del 2017 (hace un poco más de dos años) la Corte Suprema aceptó la solicitud de extradición de Argentina con tres votos a favor y dos en contra. Obviamente, desde entonces, el paradero de Sánchez era desconocido. Su reciente captura ahora permitiría su extradición y en consecuencia su comparecencia ante los jueces penales argentinos, estimándose que se dicte la correspondiente sentencia. ¿Cuándo? No es viable aún aventurarnos a dar una fecha.

El historial de Gonzalo Sánchez resulta ser tenebroso. En un muy detallado informe del colega Darío Pignoti de Página 12 se consigna que este represor no solo está imputado de haber participado de los vuelos de la muerte, sino además en la desaparición del periodista Rodolfo Walsh en el año 1977. El detenido en los años setenta formaba parte de la Prefectura Naval argentina, siendo además integrante muy activo del tristemente célebre Grupo de Tareas 3.3 de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

En relación a este caso los despachos internacionales consignaron también que la orden de captura de Gonzalo Sánchez la hizo efectiva el Juez brasileño Luiz Fuk del Supremo Tribunal Federal.

Cabe recordar, de acuerdo al informe de Pignoti , que antes de huir de la Argentina, Sánchez trabajó en la década del 2000 como armador de empresas pesqueras de San Antonio Oeste, en Río Negro, lugar donde se supo se jactaba de su paso por la ESMA, razón por la cual fue declarado persona no grata por el Concejo Deliberante local. También se señala que las autoridades argentinas imputan a Sánchez de delitos como secuestros, asesinatos, desapariciones y torturas.

En el contexto de un gobierno de extrema derecha, como es el de Jair Bolsonaro (notoriamente proclive a dar impunidad a los militares que participaron en el Plan Cóndor) la solicitud de extradición de Sánchez se constituye como un hecho inusitado y que ha generado expectativa en diferentes ámbitos, principalmente dentro de organizaciones de defensores de derechos humanos de Argentina.

Como contrapunto de toda esta situación que involucra a un represor argentino nos sentimos en la obligación de abordar un tema ajeno diametralmente a la represión, como por ejemplo recordar y homenajear al sacerdote Carlos Mugica, quien en el año 1974 fue asesinado con ráfagas de ametralladora cuando salía de una iglesia para encontrarse con jóvenes con los cuales trabajaba a favor de los pobres, de ahí que el religioso fue conocido como “el cura de los pobres”.

El asesinato de Mugica, que tuvo lugar el sábado11 de mayo de 1974 en horas de la noche, fue uno de los ataques de la Triple AAA que más impactó a la sociedad argentina, tomando en cuenta que él era una figura que tuvo un firme y mediático compromiso con los sectores más vulnerables del cono urbano bonaerense. Hoy como ayer, los pobladores de la Villa 31 lo recuerdan con mucho respeto y entienden que su obra tuvo alcances insospechados. En el otro extremo de su intensa labor social (con intervenciones en los medios de comunicación de la época, hablando frontalmente contra el poder y contra el autoritarismo y el accionar de los sectores sociales que despreciaban a quienes formaban parte de los barrios pobres sumidos en la desesperanza padeciendo profundas necesidades materiales) estaban los sectores más recalcitrantes de la derecha instalada en el gobierno de Isabel Perón, siendo uno de los más encarnizados enemigos del sacerdote, el asesor de la presidenta José López Rega, alias “El Brujo”.

p mugica

El sacerdote Carlos Mugica, que al momento de ser asesinado tenía 44 años (hoy cumpliría 90 años) , comenzó su compromiso con las familias pobres (y con el peronismo) cuando integraba los grupos de trabajo social en la Parroquia de Santa Rosa de Lima, seguramente influenciado por otros religiosos (de otros países) que llevaron adelante una misión de lucha en contra de las injusticias sociales , como es el caso del cura colombiano Camilo Torres y del Obispo de Recife ( Brasil) Hélder Cámara. Todos ellos, partícipes e involucrados en los postulados de la Teología de la Liberación, que fue el resultado del Concilio Vaticano II de la ciudad de Medellín. Carlos Mugica , y así lo dijo en reiteradas oportunidades, se adhería abiertamente a los postulados de una iglesia con fuerte compromiso social a través del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo.

En el contexto vivencial de Mugica y en su actividad pastoral, que siempre estuvo ligada a la obra social, en hechos y no solo en palabras, tuvo contacto con los jóvenes Montoneros argentinos, que formaban parte de una organización política y guerrillera. En setiembre de 1970, murieron en combate armado dos amigos suyos (montoneros): Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus. Y fue Mugica quien ofició una misa para ellos, pero lapso después visibilizó una postura crítica a la organización de Montoneros. Este hecho lo definió frente a la sociedad argentina, como un sacerdote plenamente integrado a la lucha social y en clara oposición al gobierno de Isabel Perón, ganándose un enemigo: los sectores más reaccionarios de la derecha instalados en el poder. La Triple AAA (Asociación Anticomunista Argentina) planificó y materializó su muerte. Un grupo de tareas de esa organización, que ya formaba parte del Terrorismo de Estado de la época, le quitó la vida, pero este ataque en definitiva lo inmortalizó.

Se cumplieron 46 años de ese crimen, y la obra del padre Carlos Mugica se mantuvo firme, como su pensamiento, su accionar y su fuerza. Vaya entonces nuestro recuerdo y nuestro homenaje a un ser humano íntegro y a un religioso que entendió perfectamente el sentido de su fe cristiana, en consonancia con el compromiso con la justicia social y con el ser humano.

Mientras allá en Brasil un represor de aquellos años del terror ha sido capturado y de él solo se aguarda su extradición y su condena, en la Argentina (en particular) y en la región, el homenaje y el recuerdo merecido, es una exclusividad reservada para el sacerdote Carlos Mugica.

Para el uno, el desprecio; y para el otro, el reconocimiento eterno.

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*Foto de Portada: www.pagina12.com.ar / Gonzalo Sánchez


*Foto 2: www.resumenlatinoamericano.org  / Sacerdote Carlos Mujica