Miércoles 17 Abril 2024

Era una certeza, que las Madres de Plaza de Mayo estuviesen allí representadas. Su ausencia habría sido una blasfemia para todos, porque las luchas (como lo explicó Mirtha misma) están hermanadas en contenidos y en sufrimientos, y en  resistencias.

¿Será porque las historias (los golpes bajos del poder) se están repitiendo en plena democracia, dramática y trágicamente, en nuestra América Latina? ¿Será?

¿Será que el terrorismo de Estado –en complicidad con las empresas privadas, con los intereses privados, con las indecencias del capitalismo mundial y criminal- están operando, como en los años sesenta y setenta o mejor aún, sin fronteras, en nuestra América Latina?¿Será?

Cuando la escritora Claudia Korol (autora del libro “Las Revoluciones de Berta”) dio luz verde a Mirtha Baravalle para que se dirigiera a todos los presentes, reinó el silencio: ese respetuoso silencio reservado  a una mujer portadora de una contundente y trágica historia ligada con la dictadura militar argentina. Ese respetuoso momento reservado para expresarse (en un siglo XXI convulsionado e igualmente dramático que los años del terror) mirando a interlocutores que en su gran mayoría no vivieron en carne propia las represiones militares, policiales y de los grupos de tareas de la Argentina en pre dictadura y en dictadura. Ese respetuoso momento reservado a enlazar lo del ayer con lo del hoy.  

Los jóvenes –y entre ellos Bertha Zúniga y su hermano Salvador- fueron conociendo de Mirtha misma, los sentimientos que  hicieron de su hija (hoy desaparecida) una militante convencida de su lucha y del por qué de sacrificarse por sus ideas, por sus convicciones. Convicciones, ideas y sacrificios, también de las comunidades del COPINH; también de Berta Cáceres y también de Bertha Zúñiga.

“Mi hija me decía: dentro de 25 o 30 años, de Argentina, de los argentinos, no va a haber nada. En aquella época, en el año 70, decía “ahora son 19 familias las que son dueñas de Argentina, y luego posiblemente sean tres o cuatro las familias dueñas de la tierra y de todo”. Imagínense, ya la visión que tenían no solo mi hija sino nuestros chicos, que buscaban luchar por una vida justa para todos. Para ellos las personas necesitan esa dignidad de vivir por sí mismos, de tener trabajo, posibilidades de educación, derecho a la salud y todos los derechos inherentes a la persona”

“Yo estoy escuchando a Bertha, mujer actual, y la veo entre todas esas chicas, con esa sensación de búsqueda de justicia. Y ustedes en Honduras tienen el orgullo, más allá del sufrimiento  que es imposible de aliviar. Pero cuando sentimos que nos interpretan o nos reconocen nos alivian las penas,  el dolor es más suave y nos sentimos cada vez más orgullosos de nuestros seres queridos. Y la veo a Bertha así, justamente es una portadora de libertad, de búsquedas, de seguimientos de las mujeres. Y vemos que cada vez los pueblos se levantan y las mujeres tienen cada vez más fuerza, más vigencia, más poder. A ella la veo con mucha fuerza”

Sus palabras fueron resonando en el salón como arengas que ahora, a la hora de escribir sobre ellas, nos obligan a no bajar los brazos;  nos obligan a destronar la impunidad que hoy todavía coletea dañina y conspiradora, en estos días, en los cuales los avasallamientos de libertad y de vidas siguen siendo moneda corriente, en nuestra América Latina.

Sus palabras generaron muy fuertes lazos (que aunque invisibles) resultaron ser extremadamente tangibles ( y necesarios) porque la causa común, contra los usurpadores de los pueblos y de los derechos a la vida, a la libertad y a la justicia, fue el único lenguaje que permitió esa comunicación, exclusivamente militante: más allá de las fronteras y de las banderas y de las diferencias generacionales.

“Chicas, lo que nos da fuerza en la vida son las cosas lindas, hermosas que uno recoge de cada acto, de cada encuentro, de cada abrazo, de cada mirada; eso es lo que nos da fuerza; que ustedes jóvenes, sigan con esa lucidez y sigan a Berta porque es una guía, una luz en el camino. Así qu:e Berta presente, ahora y siempre; y los treinta mil detenidos desaparecidos, presentes ahora y siempre. Y todos juntos, los desaparecidos, nuestros asesinados, todos los luchadores. Gracias por estar. Yo les digo a los jóvenes que en ellos siempre están nuestros hijos, porque en cada  uno los vivimos, cuando se los llevaron, cuando se fueron haciendo más adultos, siempre están presentes todos en ustedes. Así que gracias por estar”

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*Foto de Portada: Lucas Gabriel Martins y Sebastián Bagnasco, de OUR VOICE.(Bertha Zúñiga y Mirtha Baravalle conversando después del encuentro)