Las investigaciones fueron hechas a 360° hasta el punto de que surgieron nuevas responsabilidades por parte de Licio Gelli, Maestro de la logia masónica P2; del empresario y banquero Umberto Ortolani; del ex prefecto y ex jefe de la Oficina de Asuntos Reservados del Ministerio del Interior Federico Umberto D'Amato y del periodista adscripto a la logia P2 y ex senador del MSI, Mario Tedeschi, considerados mandantes, financiadores y organizadores del atentado.

Los cuatro están muertos por lo que no podrán ir a juicio y la acusación a los presuntos patrocinadores, financiadores y organizadores será archivada, pero, para los familiares de las víctimas, se trata de un paso adelante significativo hacia una verdad plena.

Sin embargo, el esfuerzo realizado por los órganos de instrucción no es en vano y podría ser analizado en el nuevo juicio contra Bellini, "el quinto hombre".

Siguiendo el dinero

En los años ochenta Giovanni Falcone tuvo la intuición de luchar contra la mafia siguiendo las transacciones bancarias financieras y las huellas que dejaban los movimientos de dinero. Ese método fue etiquetado como "follow themoney" (seguir el dinero). Y es precisamente siguiendo los flujos de dinero que los magistrados y la Guardia de Finanzas han encontrado una manera de conectar a los autores intelectuales con los ejecutores.

A partir del estudio de los hechos que llevaron a la caída del Banco Ambrosiano, se realizaron una serie de investigaciones sobre el célebre "documento de Bolonia", incautado a Gelli en 1982. El mismo tenía el título 'Bolonia - 525779 - XS', con el número de una cuenta corriente abierta en UBS, en Ginebra, por el jefe de la P2.

Y no sólo eso.

Los investigadores habrían identificado parte de ese flujo de dinero: un primer pago de un millón de dólares en efectivo, consignado directamente por Licio Gelli al NAR para la ejecución de la masacre del 2 de agosto de 1980.

Los investigadores, que trabajaron durante dos años para encontrar a los autores intelectuales de la bomba, dicen estar seguros de un encuentro ocurrido en un lugar específico (sobre el que aún se aplica el secreto) en el que participó Gelli, acompañado por un hombre de confianza y algunos miembros de la subversión de derecha.

El dinero, según la reconstrucción, provino del Banco Ambrosiano, a través de cuentas secretas en Suiza. A partir de ahí, y a través de un sistema de pantallas, terminó en manos del "venerable" Maestro.

De nuevo según las reconstrucciones de la investigación, ese millón de euros habría formado parte de una tajada mayor de cinco millones de dólares que se utilizaría en varias ocasiones para financiar la estrategia de tensión.

Relación entre la P2 y la subversión negra

El nombre del "Venerable", que murió en el 2015, no es en modo alguno "ajeno" a los hechos que rodearon la masacre (Gelli fue condenado por desviar la investigación en los juicios sobre la Masacre) y podrían revelarse otros elementos gracias a la nueva línea de investigación abierta contra otras personas "a identificar".

Como ya se explicó gracias al análisis de los flujos financieros, las relaciones entre Gelli y los miembros del NAR surgieron de una alianza perversa entre la masonería desviada y los neofascistas.

Pero hay más, porque los investigadores, profundizando esos informes, también han identificado un vínculo con miembros de los servicios de seguridad, como el SISMI del miembro de la P2, Giuseppe Santovito.

En los últimos días se supo del testimonio de un general de los servicios militares, retirado hace tiempo, que habría informado a los magistrados de la Fiscalía General de Bolonia sobre por qué los Servicios de Seguridad protegían a los jóvenes terroristas del NAR.

"El interés de la P2 -habría dicho, según se informa en un artículo de IlFatto Quotidiano- era favorecer la estabilización del sistema democrático italiano a través de la desestabilización del mismo sistema que provenía de los ataques terroristas de derecha e izquierda".

El oficial del SISMI también habría confirmado la existencia y autenticidad del "documento Westmoreland", un "manual de campo" de las fuerzas estadounidenses elaborado a principios de los años 60, sobre la posible reacción aliada ante la posibilidad de la llegada al gobierno de una fuerza comunista en un país del bloque occidental, del que también se habló en las indagatorias relativas a Gladio.

Otro documento considerado importante por los investigadores es el denominado "documento garras". Una nota para el ministro del Interior, clasificada como reservadísima, del 15 de octubre de 1987 y firmada por el entonces jefe de policía Vincenzo Parisi, en la cual se reconstruía la entrevista entre el abogado de Gelli, Fabio Dean, en el despacho del director central de la policía de prevención, Umberto Pierantoni.

En aquel entonces Dean, hablando de su cliente que en ese momento se encontraba en prisión y estaba a punto de ser interrogado también sobre la masacre del 2 de agosto de 1980, le dijo a su interlocutor palabras muy serias que sonaban como una verdadera amenaza para el Estado: "Si el asunto se exaspera y lo obligan a sacar las garras, entonces las sacará a todas". En el documento, además, se hace referencia a "notas con información confidencial, que luego corresponderá a Gelli aprobar o no, en función de cómo se formulen las preguntas".

Se obtuvieron nuevas evidencias con la transcripción de algunas intercepciones como las del 18 de enero de 1996, entre Carlo Maria Maggi, exlíder de Nuevo Orden, su esposa y su hijo Marco, que según los investigadores son pruebas contra Paolo Bellini que avalan la pista negra.

Los otros tres indagados por desvío de las investigaciones e información falsa a los fiscales

Como parte de la investigación, hay otros 3 sospechosos. Se trata de Quintino Spella y Pier Giorgio Segatel, investigados por desviar las investigaciones y Domenico Catracchia, quien deberá responder por información falsa al fiscal para desviar las investigaciones en curso. En cuanto al ex 007 Quintino Spella, director del Centro SISDE de Padua en el momento del atentado, la fiscalía general de Bolonia en el acto que concluye la investigación dice que Spella "negó la verdad, alegando no haberse reunido en julio y en agosto de 1980 (en particular, los días 15, 19 y 21/7 y 6/8) con el magistrado de vigilancia de Padua, Giovanni Tamburino, quien le había informado todo lo que sabía por Vettore Presilio, detenido en la prisión de Padua, y en particular sobre la preparación de un atentado de considerable gravedad, cuya noticia habría llenado las páginas de los diarios de todo el mundo, así como el proyecto de atentado al juez Stiz que el mismo grupo terrorista tenía previsto realizar". En cuanto al ex carabinero Segatel, para los magistrados habría declarado en falso con el fin de entorpecer las investigaciones, cuando negó haber visitado a Mirella Robbio (esposa del miembro de Nuevo Orden, Mauro Meli), quien afirmó que Segatel la visitó poco antes del 2 de agosto, diciéndole que "la derecha estaba preparando algo realmente grande" y pidiéndole que retomara el contacto con el MSI de Génova y con los amigos de su marido para "tratar de saber qué se estaba preparando". Segatel también negó, según los investigadores boloñeses mintiendo, haber ido a ver a Robbio después de la masacre, diciendo "¿Viste lo que pasó?" o una frase similar. Finalmente, según los investigadores, Segatel volvió a mentir cuando declaró que su primera visita a Robbio la había hecho para pedir información sobre el asesinato del magistrado Mario Amato, y no para saber más sobre la masacre que se estaba preparando.

El último de los presuntos mentirosos investigados es Domenico Catracchia, administrador de inmuebles y condominios en Via Gradoli, Roma, quien habría mentido al negar el alquiler de un apartamento en Roma, entre septiembre y noviembre de 1981. Además, según los fiscales se habría mostrado reticente, negándose a explicar las modalidades y razones por las que Vincenzo Parisi, oficial de seguridad pública y entonces director del SISDE, "se sirvió de toda la agencia" de Catracchia y, en cualquier caso, no habría explicado la circunstancia, que surgió en una interceptación ambiental, por la cual Parisi hizo uso de sus servicios para el negocio inmobiliario.

Secretos inconfesables

Cuarenta años después volvemos a Bolonia, a la estación que se va a llamar "2 de agosto". Debido al Covid no habrá desfiles, pero nada impedirá que los presentes se manifiesten para volver a pedir verdad y justicia. En el acto, el viceministro del Interior, Vito Crimi, representará al Gobierno y se reunirá con los familiares de las víctimas en el patio de honor del Palacio d'Accursio. A las diez en punto en la Piazza Maggiore, donde miles de plazas por reserva ya están agotadas, hablará Paolo Bolognesi, presidente de la Asociación de Familiares de las víctimas. Cuando lo contactamos por teléfono, para una entrevista, dijo claramente que, para la masacre de Bolonia, pero también para otros crímenes italianos, más que de misterios debemos hablar de "secretos que no quieren ser revelados".

La esperanza es que finalmente pueda cambiar el viento, quizás a partir del texto elegido por la Asociación para el cartel que simboliza el 40º aniversario de la explosión en la estación: "La masacre fue organizada por la logia masónica P2, protegida por los jefes de los servicios secretos italianos y llevada a cabo por terroristas fascistas".

Una verdad "indecible", porque detrás de ella se esconde el rostro culpable del Estado.

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*Ilustración de Portada: Antimafia Duemila

*Foto 2: Licio Gelli © Imagoeconomica

*Foto 3: Fabio Dean © l'Unità

*Foto 4: Paolo Bellini/Antimafia Duemila