LA BANDERA DE UN IMPERIO SEMBRANDO LA MUERTE EN PALESTINA
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Por Jean Georges Almendras-17 de mayo de 2018
Sesenta palestinos muertos, en el día mismo en que los norteamericanos avasallaron e inauguraron su embajada en Jerusalén, el 14 de mayo de este 2018.
Los soldados del régimen sionista abrieron fuego con sus armas, indiscriminadamente, como si ese hubiese sido un acto defensivo y legítimo. Fue una masacre con un saldo de víctimas de horror. Ese horror que seguramente fue considerado un éxito, porque para ellos el lobo feroz palestino estuvo a punto de comerse crudo al pueblo de Israel, y por eso las armas de fuego se hicieron sentir. Y por eso los gases lacrimógenos también fueron arrojados. Arrojados sobre manifestantes de varias edades que airadamente protestaban por la provocación del imperio del Norte y por la presencia de las fuerzas de ocupación en su tierra. Manifestantes airados, enérgicos y en resistencia, pero sin armas de fuego.
Esto ocurrió a la vista de todo el mundo. Y que conste que las imágenes de esta masacre recorrieron el planeta.
Más de dos mil palestinos heridos, en el día mismo en que los norteamericanos avasallaron e inauguraron su embajada en Jerusalén, el 14 de mayo de este 2018.
Los diarios, las radios y los informativos de televisión del mundo se hicieron eco de las imágenes del ataque al lobo feroz palestino
Cuando en realidad el lobo feroz no es otro que el atacante. Que se viste de cordero para justificar su colonialismo descarado y demoledor. El colonialismo nazi. El colonialismo de los usurpadores de esas tierras, hoy bañadas en sangre. Sangre de un pueblo que está siendo arrasado, con la complicidad mundial, que se sobra en algunas zonas, de discursos y de oratorias, de “censura” y de “repudio”, y punto. Pero nada más, que discursos, porque pocos son los que le ponen el cascabel al gato sionista y al gato yanqui.
El mundo entero lo sabe. Lo vio todo. Y no podría atreverse a negarlo. Pero claro, siempre hay excepciones. Siempre hay indiferencias o insensibilidades.
Algunos pueblos lo admiten y verdaderamente se oponen y denuncian esas repugnantes prácticas del imperio sionista. Otros pueblos son más tibios. Y otros son cínicamente más cautelosos. Y están los que no son ni una pisca de comprometidos, ni para denunciar, ni para señalar y ni para culpar a los del Norte, porque son como ellos. O están con ellos.
El mundo entero fue testigo de la masacre. La masacre que despierta duras críticas, pero también prolijos y bien calculados discursos que la justifican, mismo en Israel y en todo el mundo. Porque el ala yanqui está extendida por todo el planeta. Y no sería esta la única vez que el ala yanqui cobija o alienta este tipo de masacres. Masacres que se han vivido por décadas y décadas, en Medio Oriente, en América Latina, en Europa, en Asia, en África, y quizás donde usted se encuentra dándonos lectura.
Masacres que se repiten y que se ven por televisión. Masacres que se aplauden. Con el cinismo del imperio, que todo lo ordena y todo lo encubre, y todo lo justifica y a todo le da un discurso siempre conveniente, para sus intereses y de quienes lo secundan.
En la franja de Gaza los soldados (las fuerzas de ocupación del régimen sionista) esta vez fueron los autores materiales de la masacre, siendo el principal soldado Benjamin Netanyahú.
En la franja de Gaza, donde los soldados israelíes fueron los sicarios de un día trágico, hubo un ideólogo de este crimen de lesa humanidad: el gobierno de los Estados Unidos. No hay duda alguna.
Los gobernantes de turno de los norteamericanos fueron los ideólogos de la masacre, porque siempre han sido ideólogos de masacres similares, allí y en diferentes zonas del planeta, ayer y hoy.
La orden del ultraderechista Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahú de tirar a matar, con munición real y con todo lo que se tuviera a mano, tuvo un patrón político: la añeja doctrina imperialista del gobierno de los Estados Unidos de América, que hoy por hoy lleva el sello de Donald Trump.
Donald Trump hizo una provocación al estilo del imperio, ya al anunciar hace tiempo la instalación de la embajada en Jerusalén; y el pasado 14 de mayo, la provocación se materializó, con la inauguración, en una fecha clave. En una fecha significativa para el pueblo palestino.
El día 14 de mayo de este 2018 se cumplieron los 70 años de la creación del Estado de Israel, fecha que el pueblo palestino recuerda o conmemora la Nakba, que significa catástrofe. En esa conmemoración los palestinos denuncian la limpieza étnica que llevó (y sigue llevando) a cabo Israel para fundar su Estado, en forma artificial.
La ciudad de Jerusalén ha sido reclamada históricamente por los palestinos quienes la consideran su capital.
De la resistencia del pueblo palestino el mundo entero ha sido testigo, desde el año 1948 hasta el momento mismo en que escribo éstas líneas. Ha sido testigo del salvajismo del régimen sionista, y ha sido testigo de los burdos argumentos del sionismo para confeccionar una logística histórica a su favor y una estructura de odio y de racismo respecto al pueblo palestino, que realmente sorprende, por su alto nivel de cinismo. Un cinismo que tiene convencido al pueblo de Israel, prisionero de un sionismo de extrema derecha y hacedor de barbarismos que lo ponen a la altura del nazismo que los llevó al holocausto.
Este año la Nakba fue la culminación de seis semanas de manifestaciones por el derecho del pueblo palestino al retorno a su territorio.
Este año, desde el pasado 30 de marzo las manifestaciones de palestinos fueron masivas. Y esas manifestaciones generaron represiones y ataques. Represiones y ataques de causaron muertes y heridos. Desde esa fecha hasta el pasado 14 de mayo, y sin obviar todas las muertes causadas en los 70 años de diaria resistencia transcurrida, el saldo de palestinos fallecidos fue de 109.
Demagógicamente se ha dicho desde tiendas del régimen sionista que los miles de manifestantes pretendieron invadir y que los soldados fueron tiroteados y que contra ellos se arrojaron piedras y cocteles molotov. Entonces, ante tal panorama no hubo otra alternativa que detener la invasión de unos miles de enajenados terroristas. Y la detuvieron a balazos y con bombas de gases tóxicos. Con todo un arsenal y un aparato militar que llevó a la muerte a 60 personas, entre ellas menores, una de ellas de tan solo cinco años de edad.
Y la represión fue tal, que horas después, en la andanada mundial de “recriminaciones” por la violencia sionista, gobiernos de países imperialistas como Francia y Alemania buscaron afanosamente ponerse a distancia de tanta alevosía, situándose en los peldaños de la neutralidad y en el rol de gobiernos llamando a la calma y a la pacificación.
Pero el descaro mayor lo protagonizó el jefe del imperio del Norte: Donald Trump, desde los EEUU dijo cínicamente, durante la inauguración de la embajada, ubicada a tan solo 45 kilómetros del lugar donde el salvajismo sionista sembraba la muerte y el dolor, que mantenía su compromiso con “facilitar un acuerdo de paz duradero” entre Israel y Palestina.
¡¡Vaya paz, la que se promete apoyar cuando sus socios sionistas apelan al plomo y a las bombas toxicas, y a las políticas genocidas, sistemáticamente robando territorios, apresando gentes, menores entre ellos (como Ahed Tamimi) y matando, cada vez más matando seres humanos, como lo hacían los nazis¡¡
¿Será que hablan de la paz de los sepulcros?¿De los sepulcros que aumentan inevitablemente por poner en práctica una doctrina asesina?.
¿De qué proceso de paz pueden hablar los que desangran al pueblo palestino?¿Dentro de qué parámetros deben situar sus discursos, cuando en realidad tienen el cuchillo escondido para clavarlo arteramente a la espalda de sus interlocutores palestinos y no palestinos? ¿De qué paz puede hablarse cuando los hechos hablan de guerra y de genocidio, en connivencia con un gobierno norteamericano que se regodea con arrojar sal a la herida abierta del pueblo palestino, instalando su embajada en Jerusalén?
La bandera, la norteamericana, es la que por donde flamea no cesa de sembrar muerte y destrucción
La bandera, la palestina, es la que por donde flamea (en su tierra o en el mundo) no cesa de sembrar resistencia y fuerza, para dar dura lucha al invasor. Dura lucha por la libertad y por la independencia.
Ahora que los indiferentes elijan una bandera, porque es hora de comprometerse.
También es la hora de la lucha a conciencia, para resistir al régimen sionista, y expulsarlo, de la bella tierra palestina.
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*Foto de Portada: www.BBCmundo.com AFP
*Foto2: www.hispantv.com
*Foto3: www.aztecaamerica.com