gralEl día del recuerdo treinta y tres años después del atentado de calle Carini
Por Giorgio Bongiovanni
21:15 hs. Dos coches recorren la calle Isidoro Carini de Palermo. En el primero, en el puesto del conductor, está el General Carlo Alberto Dalla Chiesa, a su lado se encuentra su joven mujer, Emanuela Setti Carraro. En el segundo viaja su agente de escolta, Domenico Russo. En pocos  instantes los alcanza otro coche y una motocicleta Suzuki. Es precisamente en ese momento cuando una ráfaga de balas de kalashnikov AK-47 impacta estrepitosamente a ambos vehículos. Una verdadera masacre que incluso el jefe de todos los jefes, Totò Riina, describió como feroz mientras hablaba con su compañero de la hora de aire Alberto Lorusso en la cárcel Opera de Milán.

“Apenas salió con su mujer lo seguimos a una cierta distancia. Podía hacerlo ahí, para que fuera más espectacular, en el hotel, pero a mí no me gusta este tipo de cosas”. Y luego agregó: “Al día siguiente le dije: ‘Pino, Pino (se refiere a Pino Greco, cuyo sobre nombre era “Scarpuzzedda”, uno de los sicarios más famosos de Cosa Nostra) ve a buscar estas cosas que… preparemos armas”. “Así de primeras, de primeras - concluyó –fuimos nosotros… éramos como siete, ocho, de los terribles, éramos terribles. Mientras tanto él ya estaba muerto pero por más que estaba muerto le disparamos donde estaba, apenas salió fa… ta… ta… ta… y murió”.
Por el asesinato fueron condenados a cadena perpetua los sicarios Raffaele Ganci, Giuseppe Lucchese, Vincenzo Galatolo, Nino Madonia y los mafiosos arrepentidos Francesco Paolo Anzelmo y Calogero Ganci a 14 años. Como ideólogos fueron condenados, también a cadena perpetua, los altos cargos de Cosa Nostra, es decir, el mismo Riina, Bernardo Provenzano, Michele Greco, Pippo Calò, Bernardo Brusca y Nenè Geraci.
Esa noche, en la pared aún manchada de sangre, alguien dejó una sábana con una inscripción que decía así: “Aquí murió la esperanza de los palermitanos honestos”. Hoy, a treinta y tres años de distancia de aquel 3 de Septiembre de 1982 son muchos, demasiados, los interrogantes que siguen abiertos sobre los motivos que desembocaron en la muerte del General Dalla Chiesa, el verdadero Padre de nuestra Patria, apenas cien días después de su llegada a la ciudad de Palermo, en calidad de Prefecto, y a quien el Ministro Virginio Rognoni le había prometido “poderes extraordinarios”. Lo que habría podido hacer si no hubiera sido asesinado es inimaginable. El General lo había dicho fuerte y claro, incluso a Giulio Andreotti, poco antes de trasladarse a Sicilia: “No tendré ningún miramiento con la parte contaminada de su corriente”. Al punto tal que el “Divo” Giulio, como el mismo General escribió en su diario, “se puso blanco”.
Pero habría hecho mucho más. Habría puesto en jaque a Cosa Nostra, debilitando de manera muy grave las relaciones existentes entre la mafia, el Estado y los demás poderes ocultos, descubriendo los contactos con la masonería y con esos sectores de las instituciones desviadas que aún hoy sigue siendo fuerte y presente en Sicilia. Es por ello que le daba miedo tanto a la mafia como a quienes ocupaban los escaños del poder. En la misma sentencia de condena de los boss mafiosos se lee: “Sin lugar a dudas podemos estar de acuerdo con quienes sostienen que sigue habiendo amplias zonas de sombra, concernientes a las modalidades con las que el General fue enviado a Sicilia para hacerle frente al fenómeno mafioso, así como también a la coexistencia de intereses específicos, dentro de las mismas instituciones, y a la eliminación del peligro constituido por la determinación y por la capacidad del General”.
Así como también otros “pesos pesados” habían dado indicios de que no era solo Cosa Nostra la que quería la muerte del General. Basta con pensar en el médico y el jefe del mandamento (territorio mafioso) de Brancaccio, Giuseppe Guttadauro, que mientras hablaba con otro médico cercano a los boss mafiosos, Salvatore Aragona, dijo estar convencido de que al matar a Dalla Chiesa Cosa Nostra le había hecho un favor a alguien. Palabras que se suman a las del arrepentido Tullio Cannella, cercano a Pino Greco “Scarpuzzedda”, quien se habría quejado con él por haber tenido que organizar el delito (“Este homicidio Dalla Chiesa no tendría que haber ocurrido… harán falta mínimo diez años para volver a tomar el timón”).
Por lo tanto el General Dalla Chiesa, Padre de la Patria, tenía que ser eliminado antes de que recibiera los poderes especiales que le habían prometido con los que habría puesto en riesgo los intereses de los mafiosos, de los bancos, de los políticos, de los empresarios, de los servicios secretos italianos y norteamericanos. Hasta el día de hoy no conocemos los nombres de los ideólogos del homicidio de Dalla Chiesa pero sin lugar a dudas sabemos que alguien le pidió a Cosa Nostra que eliminara a Carlo Alberto Dalla Chiesa.
Nando Dalla Chiesa, el hijo del General, ya en 1984 con el libro “Delitto imperfetto” (Delito imperfecto) acusaba, sin pruebas físicas pero con los primeros indicios y deducciones, a la corriente de Andreotti de la Democracia Cristiana de  haber estado entre los ideólogos del asesinato de su padre. El homicidio del General Carlo Alberto Dalla Chiesa satisfizo una enorme cantidad de intereses, no hay dudas, según nuestra opinión, de que haya sido deseado y ordenado por poderes de gran vigencia en esos años, evidentes y ocultos, un asesinato del cual los servicios secretos desviados de siempre intentaron despistar y empantanar las investigaciones como posteriormente ocurrió en todos los demás atentados de Estado que ensangrentaron nuestro país.
Aún hoy sobre el atentado de calle Carini sigue habiendo muchos puntos oscuros. Comenzando por los documentos que desaparecieron de la caja fuerte y del maletín del General sobre los que está investigando actualmente la Fiscalía de Palermo.
 El mismo Riina, hablando con su “dama de compañía” habló de los documentos que habían sido secuestrados: “A este Dalla Chiesa fueron a buscarlo y le abrieron la caja fuerte y le quitaron la llave. Los documentos de la caja fuerte y se los robaron – se oye en las grabaciones de las conversaciones del boss corleonese – Carajo el hijo se hacía… el loco. Porque dice que habían cosas escritas”. “Ellos – continúa diciendo Riina – cuando fue esto… de Dalla Chiesa… se la jugaron, carajo, se la abrieron, le abrieron la caja fuerte… le sacaron todas las cosas”. Y con “ellos” quería decir “ambientes ajenos a Cosa Nostra. ¿Los servicios secretos? Es probable.
Hace dos años, después de más de 30 años, en los subterráneos del Tribunal de Palermo se encontró la maleta de cuero del General, de la que jamás se separaba. Pero dentro no había ningún documento. ¿Quién la vació? ¿Dónde quedó el contenido? Estas son algunas de las piezas faltantes que contribuyen a calmar ese deseo de verdad y justicia de muchos italianos honestos. Pero no es precisamente con la resignación con lo que se rinde honor al sacrificio de los tantos mártires que, lamentablemente, perdieron la vida en esta lucha.
Dalla Chiesa, Falcone, Borsellino, Pippo Fava... una larga lista de nombres, víctimas de un Sistema Criminal Integrado y que lucharon en contra del mismo. Es de ese espíritu de lucha del cual hay que volver a empezar, con el esfuerzo cotidiano, para que finalmente no sean necesarios nuevos sacrificios.