Jueves 28 Marzo 2024

Los peritos en antropología forense oportunamente determinaron que el profesor y y educador Castro había sido sometido a apremios físico y que además había sido baleado a nivel del cráneo, estimándose que bajo esa modalidad había sido literalmente asesinado.

En notas anteriores de Antimafia Dos Mil, relacionadas con Julio Castro, y con la obra de teatro “Brillo en Cautivero” que los jóvenes del Movimiento Our Voice llevaron a escena en reiteradas oportunidades, señalamos que el maestro y periodista fue secuestrado por un grupo de operaciones, en la zona de la Avenida Rivera y la calle Francisco Llambí, de la ciudad de Montevideo. El secuestro se concretó el día 1ero de agosto de 1977, estimándose que recién tres días después fue asesinado. Oportunamente, cuando la esposa de Julio Castro, su familia y amigos comenzaron a buscarlo desesperadamente consultaron a las autoridades (en plena dictadura) y de ellas recibieron una respuesta disuasoria: que Julio Castro, de acuerdo a los registros en su poder, había salido del país, desconociéndose su pasadero. En aquellos días, la represión (que de hecho ya sabía el destino trágico de Julio Castro) maquiavélicamente inventó esa historia para despistar a quienes lo buscaban afanosamente.

Historiando el caso Castro hay que agregar que en años de democracia la Comisión Para La Paz dio a conocer la versión de que los restos habían sido enterrados en el cuartel militar de la ciudad de Toledo, luego exhumados a finales de 1984, incinerados, y finalmente arrojadas sus cenizas a las aguas del Río de la Plata.

Se pudo establecer que quien había materializado el secuestro fue un oficial identificado como Ricardo Zabala, que el educador había sido detenido siguiéndose órdenes del SID -Servicio de Inteligencia de Defensa- cuyo comando estaba presidido por el represor José Nino Gavazzo, y que el interrogatorio al educador se llevó a cabo en una casona de la Avenida Millán, hoy inexistente, ya que allí se construyó un complejo de viviendas.

En lo que concierne a la causa del maestro Julio Castro, dos años antes del hallazgo de sus restos, es decir en el 2009, la familia pidió que se la excluyera de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. Al año siguiente, por resolución presidencial finalmente fue excluida.

Respecto al Oficial de Policía detenido y procesado como uno de los autores del secuestro, Ricardo Zabala, consignamos que en mayo de 2014 el Tribunal de Apelaciones Penal de 4to Turno no revocó el procesamiento, y más tarde, ente un recurso de casación presentado por su defensa, la Suprema Corte de Justicia ratificó la absolución de Zabala. Asimismo, el entonces Juez Penal Juan Carlos Fernández Lechini desestimó la responsabilidad de Nino Gavazzo

En concreto, solo bastantes años después de los hechos, fue una Fiscalía especializada en delitos de Lesa Humanidad, de la cual es titular el Dr. Ricardo Perciballe, la que a mediados del mes de octubre pide la condena de 25 años para el ex militar José Nino Gavazzo.

Conocido ese petitorio por los medios periodísticos locales uruguayos también fue posible conocer que el Fiscal en cuestión tiene entre manos tres hipótesis respecto al atentado mortal contra Julio Castro. Y agrega, que todas las hipótesis por él barajadas inexorablemente conducen a la responsabilidad de Gavazzo.

Una de las hipótesis del Fiscal es que fue Gavazzo mismo quien dio muerte a Julio Castro; la otra hipótesis es que Gavazzo haya ordenado a un subalterno a concretar la ejecución; y la tercera hipótesis es que un subalterno a su mando, en una acción unilateral y sin su autorización, haya cometido el asesinato, lo que no lo eximiría en su responsabilidad en el asesinato. Ya el solo hecho de tener conocimiento del mismo, de encubrirlo y de disponer acciones para enterrar el cuerpo de Castro, para borrar toda vinculación de los hechos con su persona, lo involucran gravemente en el delito de homicidio.

Entonces, en cualquiera de las hipótesis José Nino Gavazzo sería responsable de los hechos, como autor o coautor, delito que se agravaría por la alevosía y el estado de indefensión (y de salud) de Julio Castro, de 68 años de edad. El educador estaba con las manos atadas a la espalda con una cuerda. En ese estado, el represor (Gavazzo u otro militar) lo torturó y finalmente le descerrajó un disparo de arma de fuego en el cráneo que le causó la muerte.

Aún con una condena en puerta, el capítulo sobre esta causa judicial, con Nino Gavazzo como imputado de coautoría de homicidio, todavía tiene puntos suspensivos, porque si bien Gavazzo ya cumple condenas por otros delitos (pero con prisión domiciliaria) su verdadero rol o papel en la detención arbitraria, tortura y muerte de Julio Castro, permanece aún en la nebulosa. Una nebulosa que ya se hizo densa desde el momento en que se absolvió de la responsabilidad del secuestro al Oficial de Policía Zabala.

En consecuencia, secuestro, tortura y asesinato del maestro y periodista Julio Castro siguen impunes. Así de sencillo, porque aún con la solicitud de condena de Gavazzo, y por todo el contexto de la causa en sus diferentes etapas procesales, nos es inevitable llegar a la conclusión que la cultura de la impunidad sigue siendo un terrible obstáculo para llegar a la verdad.

Así, descaradamente.

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*Foto de Portada:www.180.com.uy