Esa externalización, sin embargo, no habría sido bien recibida por el Fiscal Jefe, por cuanto habría sido objeto de críticas dentro de los grupos de trabajo. El caso está siendo examinado ahora por el Consejo Superior de la Magistratura, que tendrá que decidir si confirma la decisión de De Raho o si acepta la apelación presentada por Di Matteo, reintegrándolo al grupo de investigación.

Aunque los dos eventos aparentemente no están conectados entre sí, la sospecha es legítima y racional porque es, cuando menos, singular la coincidencia de que se ha realizado con el auspicio de Palamara. Una coincidencia que indigna y hunde cada vez más a ciertos magistrados.

Por lo tanto, esperamos que el CSM tenga en cuenta estos hechos cuando decida sobre el caso de la separación de Di Matteo del grupo que investiga los atentados, porque no es posible pretender que no existen.

Por otro lado, lo que surge de ese diálogo es la molestia que ciertos sujetos sienten por la presencia de Di Matteo en un grupo que tiene un papel tan delicado. Molestia que queda demostrada también en el resto de la conversación en la que, según escribe el Fatto, "no hay apreciaciones positivas sobre Di Matteo".

En la parte de escuchas publicadas por el Fatto, Palamara da también otra indicación ("Redimensionar a Bárbara", que no debe ir "a lugares importantes") refiriéndose, aparentemente, a la fiscal de la DNA, Sargenti, considerada demasiado cercana al ex fiscal de Roma Giuseppe Pignatonee, y vuelve a preocuparse por la carrera por la sucesión de este último en la jefatura de la Fiscalía.

La imagen que nos deja la observación de estos hechos gravísimos, es la de una lucha del sistema con magistrados que tratan de destruir a otros magistrados siguiendo lógicas de poder oportunistas contra aquellos que son independientes y no tienen condicionamientos. Es la demostración de que hoy es más urgente que nunca una reforma de la magistratura que sepa cómo proteger a esos tantos magistrados honestos que trabajan para el Estado en nombre de la Constitución italiana. Magistrados que arriesgan sus vidas todos los días en las fiscalías que participan en la lucha contra el crimen organizado y contra la corrupción sin mirar a nadie.

Como hemos dicho en el pasado, el Consejo Superior de la Magistratura ha actuado a menudo como un Sanedrín que protege más al poder que a la democracia.

La esperanza es que, después de estos escándalos, el CSM pueda transformarse en un organismo autónomo que garantice la independencia de los magistrados, protegiendo su honor y sus deberes.

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