BOSTON  ¿UN ENSAYO GENERAL?
Por Giulietto Chiesa – Megachip - 05 de Mayo de 2013

Las controvertidas y bizarras versiones oficiales y extraoficiales del atentado de Boston, la sombra del FBI sobre las biografías de los terroristas, los simulacros de seguridad (como siempre en los grandes atentados), las impresionantes lagunas de los principales organismos de información, una metrópolis bajo asedio. El principal sospechoso ahora está mudo, pero los medios de comunicación no están mucho mejor.

El mainstream empeora a simple vista. Y cuanto más empeora, mejor se ve la filigrana cuando miente (a pesar de que no es fácil, a primera vista, ver cuánto miente). Empeora pero no parece estar destinado, por el momento, a pasar a mejor vida. De hecho se lo mantiene con poderosas inyecciones de morfina, que aunque no lo vuelvan más sano, por lo menos le vuelven bastante activo. Yo, como modesto cronista, lo seguí con gran atención en sus circunvoluciones: desde la narración que hilvanó a propósito del final de la Unión Soviética, hasta la exaltación de la figura de Boris Yeltsin, pintado con crayones de pastel como el primer Presidente democrático de la nueva Rusia, mientras que no era más que un Quisling borracho que malvendió a Rusia, privatizándola completamente, con la módica suma de 10 mil millones de dólares (subrayo, diez mil millones de dólares).

Seguí el mainstream durante los hechos del 11 de septiembre de 2001, a veces hasta quedé admirado por su potencia espectacular. No se podía no maravillarse ante la capacidad planetaria con la que logró primeramente afirmar que el culpable había sido Osama bin Laden, junto a los 19 terroristas semi-analfabetos, islamitas naturalmente; y luego a cerrar bruscamente (quizás) para siempre la página, olvidándola junto con los prisioneros de Guantánamo. Que de hecho todavía están ahí tomando el sol de Cuba sin haber sido gratificados ni siquiera con una modesta acusación, y a cambio fueron inmediátamente definidos como “enemigos combatientes”, cosa que solo Bush sabía realmente lo que quería decir.

Pero esto ya es historia. Hace días realicé una exposición ante los estudiantes del primer año universitario de la Facultad del Veneto. La mayoría de ellos ni siquiera sabía que había existido un 11 de septiembre de 2001. Como prueba del hecho que el maistream, en cuanto a cobertura (en el sentido de cubrirlos para impedir que se vean) de los acontecimientos reales, es más eficaz que un monasterio de clausura.

Por lo tanto lo que ocurre en estos días es poca cosa con respecto a los acontecimientos de ese nivel. Monedas, loose change, dirían los norteamericanos. Pero gustosas. Tomemos por ejemplo las bombas de Boston. He seguido minuciosamente las crónicas norteamericanas (a las italianas se las podía obviar, por ser una burda copia de las anteriores), para darme cuenta, con creciente curiosidad, que la historia oficial, minuto a minuto, se alejaba de la razón para entrar en los meandros del misterio más denso, luego de la confusión más banal, para terminar perdiéndose en la más espectacular mentira, del más trillado grand guignol.

El hecho que los dos “terroristas” hayan sido identificados tan rápidamente parecería demostrar una gran eficiencia del FBI de Boston. Si no fuera que algunos días más tarde, en el New York Times se publica que los dos daguestano-chechenos no eran desconocidos en absoluto para el eximio Federal Bureau of Investigation. El cual les tenía bajo control desde hacía nada menos que dos años. Sabía todo de ellos, ya les había interrogado, había seguido con la máxima atención el regreso a su patria de Tamerlan (una “patria” que para él era casi desconocida visto que había pasado toda su juventud en los Estados Unidos, pero que fue oportunamente llevada al primer plano, oh  casualidad, precisamente, se puede decir, en la víspera del atentado).

Vuelven a la mente los viajes de Lee Harvey Oswald a Cuba y luego, a la, en ese entonces Unión Soviética. Hechos a propósito, con mucha anticipación, con el objetivo transparente (pero el mainstream no ve las cosas transparentes ¡que alguien se lo explique a Vittorio Zucconi!) de preparar la tesis, que luego fuera inmediátamente abandonada, sobre que Oswald hubiese sido enviado por la KGB para matar a John Kennedy. No hubo más necesidad porque rápido apareció Jack Ruby que asesinó a Oswald con dos tiros ante las cámaras de la televisión norteamericana. Para que luego él, a su vez, muriera “de cáncer” antes de que un proceso pudiera esclarecer porqué le había disparado a Oswald, quien antes de expirar se dio cuenta – y además lo dijo – de haber sido un “chivo expiatorio”.

Pero este es un paréntesis. Los días pasan y no sale a la luz ni siquiera un motivo que habría llevado a los dos hermanos Tsarnaev, al joven Dzhokhar y al un poco más anciano Tamerlan, a poner las bombas. Mientras escribo – y ya han pasado dos largas semanas – todavía no aparece un motivo, una reivindicación, un rastro de idea al respecto. Lo que importa es su “origen checheno”. Es sabido que, los chechenos son malos y terroristas por definición doble: la segunda es que son islamitas. Uno de los dos fue asesinado oficialmente inmediátamente después del atentado en un “tiroteo” y por lo tanto ya no volverá a hablar. El otro, Dzhokhar, fue encontrado herido y desarmado, pero parece que no podrá volver a hablar por haberse autoinfligido una herida enmudecedora. Al menos eso es lo que declaró el Alcalde de Boston, Thomas M. Menino. En todo caso, para evitar que algún día llegue a decir algo poco conveniente, todavía se está evaluando la posibilidad de tratarlo como un “potencial enemigo combatiente” (¡cuánta imaginación!), de modo tal que pueda ser interrogado por fuera del sistema legal garantizado (por ahora) a todos los ciudadanos, sin la presencia de un abogado y sin haber sido advertido - ¡imaginaos! – que podría “involuntariamente autoacusarse” (International Herald Tribune, 22 de Abril de 2013).

Mientras tanto en los periódicos pululan las reconstrucciones de todos los atentados perpetrados los chechenos en diferentes ciudades de Rusia a lo largo de los últimos veinte años. Páginas y más páginas, pero no se logra entender qué tienen que ver Beslán, o Moscú, con este hecho de Boston. No se logra porque nadie puede encontrar ningún nexo decente. Pero así se hacen los periódicos y así se lanzan las noticias en la televisión. Atentados muy sangrientos, como sabemos, pero que surgen para insinuar subliminalmente la idea – racista – que por esos lados es “lógico” que nazcan terroristas.

Además el joven Tsarnaev, si bien su familia es de origen chechena, nació en Daguestán e inmediátamente fue llevado a los Estados Unidos, donde vivía desde hacía muchos años, de forma bastante opulenta. Y – según decía uno de sus profesores de la Darthmouth University of Massachusetts, el profesor Bryan Glin Williams – sabía tan poco de su “patria” que, cuando se le pidió que escribiera sobre alla, fue a pedirle información a su docente.

Es decir, terrorista, pero también ignorante. Como máximo se podría concluir que estuviera en contra de los rusos, que deportaron a los chechenos a Asia Central, en el tiempo de Stalin.
Y, por lo tanto, si hubiera querido poner las bombas, habría ido a Moscú. Donde, de todos modos, no habría podido hacer explotar más que la tumba de Stalin. Cualquier cosa excepto poner bombas en Boston: no se logra entender el porqué.

A esta altura ya tendría que quedar claro desde ahora, que en esta historia de las dos bombas de Boston, hay demasiados puntos oscuros para que nos la traguemos tal cual es. Sin embargo no ha habido ningún periodista, ni local ni extranjero, que plantee alguna sospecha. Todos alineados y cubiertos. Los agujeros y las vorágines de esta historia son tan evidentes que un profesional normal no puede dejar de darse cuenta. En cambio se alinean, tanto para el culto como para el ínclita, oleadas de interrogantes sobre las posibles conexiones entre los hermanos Tsarnaev y la famosa, pero que ya ha quedado en desuso, Al-Qa'ida. Solo Giovanna Botteri, todas las noches, proponía esta tesis, promocionada por la también famosa, y no por casualidad, almiranta televisora mundial llamada CNN. Salvo que después, repentinamente, una noche dijo a los adormecidos telespectadores del “TG3Notte”, que la CNN pedía disculpas por haber dicho demasiadas patrañas en los días anteriores.

Patrañas debidas a la prisa, naturalmente, dichas en buena fe, sin ninguna malicia. Y Botteri se aprovechaba de ello, junto al somnoliento Mannoni, para tejer las alabanzas a la CNN, capaz de enmendarse de sus errores. ¿Podéis ver lo bien que funciona el mainstream? Tenemos que hacer una reverencia incluso cuando miente. De hecho miente con sinceridad.

Sin embargo, a pesar de las disculpas y de las rectificaciones, las cosas que no cuadran se siguen multiplicando. Los dos ponedores de bombas daguestano-chechenos habrían apenas masacrado algunas personas con ollas a presión llenas de explosivos (parece ser) – no sin antes ser fotografiados cuidadosamente, juntos, en el lugar del delito; y ahí están que se van de paseo por la ciudad, transformada en zona de guerra (permaneciendo en esas condiciones durante diez días consecutivos incluso después de la eliminación física del “comando checheno”), hasta matar, sin motivo aparente, que no fuera el de apropiarse de su pistola, un joven policía de guardia en la universidad, que estaba sentado cómodamente en su coche de servicio. ¿Pero acaso no estaban ya armados? Y al ser buscados por miles de agentes ¿no habría sido más lógico que se hubieran escondido en algún lugar? No. Tirotean y asaltan automóviles. En un determinado momento de la noche, no se sabe a que hora, un joven (uno solo ¿y el otro dónde está?) – que tanto para dar a entender bien quién era, se declara inmediátamente autor del atentado ocurrido pocas horas antes – asalta un SUV y se hace llevar a dar vueltas por Boston y sus alrededores. El joven exhibe una pistola, le hace ver al conductor aterrorizado que está cargada, se jacta de sus gestas. Todo esto lo sabemos gracias a la “declaración jurada” del conductor del SUV. Del cual no se ha sabido su nombre y apellido. Pero tiene que tratarse de una persona valiente ya que logra escapar de su raptor durante el paso por una estación de servicio. Luego llega el tiroteo con los policías en el que fallece Tamerlan, mientras que Dzhokhar logra escapar.

Solo que en la web aparece un video en el que se ve perfectamente a un hombre completamente desnudo al que meten en un coche de la policía. Es de noche, las imágenes son pocas, pero los faros de los coches de la policía y las luces giratorias rojas y azules son suficientes como para mostrar la escena nítidamente. En internet también se encuentra la detallada entrevista de una televisión local a un testigo ocular del hecho. El joven no resulta herido. Se mueve ágilmente, se cubre las partes íntimas con las manos. Es gallardo, seguramente joven. ¿Quién es? ¿Porqué está desnudo? ¿Podríamos pensar que los policías que lo arrestaron lo desnudaron completamente para eliminar el temor de que estuviera recubierto de trotil? Creo que puede ser una hipótesis legítima. ¿Quizás se equivocaron de persona? Quizás. Pero la madre – a quien le fue mostrado inmediátamente el video- grita desde Makhachkala: “¡Es mi hijo, es Tamerlan!” Es inútil citar aquí todas las fuentes. Basta con ir a youtube y se encuentran decenas, una más sorprendente que la otra.
Como demostración de que fabricar atentados se hace cada vez más difícil, a pesar de la sorpresa. Porque siempre hay alguien que filma las imágenes, o que analiza las imágenes que brinda la televisión del mainstream, y descubre un montón de cosas que quienes trabajan para el maistream, al no haber sido informados en forma preventiva, mostraron involuntariamente.  

¡Oh Oh! Algo salió mal. Si era Tamerlan, y estaba vivo y desnudo, quiere decir que ya no sirve la hipótesis del enfrentamiento a fuego abierto con la policía en el que había sido asesinado. Está bien, por este lado no se puede saber nada y no podemos sacar ninguna conclusión, si bien el corazón de una madre, así como lo saben De Amicis y De Filippi (Maria), nunca se equivoca. Sin embargo unos días antes, de manera absolutamente inesperada, se abrió una nueva pista del tipo de Al-Qa'ida. Mientras todos los Estados Unidos estaban en estado de alerta, a la espera de nuevos atentados con explosivos (que no podían ser obra de Tamerlan, difunto, ni de Dzhokhar, mudo) he aquí que aparecen las cartas con ricina. Dos, para ser precisos. Una fue enviada incluso a Barack Obama y fue interceptada por los sistemas de control externos de la Casa Blanca, y la otra al Senador Roger Wicker, republicano del Mississippi.

¿Entonces hay una estrategia de grandes dimensiones, y América está bajo ataque? O bien era una opción de acompañamiento, prevista para desarrollos de otro tipo, como lo fueron las cartas con antrax que aparecieron días después del 11 de septiembre de 2001?

Podemos recordar que las investigaciones acerca de las cartas llevaron, luego de algunos años, al descubrimiento de que el antrax había sido producido en un laboratorio militar estadounidense y el hecho terminó con algunas incriminaciones y algunos suicidios. En cambio de la ricina post Boston se perdieron los rastros. Si bien una consideración elemental tendría que llevarnos obligatoriamente a la conclusión de que de todos modos las cartas con ricina no podían ser el producto de la furia asesina de los hermanos daguestano-chechenos y por lo tanto
había alguien más que tejía los hilos. O quizás se trató de una coincidencia, espectacular como todo el resto.

Si no fuera porque – las coincidencias se multiplican – una vez más en la web asistimos a un impresionante molinete de testimonios visuales que demuestran que en el lugar de los atentados ocurrieron episodios muy extraños. Hay heridos que perdieron ambas piernas, mutilados por las bombas, que siguen con vida a pesar de tener heridas que podrían provocar el desangrado y la muerte en pocos minutos. Que fueron fotografiados detalladamente, con la exhibición de muñones sangrantes y descompuestos, pero que luego resultarían ser sobrevivientes de guerra ya regularmente provistos de prótesis. Es el caso del Coronel Nick Vogt, (1-o batallón del 5-o regimiento de infanteria, 1-a Brigada de combate de vanguardia, 25-a Divisione di fanteria) que perdiera ambas piernas mientras se encontraba en combate en Kandahar, Afghanistán. Que además aparecería en muchas fotografías profesionales como monstruosamente herido por la bomba. ¿Qué hacía Nick Vogt en la maratón de Boston? ¿Qué tenía que ver toda esa sangre coagulada, todos esos restos de carne alrededor de sus muñones cauterizados desde hacía tiempo? Obviamente hay quienes juran que en cambio no es él. Pero es lícito pretender que se haga una investigación que aclare la gran cantidad de puntos controvertidos, como este por ejemplo.

Se ven (antes de las bombas) personajes robustos que parecen estar hablando por teléfono. Con camperas negras, pantalones color beige, con grandes mochilas militares colgando de sus hombros. Tienen un aire de policías cautelosos vestidos de civil, pero esas enormes mochilas negras no corresponden a las funciones de vigilancia (que además, hay que decirlo, no funcionó en absoluto, como quedó demostrado en los hechos). Pero probablemente no se encontraban allí para vigilar. Están vestidos como los Navy Seal, pero no son ni policías, ni militares. Tienen un  aire de escuadrón de “contractors”, mercenarios que están cumpliendo con “otras funciones”. Se ven al menos cinco, todos con el mismo uniforme, y algunos llevan distintivos de una organización que responde al nombre de Craft y que tiene un slogan realmente elocuente: “Despite what your mamma (sic!) told you… Violence does solve problems” (A diferencia de lo que te haya dicho tu madre… la violencia resuelve los problemas). Después de la explosión se ve a otro joven que escapa a gran velocidad y con destreza, muy sano, muy atlético, con los pantalones rasgados. Una cámara de video lo sigue y lo ve desaparecer entre la multitud. ¿Acaso será uno de los que perpetraron el atentado? ¿Pero acaso os parece posible que el atentador se vaya de paseo a pocos metros (con los pantalones rasgados) del lugar donde acaba de dejar la bomba?

En uno de estos videos hay una ampliación en la cual se ven las dos publicaciones del Boston Globe que, una detrás de la otra, cuentan la verdad pocos minutos antes de la tragedia. He aquí la primera: “Officials: there will be a controlled explosion opposite the library within one minute as part of bomb squad activities” (Funcionarios: Habrá una explosión controlada frente a la biblioteca en un minuto, como parte de las actividades de una escuadra de artificieros). Esta es la segunda: “Breaking News: police will have controlled explosion on 600 block on Boylston Street” (Últimas noticias: La Policía efectuarà una explosión controlada en el número 600 de la Boylston Street). Pero, perdón ¿os parece creíble que la policía realice “explosiones controladas” en medio de una manifestación llena de gente?

Pasé varias horas examinando detalladamente decenas de estos videos. Algunos son evidentemente “fake”, producidos por aficionados que intentan hacer análisis improbables. Otros podrían ser productos “fake”, hechos a propósito para crear confusión y desacreditar productos más serios. Otros son productos discutibles, pero podrían constituir material importante en el marco de una investigación digna de llamarse así. En fin, hay muchos que – como los citados anteriormente (y son solo algunos en medio del enorme mar) – aportan las pruebas del engaño orquestado a gusto y placer de los medios de comunicación que tendrán que difundirlo alrededor del mundo. ¿Quién está detrás de esta puesta en escena? La impresión del cronista es la de encontrarse ante una “red canalla” de terroristas, extrechamente ligada a sectores claves del mainstream norteamericano.

Ahora no queda más que esperar que la sagacidad del FBI y de la CIA una las piezas de este insensato puzzle. Pero no logramos dejar de tener la impresión de que a los pobres Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev haya que incluirlos en la larga lista de “chivos expiatorios”. En cuanto a las coincidencias externas no será inutil recordar que, precisamente el día del atentado de Boston, Barack Obama sufrió una derrota en el Senado, sobre la ley de limitación a la venta de armas a los ciudadanos norteamericanos. Quizás no tenga nada que ver, pero yo lo tendría presente. Sobre todo tendría presente el hecho de que ese mismo 16 de Abril el New York Times publicaba en primera plana un artículo, con la firma de Scott Shane,  que llevaba el siguiente título: “US tortured detainees after 9/11, report says” (Los Estados Unidos torturaron a los prisioneros después del 9/11, así lo dice un informe). El informe, de 557 páginas, merecía la primera plana, honor al mérito del New York Times, al ser absolutamente bipartisano, firmado por dos ex Diputados con experiencia de Gobierno: un republicano, Asa Hutchinson, y un demócrata, James R. Jones. Dieciseis meses de trabajo, que comenzaron después de que – escribe Scott Shane – “El Presidente Barack Obama decidiera en el 2009 que no apoyaría la creación de una comisión nacional para la investigación sobre programas antiterroristas del post 9/11, como en cambio había propuesto que se realizara el Senador Patrick Leahy, demócrata de Vermont, junto con otros. En ese entonces Obama dijo que prefería “mirar hacia adelante y no hacia atrás”. Es decir, cubrió las gestas de su antecesor, compartiendo las responsabilidades.

Como dijo alguien que sabe mucho de estas cosas (tal es así que fue llamado a ayudar a Cossiga durante los días en los que estuvo secuestrado Aldo Moro, tres veces en los centros vitales de la seguridad nacional de los Estados Unidos de América), Steve Pieczenick: es absolutamente evidente que los titulares de los periódicos de todo el mundo hayan podido oscurecer, dejándola en el olvido, al día siguiente, una noticia de semejantes dimensiones, que pone bajo la lupa, directamente, a los dos últimos Presidentes de los Estados Unidos. De hecho es precisamente eso lo que ocurrió. Ningún periódico italiano perteneciente al mainstream publicó el artículo del New York Times.

Pero también hay otra interpretación posible, que no se contradice en absoluto con las citadas anteriormente. Dos supuestos terroristas daguestano-chechenos, que fueron capturados inmediatamente y puestos en condiciones de no hacer daño, fueron suficientes como para poner literalmente en estado de asedio, durante toda una semana, a una gran ciudad de Norteamérica. Los habitantes de Boston y sus alrededores quedaron bloqueados en sus casas, las actividades laborales se detuvieron, se apagó la ciudad y se la dejó en el pánico. Tiene todo un aire a un “ensayo general” para algo que se está preparando desde hace tiempo. El programa de los 30.000 drones, destinados a patrullar el cielo de los Estados Unidos, parece que haya sido pensado en este sentido: no (solo) para eliminar a los terroristas de todas partes del mundo, sino para vigilar Norteamérica en nombre de la seguridad de los ciudadanos.

Nota.
Estos son algunos de los link (de los muchos que hay a disposición) que quienquiera, que tenga el tiempo, puede ver para darse una idea de las cosas que acabo de exponer
http://www.dvidshub.net/image/582713/wounded-warriors-return-home-alaska#.UYQxaKK8AbI
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&;v=u6Te9mMuhag
http://www.pragmatismopolitico.com.br/2013/04/mercenarios-estavam-infiltrados-entre-populares-na-maratona-de-boston.html
http://bigdanblogger.blogspot.it/
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=164797300350080&;set=a.103356923160785.7902.100004594326501&type=1&theater
http://www.infowars.com/navy-seals-spotted-at-boston-marathon-wearing-suspicious-backpacks/
 
Extraído de: megachip.info