Carta abierta a la embajadora en el Uruguay, Nina Ben Ami, de Antimafia Dos Mil

Por Jean Georges Almendras y Giorgio Bongiovanni - 15 de enero de 2018

No nos debe llamar a sorpresas ni a asombros, todo lo que está pasando en el mundo. La convivencia entre los que viven su vida, con el confort y los recursos adecuados para una existencia sin necesidades ni restricciones, con los que viven en opuesto: con grandes restricciones de sus recursos naturales, con grandes limitaciones económicas, educativas, culturales. Los países ricos y los países pobres. Los países ricos militarmente y los países que no lo son. Los países imperio y los países sometidos a los imperios. Los países que viven en paz y los países que viven en conflicto. Los unos con sus argumentos y los otros con los suyos. Los países que se declaran ejerciendo una democracia, y lo hacen (o al menos se aproximan a hacerlo) y los países que se jactan de hacerlo, pero en los hechos, distan mucho de ser una democracia.

No es momento de hacer confrontaciones históricas, nuestro acápite no va en ese sentido. Únicamente hace referencia al contexto mundial, donde las situaciones no son iguales. Más bien, son dispares. Donde los contrapuntos, son los verdaderos protagonistas de esta humanidad. Una humanidad donde quienes tienen el poder, tienen en sus manos muchas de las llaves para traer paz, pero no lo hacen.

Llaves que podrían –si hay voluntad humana, de quienes conducen naciones, como jefes de Estado, como Ministros, como parlamentarios, como jueces, como fiscales y como embajadores- hacer valiosos aportes para revertir situaciones de dolor, de penurias para sobrevivir, de guerras, de conflictos, y de una carrera nuclear que no hace otra cosa que poner en riesgo a todo el planeta. Sencillamente porque poseer armas atómicas (y promoverlas) (y ya lo hemos vivido en Hiroshima y Nagasaki) nos degrada como seres humanos, y nos pone al nivel de regímenes donde también otro tipo de barbarismos, han diezmado grupos humanos. Barbarismos, intolerancias y racismos detestables, desde todo punto de vista (y absolutamente injustificables) que han provocado genocidios. Uno de estos, el pueblo judío desafortunadamente ha conocido muy bien, en manos del nazismo. Pero han habido más genocidios para señalar, o para recordar: los genocidios cometidos con los pueblos: armenio, africano y pueblos originarios del continente Americano, del Norte al Sur. Algunos genocidios del ayer, y otros del hoy.

Señora embajadora, nuestras expresiones apuntan a su sensibilidad humana, para que considere que usted puede hacer algo, en ese contexto descripto, siendo representante en el Uruguay de un Estado democrático como es el de Israel.

El pueblo judío ha sufrido en carne propia el racismo, la persecución, el exterminio masivo y organizado, más repulsivo y más repudiable para cualquier ser humano de este planeta. El pueblo judío, en cuya historia se cuenta con tramos donde la cultura y la religión, han sido semillero para el entendimiento y la unión, fuera de las fronteras israelíes, ahora es protagonista también de un momento histórico, donde el conflicto con Palestina, entendemos, lo pone contra las cuerdas. Y a tal punto lo pone contra las cuerdas, que el Estado de Israel, para la imagen internacional, ya ha sido recurrentemente calificado como un Estado genocida, precisamente en el marco del conflicto que se tiene con el pueblo Palestino. ¿Y el pueblo israelí, señora embajadora, verdaderamente querrá ser el pueblo de un Estado genocida? ¿No será hora y momento, que desde adentro mismo del Estado que usted representa, se pongan las cosas en claro y se pongan los puntos sobre las íes?

En ese sentido es que dirigimos a usted éstas líneas, para pedirle –con la mano en el corazón- que las considere, con conciencia democrática, y con una postura autocrítica. Como mujer. Como ciudadana del planeta. Como integrante de una humanidad que gradualmente viene ignorando a la vera del camino y dando la espalda, a los muchos ideales de humanidad y de paz (que han forjado la historia del hombre) y a los muchos mártires que han luchado, a costa de su sangre, por esa paz y por esos ideales.

Señora embajadora, el conflicto con Palestina no se trata de un hecho aislado; tiene sus fundamentos y esos fundamentos ha sido expuestos desde el año 1948, y han recorrido el mundo ¿Y de qué ha servido tanto recorrido, tanta información, si todavía las heridas están abiertas? Uno de nuestros más insignes escritores uruguayos, Eduardo Galeano, hoy fallecido, hablando de su amada América Latina, en los años sesenta escribió “Las venas abiertas de América Latina” un libro removedor y de denuncia, hasta hoy, muy pero muy vigente. Sin perjuicio de un texto que Galeano oportunamente escribió sobre el conflicto Palestino-Isaelí: “Ya poca Palestina queda” nos permitimos hoy suponer que si viviese, seguramente escribiría otro, parafraseándose a sí mismo: “Las venas abiertas de la tierra palestina”

Señora embajadora, nos adherimos enérgicamente al pensamiento y a los dichos de Eduardo Galeano en “Ya poca Palestina queda” y nos resulta un honor que un uruguayo de su talla, del periodismo nacional y mundial, haya concebido así ese conflicto, porque es así verdaderamente.

Señora embajadora, después de 69 años ¿por qué debemos aceptar como seres humanos, que la realidad de ese conflicto se vista de mentiras y no se reconozca definitivamente que por ese camino, no ha habido más que destrucción y manipulación sionista? ¿Por qué, debemos aceptar que una jovencita como Ahed Tamimi, haya llegado al extremo de sacrificar su infancia y su adolescencia, para existir como mujer palestina y para luchar por su pueblo, como lo han hecho las generaciones precedentes? ¿Por qué debemos ser indiferentes a la actitud de Ahed Tamimi, de gritar y defender su tierra, gritando a soldados que invadieron el área controlada por Palestina, y que invadieron además el patio de su casa?¿Por qué debemos ser indiferentes a la lucha a gritos, de miles de jóvenes palestinos, muchos de ellos muertos en esas protestas a mano limpia? ¿Por qué?

Señora embajadora: ¿Podría explicarnos, con la mano en el corazón, por qué debemos ser indiferentes, nosotros desde el Uruguay, a una reacción natural de una joven que patea y abofetea con sus manos a un soldado invasor que representando a un Estado, no menos invasor, arremete fuertemente armado contra jóvenes y niños que no portan armamento alguno?. Explíquenos, señora embajadora, por qué motivo, desde Uruguay (como de otras partes del mundo) tenemos que inhibirnos de protestar junto a Ahed Tamimi, de los tantos atropellos que se están cometiendo en Israel, con el pueblo palestino? ¿Por qué motivo tenemos que guardar silencio, y no protestar cuando un Tribunal Militar formula doce acusaciones contra una joven, que no es una delincuente, sino que es una presa de conciencia?¿Por qué motivo tenemos que hacer silencio, y no protestar cuando Ahed Tamimi fue detenida en horas de la noche y recibe un trato inhumano, ya que por varios días ni siquiera pudo cambiar sus ropas y ver a su familia, siendo una menor? Explíquenos señora embajadora ¿Por qué motivo Ahed Tamimi recibe un nutrido apoyo internacional y mediático, y su arresto se ha transformado en un verdadero vendaval para el Estado de Israel?

Señora embajadora, nos da vergüenza ajena y nos indigna ver a la distancia, que hace 69 años, se manipula abierta y descaradamente la verdad de un conflicto, inventando terrorismos y en el nombre de ellos, masacrando vidas. Usted sabe perfectamente que los bombardeos contra la franja de Gaza y Cisjordania, sembraron de miles de cadáveres las tierras saqueadas. Usted sabe perfectamente todo lo que ha pasado y pasa allá; en su tierra y en la tierra palestina. Lo sabe perfectamente.

Señora embajadora de Israel, denunciamos y protestamos. Protestamos, porque un imperio encendió una mecha al anteponer a Jesusalén como capital de Israel, y el imperio sionista se congratuló por ello.

Por ese motivo, señora embajadora, desde Uruguay no podemos inhibirnos de protestar contra el Estado de Israel, y reclamar, civilizadamente, a los gobernantes, a sus representados, y a usted misma, que se ponga un alto a tanta deshumanización; que se libere a Ahed Tamimi; que se liberen a los presos de conciencia que tienen abarrotadas las cárceles israelíes; que los niños palestinos dejen de ser víctimas de padecimientos y violencias: ¿Acaso no es violencia la dura realidad de maltrato que vivieron –según datos divulgados por el Comité de Derechos de la Infancia de las Naciones Unidas- desde el año 1967 más de 30 mil niños y adolescentes en Palestina, en manos del régimen israelí? Niños prisioneros, humillados, torturados y muchas veces tomados como escudos humanos o convertidos en objetivos de acciones bélicas israelíes. Un maltrato infantil sistemático, hasta nuestros días.

Señora embajadora ¿Acaso no es violencia en contra del pueblo palestino, llevar una vida controlada y cercenada por el soldado israelí?¿Acaso no es violencia israelí colonizar territorios a fuerza de balas de goma y de acero? ¿Acaso no es violencia restringir alimentos, combustibles y medicamentos? ¿Acaso no es violencia cuando se interroga en hebreo a los niños y a los adolescentes sin la presencia de adultos o de abogados, obligándolos a firmar declaraciones, pero no en su idioma materno?¿Acaso no es violencia practicar allanamientos en casas, para detener niños y adolescentes, y jóvenes como AhedTamimi, en horas de la noche, como lo hacían los nazis buscando judíos?

Señora embajadora ¿Acaso no es violencia israelí que en el 2017 se arrestaron a 1.467 niños, de los cuales unos 800 fueron detenidos solo en Jesuralén? ¿Acaso no es violencia israelí que desde que Trump declaró a Jerusalén capital de Israel, la captura de menores se incrementó, siendo 148 arrestados y 345 heridos? Y ni hablemos de los jóvenes, que desde esa fecha suman ya 16 víctimas fatales.

Señora embajadora, podríamos enumerar uno a uno los atropellos del Estado de Israel, pero entendemos que usted los debe conocer muy bien, con la diferencia de que para usted seguramente tienen justificación. Para nosotros, que somos seres humanos, y creemos en Dios, no tienen justificación. Como tampoco tienen justificación los terrorismos, de autorías sospechosas, que en los últimos años recorren países europeos. Para nosotros, como para millones de personas y ojos del planeta, desde el año 1948, no es otra cosa que un genocidio lo que hace y promueve el Estado de Israel, en el nombre de una falsa democracia y de una paz endeble e hipócrita.

Y si al comienzo hacíamos referencia a los genocidios de la historia, nos resulta muy doloroso, pero es inevitable, por las evidencias, que no podemos inhibirnos de denunciar, y sumar a la nómina, el genocidio en curso del pueblo palestino en manos del Estado de Israel. En pleno tercer milenio. Y a la vista de todos.

Señora embajadora, usted no debe llamarse ni al asombro ni a la sorpresa, por todo lo que le exponemos, como periodistas, porque no somos terroristas, sino hombres, mujeres y jóvenes libres, en un país en democracia que apelamos a una carta para expresar nuestra indignación y nuestra protesta, a quien por estas latitudes representa al Estado de Israel.

Le agradecemos la deferencia y le consignamos, que nuestra exposición, no es una visión sesgada, ni mucho menos; es la dura realidad que ya sabe todo el mundo y que día a día –deben considerarlo sus representados y usted misma- desprestigia al Estado de Israel y en particular a su pueblo (que entendemos es manipulado por intereses políticos de un sionismo extremo, tal como fue manipulado el pueblo alemán que pensaba ilusamente que aquello de la “solución final” no era verdad), y daña su “democracia”, transformándola en una democracia ficticia y encubridora de barbarismos, que ya, a esta altura de los acontecimientos de la historia mundial, no deberían ni siquiera bosquejarse.

Pero señora embajadora, convengamos que el mundo sigue despeñándose por el barranco. Fatalmente, para el futuro de la humanidad.

Señora embajadora, capaz está en sus manos, dar su granito de arena para no seguir despeñándonos por el abismo. Ese es también, el otro motivo de la presente: que usted, reflexione, y dé un paso para la paz. Pero un paso firme. Un paso firme que puede dar, porque tiene la sensibilidad de una mujer, quizás madre. Pero ante todo, porque es un ser humano.

Atentamente le saludamos .Redacción de Antimafia Dos Mil Uruguay

Montevideo, Uruguay, enero de 2018

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*Foto de Portada: www.infonews.com