Sábado 20 Abril 2024

Mariana Achugar y Samuel Blixen hablaron sobre el “Discurso militar sobre la dictadura”Mariana Achugar y Samuel Blixen hablaron sobre el “Discurso militar sobre la dictadura”


Por Jean Georges Almendras-29 de abril de 2019

En cinco jornadas, desde el 24 de abril y hasta el miércoles 29 de mayo, en la sede de la Fundación Mario Benedetti, de la calle Joaquín de Salterain y Guana se vendrá desarrollando el primer ciclo sobre Derechos Humanos, siendo la moderadora del ciclo la Consejera de la Fundación, Diane Denoir. En estas cinco jornadas “lo que se pretende es poner en el tapete temas que a todos nos preocupan a nivel individual, que en casa todos los hablamos, pero de los cuales nunca se aportan datos, pensamientos, conclusiones en colectivo; y lo bueno de esto es que es una instancia donde invitamos a que se reflexione. Por eso le llamamos “Mario invita a pensar”. A pensar en muchas cosas que nos han sucedido en nuestras vidas y nos están sucediendo, algunas a las que nos costó incluso mucho tiempo tratar de buscarles una explicación. Entonces lo bueno es ponernos a pensar juntos y seguirlo haciendo al salir de acá. No tener miedo de hablar de ciertos temas. Hay que desnudarlos, dialogarlos y encontrar entre todos una luz”

A sala llena, los panelistas de la primera jornada: la Profesora Mariana Achugar y el periodista, docente y escritor Samuel Blixen, expusieron sobre un tema en común: “El discurso militar sobre la dictadura”, pero sin perder la visión individual (y obviamente) encarando el hoy detestable tema de la cultura de la impunidad, tema que por otra parte en estos precisos días ha sido catapultado, desde un episodio protagonizado por la casta militar uruguaya (testimonios de represores dados a un Tribunal de Honor Militar) que se filtraron y que visibilizaron una de las tantas acciones del terrorismo de Estado, con el plus de un fuerte sacudón generado en el Poder Ejecutivo (ergo, una crisis inédita dentro del gobierno) y en el que su titular Tabaré Vázquez estuvo y sigue estando en el ojo de la tormenta.

Las ponencias de Achugar y de Blixen fueron muy clarificadoras, muy enriquecedoras, y especialmente honestas, porque la hipocresía y la demagogia (particularmente al tratarse de temas relacionados con la manera en que la izquierda uruguaya –el poder político- encaró el tema de los derechos humanos en sus tres períodos de gobierno) estuvieron ausentes, dando lugar, si se quiere, a ponencias dotadas de espíritu autocrítico, con sólidos conceptos y análisis, y reflexiones e informaciones, muy bien fundadas.

Fueron intervenciones que se complementaron entre sí. Intervenciones con la autoridad docente y periodística necesarias, dirigidas a una platea plural en vivencias, con una importante presencia de jóvenes.

Achugar, apoyada en audiovisuales, y con muy buen ojo, historió sobre el comportamiento y la dialéctica de los militares en las diferentes circunstancias históricas de nuestro país, demostrando con claridad que la ideología de la casta militar, hoy, está tan instalada en nuestra sociedad, con la mordacidad y fuerza represiva de los años de la dictadura (y de los años previos también). Al término de su brillante exposición aludió al valor de la memoria, dentro del contexto que ella misma describió y en el que el militarismo parece tener una cierta preponderancia: “La memoria es un proceso discursivo, social. Implica la lucha por la memoria. Y esa lucha la vamos a tener que seguir”

En el salón de la Fundación Mario Benedetti, destinado al encuentro, los panelistas hicieron un muy oportuno revisionismo de las metodologías castrenses que se aplicaron en el Uruguay en los años sesenta, y que perduran hasta nuestros días. Metodologías castrenses articuladas, manipuladas y sustentadas, obviamente, con la matriz estadounidense de aquella época (matriz que se mantiene hasta nuestros días, incólume) como parte de una “democracia pujante y ejemplar” (como se dice por ahí, erróneamente) y de un “progresismo” (de un “izquierdismo”) militante y coherente (como también se dice por ahí, erróneamente), gracias a la permisividad, o al acuerdo, o a la obediencia de un sistema político que le hizo el juego al pensamiento o mejor dicho a la doctrina de seguridad nacional, durante los años de dictadura y durante los años posteriores; un juego que en los años del terror (antes y después también) significó personas torturadas, personas presas, personas desaparecidas y personas asesinadas.

En el salón de la Fundación Mario Benedetti, destinado al encuentro, los panelistas (y también los asistentes, a la hora de dar a conocer sus reflexiones y sus preguntas) visibilizaron -respecto al pasado reciente- toda la maraña de estrategias y de intrigas impuestas por los militares a un sistema político (¿servil al pensamiento militar post dictadura?). Sistema político (de los partidos de derecha y desafortunadamente, también de izquierda) que, por otra parte, poco (o nada) hizo para desarticular desde sus filas, y en plena democracia, el ignominioso ideario de la casta militar. Casta militar que en consecuencia, hoy en día, se siente fortalecida. Y por ende, empecinada en pisotear la memoria de un pasado reciente.

Una casta militar fortalecida, sencillamente: porque desde el pacto del Club Naval se hizo férrea custodia de la cultura de la impunidad; porque desde que la Ley de Caducidad se impuso descarnadamente en la sociedad uruguaya (consultas populares de por medio) esa custodia de la cultura de la impunidad se amplificó (hasta hoy), de manera escandalosa; y porque los gobernantes de izquierda –Tabaré Vázquez y José Mujica- y algunos referentes del “frenteamplismo” “y del MLN Tupamaros” (formando parte del gobierno) no solo miraron a un costado, sino que además traicionaron sus propias ideas ( y a sus compañeros de lucha guerrillera, torturados y asesinados) mimetizándose con la indiferencia de las corrientes militaristas y conservadoras de la derecha, a la hora de poner freno a la cultura de la impunidad (amparando a los responsables de crímenes de lesa humanidad), a la hora de las investigaciones de casos de violaciones de DDHH y a la hora de la búsqueda de los desaparecidos.

Parece ser que nunca se tuvo el coraje ni la ética revolucionaria, desde los gobiernos de izquierda, para decirles a los militares: primero, que sus pretextos para reprimir y asesinar en los años sesenta y setenta, no fueron más que crímenes horrendos cometidos al amparo del uniforme, al amparo de las instituciones y al amparo de políticos colorados y blancos, no menos criminales que los militares; segundo, que quienes cometieron violaciones de derechos humanos, muertes y desapariciones no pueden permanecer impunes; y tercero, que la ideología militar, tras el retorno a la democracia (y tras asumir el Ejecutivo un gobierno de izquierda) debería haber sido desarticulada de raíz, para recuperar un ejército civilista y constitucionalista, y no para perpetuar al ejército represor.

Pero ellos, los militares y los policías, siguen impunes. Siguen aferrados a sus ideas. Las ideas de los días del golpe y de los días de dictadura. Interpretando la democracia de nuestros días a su manera, desde su ángulo, desde de su puesto de observación, que obviamente no es el del poder civil (y que obviamente, no es el nuestro).

El panorama es desolador: solo cuatro cuerpos han sido hallados en quince años de gobierno; las madres y los familiares de los desaparecidos siguen marchando por nuestra principal avenida (como si estuviésemos gobernados por un partido tradicional, conservador, derechista y pro dictadura) en un silencio que ya no debería ser silencio, sino un solo grito en pedido de justicia y un ensordecedor basta, a tanta impunidad; varios jueces y fiscales han sido removidos por el solo hecho de su tenacidad a investigar causas de DDHH (una de esas remociones, la más mediática, fue la de la jueza Mariana Mota en el 2013); un equipo multidisciplinario de técnicos uruguayos y extranjeros, que profundizó en las investigaciones de violaciones y muertes en dictadura, fue amenazado de muerte por un comando (militar) denominado Barneix; se robaron materiales de trabajo, de antropólogos forenses uruguayos involucrados en investigaciones de DDHH; los militares en actividad se mantienen silenciosos respecto al paradero de los restos de los desaparecidos, todos ellos enterrados en predios de unidades militares; los abogados defensores de los represores presos en la cárcel de la calle Domingo Arena, no encuentran obstáculos para que sus defendidos sean derivados a sus domicilios y obtengan beneficios ; y últimamente (filtración periodística mediante, de testimonios de represores como Gavazzo y “Pajarito” Silveira a un Tribunal de Honor militar) se conocieron detalles sobre la muerte de dos uruguayos, como si se tratase de testimonios fuera de contexto, cuando el contexto natural desde el antes y el después del 27 de junio de 1973, fue la práctica de la tortura, la desaparición forzada y la muerte de los opositores a la dictadura; prácticas del terrorismo de Estado, dentro de un plan Cóndor; dentro de una metodología del Norte.

En definitiva, hoy, esos viejos fantasmas (que no estuvieron ausentes nunca) reaparecieron en la escena política, en el marco de una crisis de gobierno, en definitiva generada por el gobierno mismo.

Viejos fantasmas enclavados dentro de la democracia que creemos tener. Los viejos fantasmas de una política de Estado, tutelada por la casta militar enmascarada de una democracia corriendo por andariveles de aparente normalidad, siendo en realidad andariveles sinuosos (y turbios), seguramente por las insensibilidades de una clase política, más cercana a dar cabida a la cultura de la impunidad, que a derribarla. Y todo esto, por todo lo que se suscribió y se pactó (a la vista y a las espaldas de Juan Pueblo) en los encuentros del Club Naval, a la salida de la dictadura, siempre bajo la atenta mirada de Julio María Sanguinetti, quien fuera (y sigue siendo) el monje gris de toda esa puesta en escena (destinada a defraudar recurrentemente a la Democracia) en aquellos días de transiciones, tensiones y esperanzas.

En el salón de la Fundación Mario Benedetti, con la misma solvencia que la docente Mariana Achugar, el periodista Samuel Blixen (en otrora un guerrillero del MLN) -cuyos escritos semanales en el semanario Brecha son baluartes indeclinables de su firme resistencia a la cultura de la impunidad y al autoritarismo- hizo un muy valioso aporte a propósito de todos estos temas.

Blixen fue muy ilustrativo al hablarnos del militar de ayer y del militar de hoy, transitando en un mismo sentido. Señalando además, por ejemplo, que cuando ellos declaran a sus Tribunales de Honor, lo hacen con la solemnidad (y la sinceridad) que ello implica, es decir, con la tranquilidad de que están hablando entre pares, y no ante un Juez Penal, como correspondería, razón por la cual sus palabras son confesiones. Confesiones de hechos criminales, que en vez de despertar entre quienes integran los Tribunales, una urgente intervención de la justicia, no hacen otra cosa que cerrar el círculo de la impunidad, a espaldas de la democracia, literalmente, como si los testimonios de sus interrogados, fuesen historias de un agujero negro blindado, a la Verdad y a la Justicia.

El colega del semanario Brecha trajo a la audiencia un episodio relacionado directamente con el comportamiento de los militares y con la cadena de mando; un comportamiento que es una constante entre ellos y que visibiliza sin sutilezas cuál es su postura dentro de nuestra sociedad y de qué forma tuvo su directa incidencia en los delitos cometidos en el marco de su autoritarismo al margen de la Constitución de la República.

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“Esto ocurrió en el Batallón 14 de Infantería cuando estaban trabajando los antropólogos forenses. Un pelotón de soldados pasó gritando estribillos como estos “Están excavando, que risa que nos dan” y al otro día el estribillo era otro “fueron cuatro víctimas, un 18 de mayo, fueron cuatro valientes, un 18 de mayo”. Este episodio grafica de alguna manera, dos cosas que quedaron en evidencia, que resaltaron en la crisis política a raíz de las actas. Uno es, que el pensamiento militar no ha variado desde la época de la dictadura. Para decirlo de una forma bien llana: siguen pensando lo mismo. No han cambiado. Esa es una. Y la otra tiene que ver con lo que Mariana explicaba. Que debemos entender, que esos soldados estaban cantando esos estribillos desfilando ante los antropólogos, porque están autorizados a hacerlo. Lo que hay que tener claro es, que nada en las FFAA, se hace sin la autorización del jerarca. Y en el caso de Gavazzo, cuando dice “Yo fui con el Coronel Rubbio a ver a Cristhi y él dio la orden de trasladar el cuerpo, lo dice porque cree que el Tribunal de Honor está resguardado de lo que se está diciendo. Quizás los generales que estuvieron en los Tribunales no percibieron, que a diferencia de la infinidad de Tribunales Militares cuyo contenido se desconoce, en este cabía la posibilidad de que se conociese y se conoció. Entonces, la confesión y la forma que se construye el asunto queda en evidencia, y genera la crisis. Una doble crisis, porque también tomó por sorpresa al Ejecutivo y a los militares. Pero en definitiva, en el momento que se recibe la confesión los generales no hacen lo que haría cualquiera otra persona, es decir, escandalizarse por la confesión de un asesinato. No toman ninguna medida. Y no lo denuncian como funcionarios públicos. Y queda ahí. , porque como decía Mariana, es la confirmación de que los actos realizados por la dictadura están justificados en la mentalidad militar. Lo que interesa razonar es lo siguiente: qué alcance tiene esa actitud de las FFAA y que pervivencia tiene a lo largo del tiempo. Mi primera impresión es que la formación militar no ha variado desde la época de la dictadura, porque no han cambiado los criterios de enseñanza dentro de las fuerzas armadas. ¿Y entonces qué criterios se están usando? Primero, quienes forman a los oficiales, a los militares, son los propios oficiales. Y son oficiales que recogen la experiencia de sus mandos. Por lo tanto hay una cadena a lo largo del tiempo que reproduce un pensamiento militar”

“Yo creo que todo eso está alimentado y edificado en función de una ideología. Creo que cuando hablamos de la Doctrina de la Seguridad Nacional, en realidad estamos viendo un aspecto de una ideología muy especial que los militares supieron construir al momento de tomar el poder. Esa ideología está inalterada. Esa ideología sigue porque nadie decide cortar ese proceso de continuidad. Nadie se le ocurrió que se podía intervenir a la Escuela Militar y por ejemplo imponer ahí, docentes que tuvieran otra concepción. Siempre son militares y por lo tanto militares que responden a un mando. El docente de la Escuela Militar no va a actuar en contra de los lineamientos de sus mandos, de sus comandantes, de sus jerarcas. Y los jerarcas están reproduciendo una forma de verse a sí mismos en la sociedad. Y esa es la ideología que yo creo que persiste y que mantiene la concepción de la guerra fría. Es decir, la concepción de los demócratas y los comunistas, como fue la gran división de la guerra fría. En su momento fueron los sediciosos y los defensores de los valores de la sociedad. Y ahora es el terrorismo vs la democracia. Siempre hay polos completamente antagónicos, que digamos, simplifican la manera de pararse y las respuestas que van a dar a la situación. Yo creo que en el concepto de guerra fría, la doctrina de la seguridad nacional fue fundamental”z

En el final de su intervención Blixen dio a conocer un valioso trabajo de investigación de estudiantes de las Facultades de Información y de Ingeniería respecto a los archivos militares, en función de un documento que se encontró en los rollos del archivo Berruti.

El documento se llama “Política de la República” que tiene el valor de la sistematización del pensamiento militar en el momento en que en 1974 se afianzan en el poder. El momento en que instalan la nueva Ley Orgánica Militar que sigue vigente hoy. Los compañeros investigadores cuentan que en este documento los militares presentan esa “Política de la República” como la expresión final y definitiva del pensamiento de la Junta de Comandantes, y es un conjunto de normas para instalar el control total de la nación. ¿Cuál es el vértice de todo esto? Es el concepto de Seguridad en el Desarrollo. Es decir “vamos a desarrollarnos una vez que tengamos resuelto el problema de la seguridad. La seguridad tiene un papel protagónico con respecto al desarrollo”

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A las exposiciones de Achugar y Blixen se sumaron instancias de diálogo con los asistentes y finalmente la Consejera de la Fundación, Diane Denoire (“hermanada humanamente con Mario Benedetti, porque compartimos el exilio en Buenos Aires, que fueron los tres peores años de mi vida y en los que Mario fue como un hermano grande”) hizo su espacio para Antimafia Dos Mil, para darnos su punto de vista como artista y como militante por los derechos humanos.

Yo creo que el cantante es un comunicador; vos sabes que junto con Adela Gleijer escribimos la canción “Como un pájaro libre” porque era un tema coyuntural, después bueno, trascendió, porque lamentablemente hubo demasiadas dictaduras en el continente; pero a mí me parece que el rol del cantante es ese: comunicar; tomar lo que está sucediendo, sintetizarlo y devolvérselo a la gente. El cantante es un comunicador que tiene la obligación de escuchar lo que le pasa al pueblo. Claro, hay que bajarse el ego, ¿no? Acá tuvimos en el Consejo a Daniel Viglietti, que fue una gran expresión de lo que es un cantante comunicador.”

-Exacto. Todos ustedes cumplieron una etapa de militancia…

- Era una militancia por la vida, por un mundo mejor, nada más sencillo que eso, un mundo mejor para todos nosotros, nuestros hijos y nietos.

- ¿Qué opinas de la coyuntura actual, en este momento político que vivimos?

- Es un momento en el que me molesta un poco la falta de dialogo que hay y las agresiones, pero creo que es una instancia más; y mientras podamos mantener las estructuras democráticas que nos permitan mejorar esta democracia, profundizarla, y empezar a tener verdad y justicia, vamos adelante.

La Profesora de la Facultad de Información y Comunicación de la UDELAR, Mariana Achugar fue categórica al evaluar la primera jornada del ciclo en la Fundación Benedetti.

“Creo que la presencia de tantos jóvenes en la sala, que se ha llenado, muestra el interés y la relevancia de un tema que es actual; que no es solo mirar al pasado, tener los ojos en la nuca, sino que es ver que ese pasado no ha sido tratado abiertamente y que tiene cuentas pendientes sin resolver con las cuales no se puede seguir adelante porque de ese modo siempre va a reaparecer. Sobre las responsabilidades civiles, la focalización en lo militar y las violaciones de los derechos humanos como algo pertinente solo a la institución militar invisibiliza la responsabilidad de la clase política que no ha desarrollado pautas claras para marcar los límites en nuestra democracia: de qué es lo aceptable y cómo debe conducirse esta institución, que supuestamente existe para defender a la Nación.”

-Para mí es más grave la indiferencia y la omisión del sistema político que la actuación de los militares, porque del militar puedo esperar una aberración jurídica, ideológica, filosófica, ética; pero no del sistema político que prometió y que ha tenido en sus filas desaparecidos y muertos.

“Estoy totalmente de acuerdo; es mucho más difícil esa decepción por parte de gente que uno esperaba que tuviera otra postura. Creo que como dijo una de las personas que intervino, esto depende también de poner presión. Y son luchas, como decía, luchas por el sentido del pasado y por lo que consideramos la forma aceptable de responder a ese pasado. Nosotros somos responsables de permitir, en cierta medida, este tipo de cosas. En este momento se focalizó en saludar las decisiones del presidente con respecto de sacar a la primera plana; pero se omite por ejemplo que no haya leído las actas, que no haya actuado anteriormente; que se haya permitido la renuncia de un ministro de Defensa que fue el que llamó al Tribunal de Honor; de reconocer su iniciativa en transformar esta impunidad. Se permitió que esta persona renunciara y es algo muy extraño. A nivel político yo creo que nosotros, de la misma manera que no tenemos que permitir que Sanguinetti diga que defiende a los desaparecidos, lo mismo tenemos que hacer con quienes están más cerca de nuestras posiciones”

- ¿No será hora de multiplicar la militancia en las calles y salir de los 20 de mayo con la Marcha del Silencio?

Sí, creo que es importante y creo que está ocurriendo de distintas maneras; hay una cantidad de organizaciones colectivas de jóvenes, como por ejemplo “Jóvenes por la memoria”, en distintas partes del país -acá van a venir a una de las mesas los de Treinta y Tres- y creo que eso permite pasar la posta a nuevas generaciones que también se ven afectados por esta impunidad y al mismo tiempo buscar nuevas maneras de traer el tema; porque si los viejos métodos no han dado resultados hay que buscar nuevos. Pero estoy de acuerdo en que hay que profundizar la lucha y aprovechar estas circunstancias para darle mas visibilidad al tema y esperar más acciones. Y si ves en los últimos años, una de las clases que yo doy es un taller enfocado en Derechos Humanos donde tratamos el tema de la dictadura aparte de otros derechos humanos y he visto muchos de esos jóvenes que asisten marchando el 20 con carteles que piden justicia, que marcan a los responsables de la clase política, o sea, tienen otra actitud; les interesa el tema y lo han tomado para sí, porque reclaman el derecho a la verdad y por la manera en que esto se va reproduciendo -como decíamos- que todavía hay prácticas que están, institucionalmente; los aparatos represores del Estado no han sido desmantelados, la gente que trabajaba en estas circunstancias sigue aún en estas instituciones”

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-Hubo una pancarta el 20 de mayo, hace tres años, de una Asociación, que tenia la foto de Batlle, Sanguinetti, Mujica, Lacalle y Tabaré Vázquez…

“Sí, ese es el grupo al que te hacía referencia cuando te decía que los jóvenes marcaban responsabilidades políticas… “

- Bueno, pero eso generó polémicas; porque muchos se resistieron a que se incluyera, dentro de los fomentadores de la impunidad, a Mujica y a Tabaré Vázquez…

Yo creo que es importante tener un diálogo abierto del tema y evaluar todas las posiciones. Y no podemos nosotros censurar; porque si no, estamos haciendo lo mismo. Creo que es parte del debate explorar esas ideas ¿el por qué se marca esa responsabilidad? ¿En qué quedó corta la respuesta que había que haber dado?

Las puertas de la Fundación Mario Benedetti están abiertas al público para las próximas jornadas, como parte del ciclo sobre Derechos Humanos: “La memoria está llena de memoria”. El miércoles 8 de mayo, a las 19 horas, está prevista una nueva jornada siendo el tema: “La sociedad civil organizada por verdad y justicia”, con la participación de Serpaj, Crysol, Observatorio Luz Ibarburu, y Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos. El miércoles 15 de mayo, también a las 19 horas: “La justicia en la construcción de la memoria”: el miércoles 22 de mayo, a las 19 horas: “Transmisión de la memoria y la dictadura en el salón de clase” y el miércoles 29 de mayo, a las 19 horas: “El movimiento feminista y la memoria de la dictadura”.

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*Foto de Portada: BlogFundación Mario Benedetti

*Foto 2: www.reactivacontenidos.com Samuel Blixen

*Foto 3: www.radiouruguay.com  Prof. Mariana Achugar y Consejera de la Fundación Mario Benedetti Diane Denoire

*Foto 4: www.antimafiadosmil.com Pancarta de Movimiento Our Voice y Asociación Un Punto en el Infinito-Marcha del Silencio