Viernes 19 Abril 2024
claudio rojas clPor Claudio Rojas G. desde Chile-2 de diciembre de 2019

Son muchos los análisis e interpretaciones que han surgido durante estas más de cuatro semanas de agitación social, algunas muy interesantes por la perspectiva innovadora de los esquemas interpretativos de los sucesos, que da cuenta de lo distintivo del Chile del siglo XXI con respecto a otras épocas, y otras que insisten desde una mirada más funcionalista, en ver el fenómeno de revuelta actual como reventones sociales que ya han sucedido en la historia del país con acciones y desenlaces que siguen un patrón común.

Lo primero, es relevar en un primer análisis, el rol altamente protagónico que han asumido en las protestas los adolescentes y jóvenes provenientes de distintas realidades sociales y culturales en cada uno de los rincones del territorio donde éstas se han expresado, con un reclamo de demandas estructurales reconocidas como transversales por el resto de la sociedad. Su unidad en la diversidad nos ha mostrado que para ellos las barreras de la desigualdad social se diluyen cuando de asumir protagonismo generacional se trata, esto particularmente frente a un régimen que durante más de 40 años los invisibilizó como ciudadanos calificándolos como una “juventud problema”.

Para el sistema neoliberal el joven es valorado socialmente sólo si responde al perfil de “joven exitoso”: el joven que asuma la trayectoria trazada en lo educacional y laboral, que lo lleve a ser un adulto consumidor de los bienes que el sistema mismo produce. Y por el contrario, el que no sigue este patrón, se convierte en un paria, vulnerable a las drogas, al alcohol, a la violencia y al delito.

Desde los años 80 en adelante, los jóvenes fueron vistos como el gran problema de la sociedad neoliberal, frente a lo cual los gobiernos de turno debían preocuparse para prevenir su incursión en el delito y la violencia, sin siquiera imaginarse que los jóvenes podrían aportar a la sociedad si se les brindaba las oportunidades.

Sin embargo esta vez, el escenario ha mostrado un fenómeno distinto en esta relación de la sociedad y sus jóvenes. De alguna manera esa mirada enjuiciadora (calificadora) del accionar juvenil por parte del mundo adulto, sufrió una ruptura con la primera y las siguientes acciones de evasión en el Metro, por parte de grupos de adolescentes.

nuestros jovenes chilenos 2

Ni los propios jóvenes que cometieron tal acto imaginaron que esta vez no vendría la reprimenda del mundo adulto por tal falta cívica cometida. En contrario, ni ellos mismos, ni el resto de los jóvenes, ni la institucionalidad política alcanzaron a dimensionar el impacto simbólico que esta acción de desobediencia civil tuvo en la sociedad chilena que cual olla a presión estaba necesitando de un detonante para hacer explotar toda la rabia, impotencia y frustración acumulada por décadas de tantos abusos y atropello a la dignidad humana. Y esta vez, también sorpresivamente, esta rabia se descargó al unísono, masivamente y casi a gritos, contra toda la elite económica y política que a través de la "política de los acuerdos y en la medida de lo posible" construyó este país a su medida, incrementando cual más, cual menos, de manera descarada y ostensible, sus ganancias y privilegios, mientras se saqueaban los recursos naturales del país y se pisoteaban los derechos más elementales de la mayoría de la población trabajadora en distintas esferas del diario vivir.

Por primera vez en más de 40 años, los jóvenes han sentido que sus actos son valorados por una ciudadanía transversal que estaba en el límite del reventón, esperando quizás que alguien o algo rompiera el cerco de la impunidad abusiva que ha prevalecido todos estos años, observando desde la pared del frente cómo cada día las propias instituciones que son las que crean, administran e imponen las leyes y resguardan el orden, son las mismas que desfalcan los fondos públicos, roban, evaden impuestos, lucran y como si esto fuera poco, se burlan desde sus paraísos de poder de las penurias de la clase trabajadora de este país. Por tal razón los jóvenes que hoy han retomado conciencia de su rol en la sociedad y se han apropiado de ese protagonismo anteriormente negado, no se van a retirar tan fácilmente a su lugar de interdicción donde el sistema los ha puesto, porque no sólo esta experiencia histórica que hoy están viviendo los ha hecho sentirse útiles frente a una sociedad que los discriminó e invisibilizó, sino porque los acontecimientos ocurridos en los últimos días, les ha devuelto nuevamente la dignidad de sentirse alguien, logrando una valoración social que había sido usurpada por la institucionalidad del modelo vigente, al cual ven como el principal obstaculizador de su desarrollo como actores relevantes en la construcción de un país distinto donde ellos quieren ser partícipes en primera línea.

nuestros jovenes chilenos 3

Son las situaciones de crisis profundas en las sociedades las que dan lugar a los cambios y son las nuevas generaciones las que expresan los gérmenes de lo nuevo.

Serán las nuevas generaciones, las que tendrán que ir construyendo el nuevo país del siglo XXI, libre de los valores patriarcales, autoritarios, elitistas, adultocéntricos, xenófobos y racistas, que nos caracterizaron como sociedad desde las raíces fundacionales de ésta.

Estas masivas manifestaciones auto convocadas en cada territorio de norte a sur del país, con mayoritaria presencia de jóvenes, apoyadas con entusiasmo y solidaridad desde el exterior por otros cientos de jóvenes, nos están mostrando que estos decidieron construir historia tomando las banderas del cambio. Los que fuimos parte de las generaciones de los 60 y 70 vemos con complacencia hoy como los jóvenes vuelven a tomar la posta después de dos o tres generaciones, unidos en una diversidad de juventudes que comparten el rechazo a este sistema que los ha excluido y los ha anulado como actores. Jóvenes de distintos colores, distintos estratos sociales, identidades sexuales, con capuchas y sin capuchas, que se observan diariamente copando las calles y barrios del país unidos por un solo sentimiento que se expresa en el "basta ya de abusos , no vamos a retroceder hasta alcanzar un mejor país donde valga la pena vivir”.

Pero por otro lado y como era de esperar, este mismo protagonismo juvenil alzado en protestas masivas generalizadas contra las bases mismas del sistema capitalista neoliberal, ha sido como era de suponer, el blanco del ataque de las fuerzas represivas del régimen, las que han actuado contra las y los jóvenes, adolescentes, e incluso niños con una brutalidad inusitada sin lograr con esto que se atemoricen, por el contrario, tal pareciera, que se han agigantado en valentía en la lucha callejera contra las fuerzas represivas. Como respuesta, el régimen no ha trepidado en sacar los primeros días los militares a las calles y en enfrentar con todo el contingente policial disponible, las protestas masivas con todo el instrumental represivo para combatir la lucha urbana. Como en los años 70 y 80, las principales víctimas de la represión han sido las y los jóvenes que están día a día enfrentando en primera línea a las fuerzas represivas en las calles durante las jornadas de protestas en todas las ciudades y pueblos de Chile.

Han sido nuestros adolescentes y jóvenes los mayoritariamente heridos por perdigones y balines, son estos los que han quedado con sus globos oculares reventados, sus espaldas y piernas heridas. Han sido los jóvenes quienes han sido abusadas(os) sexualmente, golpeados(as), torturados(as) y algunos asesinados(as), sin contar con los miles que han sido arbitraria y violentamente detenidos.

El gobierno con sus aparatos represivos se está ensañando con los que aparecen protagonistas de estas protestas. La brutalidad de las fuerzas policiales ha sido sin límites (y así sigue siendo, hoy) sabiendo que su actuación está en la completa impunidad.

------------

*Foto de Portada: Leandro Gómez, del Movimiento Our Voice / Antimafia DosMil

*Foto 2: www.trendsmap.com 

*Foto 3: www.diarioeldia.cl