vianaymontesquieuAhora ejerce como abogado porque “no seré partícipe de la corrupción de mi Patria”
Por Jean Georges Almendras-3 de noviembre de 2017

Tal como lo anunció a los medios de prensa uruguayos, y como lo anunciamos en éstas páginas, el Dr. Enrique Viana renunció a su cargo de Fiscal de Adolescentes, por la única y sencilla razón de que el nuevo Código de Proceso Penal “nos hace hacer cosas reñidas con la moral y no voy a formar parte de eso”.

Conocemos (conozco) personalmente a Viana desde algunos años, y solo de él, como persona y como ser humano, era previsible una posición de tal magnitud, y de una ética que en estos tiempos resulta justo destacar. Y lo hacemos desde ésta redacción, porque Enrique Viana, ha demostrado antes y ahora, ser un hombre íntegro y un profesional que tiene muy claros los conceptos del Derecho, y siendo fiscal, muy claro cómo serlo.

Y por eso mismo, ante la inevitable puesta en práctica del nuevo Código de Proceso penal, dijo basta. Y anunció su retiro. Pero además, el día que formalizó ese retiro, dejó por escrito una texto (con consideraciones sólidas y ejemplares) que es coherente con su persona, y es aleccionador por donde se lo mire. Una renuncia que abofetea al sistema y lo pone contra las cuerdas.

“..que vengo a presentar mi renuncia a mi cargo de Fiscal Letrado, en razón de las siguientes consideraciones: ya advertía Montesquieu que la República era el mayor obstáculo a la corrupción: que para que no se abuse del poder es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder frene al poder.”

“En el Uruguay reciente, en clara regresión, viene ocurriendo lo opuesto: las cosas están siendo dispuestas para que el poder sea único y absoluto, para que no tenga frenos de tipo alguno, en definitiva, para que se vuelva despótico y para que tal despotismo se mantenga en la impunidad. En función de estos escabrosos desquicios se ha destruido una de las garantías judiciales, prevista en la Constitución de la República y, precisamente, para impedir los abusos que genera el poder absoluto, aquella que demanda que los Fiscales Letrados sean de la República y no del gobierno de turno; aquella que exige que exige que ejerzan el Ministerio Público sin más obediencia que a su propia conciencia del Derecho, que lo hagan pluralmente, cada uno de ellos, con independencia técnica individual. En incondicional substitución de esos Fiscales Letrados de la República, se ha creado su autonomía corporativa: una agencia gubernamental que dicta, diseña y ejecuta política pública”.

“No formaré parte de tamaña desviación. Y tal virada ha sido preparatoria de algo peor todavía: la perversa reforma procesal penal que hoy entra en vigencia y que nos emplaza a los fiscales como facilitadores de las inmoralidades e inconstitucionalidades que trae consigo. Fiscales acatando directivas e instrucciones políticas, y, encima, obrando como si fueran una dependencia del Ministerio del Interior, fiscales haciendo de jueces en las comisarías, en sus redes administrativas o en los pasillos de los juzgados, fiscales presionando pactos inmorales y con personas presas, violatorios de los principios de libertad, de igualdad ante la ley y de legalidad de los delitos y de las penas, fiscales mercantilizando al Derecho Penal, etc son algunas de las aberraciones jurídicas establecidas.”

“No operaré como tal. No lo haré porque todo ello colisiona con mi conciencia moral y jurídica, con el Derecho de la Constitución de la República y con la dignidad del cargo público y del Ministerio Público que he ejercido y he defendido durante más de veintiséis años. No seré partícipe ni cómplice de la corrupción de mi Patria.”

“Por el contrario, de aquí en más, lucharé por el Derecho y con todas mis fuerzas contra las antedichas inmoralidades e inconstitucionalidades, esas que me llevan a renunciar, y , justamente, para no ser parte de ellas. Lo haré en la calle y en los estrados judiciales, donde sea, y para que la República que pregonaba Montesquieu sea restituida”.

Con tan válidos y consistentes fundamentos, su renuncia resulta más bien un alegato. Un parlamento emblemático, que lo enaltece como persona y nos enorgullece como ciudadanos libres y republicanos.

En tiempos en los cuales, el Derecho, en diferentes puntos de nuestra América Latina, parece estar más al servicio del poder y de la infamia, los términos del abogado Enrique Viena, hacen sacudir los cimientos de una tiranía anti republicana e inmoral con clara (y descarada) tendencia a seguir ganando terreno entre nosotros.

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*Foto de Portada: www.subrayado.com