LA HERENCIA DE PAOLO Y AGNESE
Por Sonia Cordella – 22 de Noviembre de 2013

Palermo. Se siente una gran emoción en la presentación del libro “Ti racconterò tutte le storie che potrò” (Te contaré todas las historias que pueda) de Agnese Borsellino, redactado por el periodista del periódico “La Repubblica”, Salvo Palazzolo, de la editorial Feltrinelli, moderada por el conocido periodista de la “RAI”, Rino Cascio, quien al inicio del evento habló de las últimas graves amenazas contra los magistrados que tienen a cargo la investigación sobre la infame negociación que se desarrolló entre el Estado italiano y la mafia, relacionándolas con los sentimientos de los familiares que tuvieron que vivir estos terribles momentos. Un público atento y emocionado llenó la sala de la librería Feltrinelli de la calle Cavour de Palermo. Los tres hijos de Paolo y Agnese Borsellino se encontraban sentados uno al lado del otro para recordar a su madre y a su padre a través de la lectura de algunos pasajes del libro y del relato de episodios de su vida junto a sus extraordinarios padres. Varias veces la voz de los tres hermanos se veía sofocada y entre cortada por la enorme emoción al expresar toda la sencillez, la ironía y la grandeza del Juez Borsellino como hombre, como marido, pero sobre todo como padre, exaltando el valor de la madre que supo transmitir a sus hijos no solo su sentido de protección sino también de gran esperanza, con una sonrisa frente a la vida mirando siempre hacia el futuro. Una gran mujer que al final de su vida quiso dejar un enorme regalo a su ciudad, un regalo de esperanza pero más que nada de reclamo de la verdad.

 
“Mi madre fue una mujer que mantuvo un silencio, creo, ensordecedor a lo largo de estos 22 años” afirma con dificultad y con un hilo de voz, Manfredi Borsellino  “y tuvo la gracia y la delicadeza de esperar hasta este momento para poder hablar y lo hizo una vez más en puntas de pie a través de un libro y no de una transmisión televisiva como las que se nos ofrecen normalmente, o de entrevistas, o de otro tipo de  presentaciones. Ella quería ser, no quería aparecer. Lo que mi madre quiso decir, es tan fuerte que creo y espero que tenga también la fuerza suficiente como para sacudir las conciencias que aún después de estos 22 años siguen estando adormecidas”, continúa, agradeciendo posteriormente al grupo de seguidores de Facebook de la señora Agnese y leyendo la hermosa carta enviada por una joven estudiante de jurisprudencia de 21 años: “... Gracias Agnese por habernos contado perlas cotidianas y por haber compartido con nosotros parte de tu Paolo” Manfredi concluye la lectura entre lágrimas.

El micrófono pasa al Asesor de Salud de la Región Sicilia, Lucia Borsellino, quien habla de las responsabilidades de una hija mayor pero también de sus grandes dificultades para vencer ese dolor tan grande: “...Como de costumbre, siempre llego tarde, cuando ya no tengo a la persona frente a mi” dice Lucia, con la voz quebrada por el llanto “pero mi madre me transmitió una enseñanza extraordinaria al amar la vida, con su sencillez pero también con su frivolidad que a mi me falta por mi carácter y mi forma de ser, mi madre me enseñó personalmente una cosa: que no se puede vivir en la cadena perpetua del dolor porque este tipo de dolor condena a cadena perpetua y para los hijos no es fácil sobrevivir, lo digo con toda franqueza” continúa citando el ejemplo de Giuseppe Francese, hijo de Mario Francese (el periodista asesinado por la mafia) y excusándose con  la familia por esto, porque “no pudo” soportar ese dolor y se quitó la vida”. Es como ver la vida pasar en un acuario y que tu estás afuera”, continúa la hija de Paolo y Agnese “ves la vida pasar a través de ese vidrio y esta sensación no me ha abandonado durante muchos años... y es por ello que le pido perdón a mi padre...”. La dificultad para expresar estos dramáticos momentos de su vida nos transmiten un dolor que es como un puñetazo  en el pecho de nuestra culpable sociedad civil, “...a todo esto se agrega”, continúa Lucia “el peso de ser hijos de Paolo Borsellino y por lo tanto hay que se capaces de llevar bien alto el nombre con todo lo que ello implica, como si el precio que se paga por la vida nunca fuera suficiente y por lo tanto es como si se nos quisiera pedir solo a nosotros, y principalmente a nosotros, que seamos símbolos de legalidad, yo en cambio considero que esto es algo que tiene que pertenecernos a todos porque el hecho de que se nos señale como hijos seguramente no provoca más que circunscribir siempre a pocos las responsabilidades de toda una sociedad”.

Lucia describe a un papá enamorado de sus hijos que les leía cuentos antes de irse a dormir “...ésta era la prerrogativa de papá que era omnipresente en nuestra vida” y que se preocupaba constantemente de ellos llamando por teléfono hasta incluso 15 veces por día.

 “...A veces llamaba a nuestros amigos para saber dónde estábamos para no sobrecargarnos de pensamientos porque probablemente eran sus pensamientos de preocupación relacionados al hecho que nos había permitido vivir una infancia como chicos normales y en realidad para él fue un peso increíble... seguramente en medio de la desgracia fuimos afortunados. A todos les desearía que tuvieran padres como ellos y estoy feliz por poder compartir todo el amor que nos ha dado con toda su vida” concluye Lucia con una enorme emoción. Entonces la palabra pasa a Fiammetta, la más joven de los hijos que describe el amor que Paolo Borsellino sentía por los niños: “Siempre ha sido maravilloso este amor que papá tenía por los niños, lo primero que hacía cuando los veía era enseñarles palabrotas y cosas “sucias” y cuando yo llevaba a mi casa a los niños del barrio de Albergheria y de la parroquia del Padre Cosimo Scordato, donde hacía voluntariado, mi padre jugaba con ellos, prácticamente casi los adoptó y a menudo pasábamos los domingos juntos. Lo que puedo decir de mi madre es que siempre admiré a esta mujer por su capacidad de saber estar incluso en la sombra, detrás de la fuerte personalidad de mi padre...”. Posteriormente Fiammetta pide disculpas por no haber podido colaborar con la redacción del libro, de hecho su embarazo transcurrió durante la etapa final de la vida de su madre que no llegó a abrazar a su última nietita, llamada Futura.

Paolo y Agnese, estos dos grandes seres de nuestra Italia nos han dejado una vez más, a través de sus hijos maravillosos, una gran herencia.

La velada continúa con la emocionante y conmovedora lectura integral de la carta del Juez Domenico Gozzo (Procurador adjunto de Caltanisetta que en estos últimos días también ha sido objeto de amenazas mafiosas) dedicada a la señora Agnese, y que se encuentra en el epílogo del libro, destacando  la enorme belleza y el profundo amor que sentía la señora Agnese por las personas y por la ciudad de Palermo, y sintiéndose honrado de poder haber sido uno de sus amigos. Finalmente el autor del libro realiza el cierre de la velada con las palabras de la mujer del Juez: “No tengáis miedo, no os resignéis. El miedo necesita del coraje, decía siempre mi marido”.

El milagro, concluye el escritor y periodista Palazzolo, que la señora Agnese logró cumplir con este libro es el de haber podido reunir esta noche aquí a sus hijos y a toda la ciudad de Palermo, representada por personas de diferentes asociaciones, escuelas, sindicatos, oficinas que cumplen un papel importante en la ciudad. “Tenemos el deber de hacer algo, aunque sea poco” dice Palazzolo, citando las palabras de Don Puglisi y recordando que la señora Agnese le repetía que había que decir continuamente que en las instituciones se esconde la verdad sobre la muerte de Paolo Borsellino y de Giovanni Falcone, que la verdad se oculta dentro del Estado y dentro del Estado es donde hay que buscarla.

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